Lingerie desarrolla espectaculares plantas, muy bonitas, y no solo eso, porque presenta una estructura muy sólida y, además, sabe sortear hábilmente las enfermedades. Su progresión comienza pronto, y se pone rápidamente en marcha en las fases de crecimiento y de floración. Es una delicia ver como va creciendo en el jardín, con sus hojas finas y sus flores voluminosas, redondeadas y pegajosas. Y es especialmente satisfactorio observar, en la transición del crecimiento a la floración, cómo en poco tiempo duplica prácticamente su tamaño inicial.

Lingerie trabaja con ahínco en todo momento, y para poder seguir adelante con la fuerza que ello requiere, exige una dieta rica. En cuanto al entorno, agradece atmósferas secas y templadas. Gracias a su homogeneidad, se puede cultivar con distintas técnicas, pero, en cualquier caso, no hay que olvidar la importancia del manicurado y mantenimiento de las zonas altas para que no haya escasez de luz en las zonas bajas. Al ser una planta tan productiva, y aunque su estructura es fuerte, es mejor adelantarse a los acontecimientos y procurarle un apoyo adicional para facilitar la sujeción del peso al que se verá sometida en el auge de la floración. En cuanto a la organización del espacio, entre 6 y 9 plantas por m² es un número adecuado para que el cultivo progrese adecuadamente.

Lingerie huele a a clavo y a madera de pino, con toques cítricos, a canela y a tierra. Una combinación increíble pero muy acertada. Produce un efecto duradero y relajante que induce al ingenio y al sosiego. ¡Una delicia desbordante de temperamento, que embellece el jardín, deleita al paladar y abre la mente!

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