Un estudio de campo riguroso -que se sepa, aún sin realizar- demostraría sin lugar a dudas que no existe ciudadano más ecológico que el fumador de cannabis. Además de la endémica difícil situación económica, que obliga a aprovecharlo todo, el fumeta concienciado sufre las desventajas asociadas a la ilegalidad de su hábito. 

Agotadas sus existencias, no siempre puede procurarse nuevo material de inmediato: depende de la disponibilidad de su cultivo o, en el peor de los casos, de su suministrador privado, por lo que resulta frecuente que tenga que pasar breves periodos de escasez entre acopio y acopio. Y son estos inconvenientes los que han convertido al usuario de cannabis en un artista del reciclaje, capaz de aprovechar hasta la última partícula fumable que permanezca en su hábitat. Tomemos ejemplo de estos ciudadanos modelo, recogiendo algunas de sus prácticas más socorridas:

1. Reciclaje de ceniceros

Tirar a la basura los ceniceros repletos de colillas -o chustas- es un ejercicio de despilfarro imperdonable. El fumeta ecológico desmenuza cada una de ellas con la meticulosidad de un artesano, hasta obtener una cantidad respetable de material sin quemar. El olor repugnante que desprende carece de importancia para un héroe del ecologismo, capaz incluso de renunciar valientemente a sus estándares de calidad por el ideal del reciclaje más comprometido.

2. Inspección de rincones

En momentos de abundancia, ni los más concienciados prestan atención a esos minúsculos fragmentos que se caen o se desprenden mientras se hacen un porro. Pero cuando la necesidad aprieta, el fumeta ecológico inicia un minucioso registro de su entorno, revisando cada milímetro de colchones, somieres, rincones del sofá, alfombras, armarios y cajones, sin desfallecer jamás, ni darse por vencido hasta haber retirado la última pelusa bajo la cama. Gracias a su tesón, encuentran verdaderos tesoros antiguos y olvidados que les llenan de alegría, aunque para ello hayan tenido que hincar las narices en la bolsa de la aspiradora, encontrando sospechosos bultos mutantes de efectos inciertos.

3. El momento basura

Aunque ya haya empezado a oler mal, un fumeta en horas bajas jamás tira la basura hasta haberse asegurado de que allí no queda nada fumable. La sospecha de haber perdido una china obliga a no olvidar un último registro. Los veteranos guardan siempre junto a las bolsas de basura guantes desechables. Los demás, se sacrifican por la causa hurgando intrépidamente entre restos de comida y demás desperdicios, con la esperanza de que semejante pérdida de dignidad acabe por tener su recompensa. Sólo despúes de destrozar la bolsa, vaciarla a conciencia, volver a meter los restos en otra, y limpiar el asqueroso suelo de la cocina, el fumeta ecológico tomará la decisión de sacar la basura fuera de casa.

4. Raspado y rascado

Pequeñas navajas, tijeras de uñas, cutters, y otros instrumentos afilados son imprescindibles en la vida del fumeta ecológico. Es asombroso lo que queda adherido en los fondos y esquinas de las cajitas, botes, máquinas de liar y demás objetos donde se guarda o manipula el material cannábico. Todo fumador concienciado tiene estos adminículos decorados con artísticos motivos rayados, fruto de su admirable celo reciclador.

5. Reciclaje de cartón a go-go

Aunque hoy en día los kits de boquillas acartonadas dominan el mundo, hubo un tiempo en que había que buscarse las castañas con lo primero que tuvieras a mano. Y es que cualquier trozo de cartón fino (o incluso gordo) es susceptible de enrollarse como boquilla para nuestros porros. Desde las tapas de los librillos de papelillos, que se quedan desnudos por una extraña fiebre arrancadora, hasta las propias cajetillas de tabaco, cuyos dobleces pueden utilizarse para hacer unos filtros campeones. Incluso hay consumidores que se hacen filtros con el papel couché de la propaganda que rozan el origami, dejando su contenedor azul limpio de polvo y paja.

Como puedes observar, sin duda, este sería un planeta mucho más sostenible si todo el género humano siguiera el ejemplo de ese ecologista de vanguardia que es el fumador de cannabis.