Los hongos como el oídio y mildiu son dos de los jinetes del Apocalípsis para el cultivador de marihuana. Suelen aparecer cuando hay demasiada humedad, en aquellos lugares donde no llega la luz del sol o cuando las plantas están muy pegadas unas con otras o demasiado cerca de la pared. Estos hongos se manifiestan con una capa de polvo blanquecino, atacan directamente a las hojas, tallos y frutos del cultivo y se propagan por este con rapidez. La mejor forma de acabar con la infección es, sin duda, prevenirla. Aunque una vez que la planta está afectada, también se puede tratar con distintos fungicidas específicos.

En numerosos foros los cultivadores de marihuana se manifiesta el mismo problema y la misma duda: "Mis plantas tienen un severo problema de hongos, ¿cómo puedo solucionarlo?". Se trata de un inconveniente que suele aparecer especialmente cuando la cosecha ya está madura y que pone en peligro el trabajo que se ha estado haciendo desde hace meses.

Los hongos más temidos del mundo cannábico son, entre otros, el oídio y el mildiu, que actúan sobre las plantas más jóvenes en primavera y potencian su efecto durante el otoño. Suelen manifestarse dejando una especie de polvo sobre las hojas verdosas de las plantas, que es más apreciable en el caso del primero. Si no se previenen o combaten a tiempo, actuarán de forma veloz provocando daños irreparables. La humedad es uno de los principales causantes de su aparición.

La principal diferencia entre los dos es que, mientras que el oídio produce manchas blancas en la superficie de las hojas (así como en ramas y frutos), el mildiu genera manchas amarillas en la superficie y de color blanco en la parte posterior.

Además, el mildiu no solo se queda en esa superficie sino que se adentra en los tejidos. Este depredador de vegetales también puede permanecer en la planta durante largo tiempo sin manifestarse (especialmente durante el invierno) antes de activarse y atacar. A pesar de esto, actualmente es el oídio el que más acecha a las cosechas de cannabis, sobre todo en climas suaves y tropicales.

Los dos hongos producen prácticamente los mismos problemas sobre el cannabis: la capa algodonosa de color blancuzco hace que hojas y tallo se vuelvan amarillos, se deformen y acaben secándose. Durante ese proceso afectan al rendimiento del cultivo, tanto si se desarrolla en interior como en exterior, y hacen que la hierba pierda su vigor. Además, provocan que el proceso de fotosíntesis se vea alterado, atacan a la calidad de las raíces y generan olor a rancio.

Ambos infectan a las plantas a partir de otros restos vegetales que los contienen. Los contagian mediante el viento o los animales, debido a que la capa mohosa produce esporas en el aire que atacan con rapidez a la hierba más cercana. Por tanto, y aunque suelen manifestarse en plantas aisladas, pueden llegar a cubrir todo el cultivo. De esta forma, es indispensable mantener limpias de materia en descomposición todas las marihuanas.

Del mismo modo, hay que saber que habitualmente prosperan en aquellos lugares donde da poco el sol, en zonas frías, húmedas, con sombra y poca ventilación, aunque también lo hacen por exceso de nitrógeno, por el abuso de tratamientos químicos o directamente por la pobreza genética de las plantas. Además, los sistemas SCROG se pueden ver especialmente perjudicados por estos hongos, al igual que las marihuanas estresadas o aquellas situadas en esquinas.

En los últimos tiempos la presencia de este tipo de parásitos, sobre todo del oídio, se ha extendido por la península ibérica y ha provocado grandes pérdidas en los cultivos. Se piensa que muchas de estas plagas actuales provienen de Estados Unidos, donde los cultivadores de diversas variedades ya están más que acostumbrados a lidiar con ellas. Este tipo de hongos afectan no solo al cannabis, sino también a cultivos de vid, tomate o calabaza, entre otros.

La prevención es el mejor ataque

Es importante tener en cuenta lo perjudicial que puede ser fumar hierba que contenga moho provocado por estos hongos, puesto que puede causar enfermedades y afectar directamente a los pulmones. Producen sustancias alérgenas que pueden afectar especialmente a las personas asmáticas, a cualquiera que sufra complicaciones en las vías respiratorias o a aquellos cuyo sistema inmunitario esté debilitado o padezca algún desajuste. No obstante, cualquiera es vulnerable.

Lo que ocurre es que, en muchos casos, y especialmente en el del mildiu, el cultivador no es consciente de que sus plantas están sufriendo alguna afección hasta que los daños son considerables; en ese momento, pocos saben cómo combatirla. No ocurre lo mismo con el oídio, que puede detectarse de forma más sencilla y visible.

Para detectar ambos a tiempo es necesario, entre otras cosas, inspeccionar de forma habitual los bordes de las hojas y las partes inferiores de las plantas. Si se aprecia alguna zona dañada será necesario suprimirla y, en caso de que sea una planta entera o varias, se deben alejar del resto del cultivo. Además, la presencia de mariquitas amarillas de 22 puntos (que se alimentan de esta clase de hongos) suele alertar de que el cultivo está infectado, por lo que habrá que estar al tanto de estos marcadores biológicos.

Cuando aparece el oídio, es posible aplicar sobre las hojas polvos minerales de azufre y cobre o preparados vegetales como la decocción de cola de caballo o purín. Para que funcione se debe espolvorear el producto por la mañana o por la noche, y nunca cuando las temperaturas sean elevadas. Si se encuentran pequeñas cantidades de este parásito, pueden eliminarse aplicando agua oxigenada sobre las zonas afectadas. Después habrá que aplicar productos de forma preventiva cada ciertos días para que todo discurra en perfectas condiciones.

Sin embargo, este hongo es casi imposible de atajar al 100 % si aparece en los últimos momentos de la floración, por lo que detectarlo de forma prematura es importante para controlar las amenazas y disfrutar de un trabajo bien hecho. Por ello, se recomienda que, después de noches húmedas, se aplique sulfato de cobre para evitar su aparición, así como propóleo, un gran aliado contra el oídio. La constancia y regularidad en su aplicación es clave. El mildiu, por su parte, puede combatirse efectivamente con prevención. También existen algunos productos comerciales para ayudarnos una vez la planta ha sido atacada.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la fertilización foliar puede causar un nivel excesivo de humedad durante la noche, por lo que es preciso eliminarla si fuera necesario. También hay que evitar mojar las hojas al regar y protegerlas del agua del rocío.

Asimismo, se recomienda no regar las plantas por la noche y reducir o detener el agua antes de que las luces se hayan apagado, para que estas ayuden a evaporar el líquido y a reducir al mínimo la humedad. En referencia a la cantidad de luz, lo más adecuado es evitar las zonas de sombra, aprovechar las de fuerte exposición solar en el exterior y utilizar lámparas con la potencia exigida para interior.

Tampoco es recomendable excederse en abono (puesto que superar los límites requeridos favorece la aparición de mildiu) ni aplicar una concentración muy elevada de nutrientes. Por otra parte, es recomendable reducir la cantidad de plantas en un mismo espacio y no disponerlas muy juntas, para evitar que se forme una gran capa de vegetal. Necesitan estar separadas para que el aire circule mejor y deben estar alejadas de las paredes.

De la misma forma, también se recomienda quitar las malas hierbas y podar las hojas más bajas de las plantas ya maduras para aumentar el flujo del aire en esa zona. Una vez cortadas, habrá que deshacerse de esas hojas para evitar que se esparzan, descompongan y puedan esparcir el moho.

Situar un ventilador oscilante en el área de podado puede ayudar, puesto que el movimiento constante del aire baja la humedad e impide la aparición de los hongos. Sin embargo, cuando ese moho ya existe lo mejor es evitar el aire, que ayuda a diseminar las esporas.

En los cultivos de interior es recomendable monitorizar los niveles de humedad con algún sistema adaptado que avise de si estos niveles superan el 50 % o 60 %. Otra opción es decantarse por cultivar aquellas especies de cannabis más resistentes y que puedan enfrentarse mejor a cualquier amenaza. Por ejemplo, la variedad Amnesia es una de las más famosas porque a su extraordinaria producción hay que unir una resistencia envidiable a este tipo de hongos, fruto de generaciones de breeding para dar con una planta lo más comercial y resistente posible.

Es importante esforzarse para que este tipo de hongos no aparezcan o para intentar acabar con ellos antes de que sea demasiado tarde. Si se siguen estas especificaciones lo más probable es que la planta se libre de cualquier tipo de amenaza y continúe creciendo en buen estado. No obstante, si el cultivador considera que no va a poder mantener a salvo su marihuana por más tiempo, lo más recomendable es adelantar la época de cosecha.