Muchos las tirarán a la basura una vez termine la cosecha, pero las raíces de la marihuana tienen mucho que ofrecernos, pues contienen elementos que ayudan en el tratamiento de diversas enfermedades. Por ello, tras secarlas, se suelen emplear para tinturas, linimentos o bebidas. Ya hace más de 4000 años los chinos dieron cuenta de sus propiedades medicinales y no solo eso: ¡también las utilizaron para obtener pólvora!

Dicen que del cerdo se aprovechan hasta los andares, y del cannabis se podría decir otro tanto: los cogollos nos los fumamos, las hojas pueden servir para hacer tinturas… y las raíces no tienen por qué ir directamente a la basura. En ellas se encuentra un mundo de posibilidades para aprovecharlas en todo su esplendor, gracias a su presencia de ciertos elementos que nadan tienen que envidiar al THC o al CBD. Hoy os vamos a presentar algunos de esos usos que te dejarán con la boca abierta.

Principalmente, las raíces se pueden usar de forma medicinal. De hecho, existen usos documentados desde nada más y nada menos que el 2700 antes de Cristo. El ‘Shennong pên Ts’ao ching’, un libro medicinal chino, decía que las raíces de la planta eran ideales con el fin de calmar los dolores. Para ello había que secarlas y molerlas y luego hacer una pasta con ellas. Los chinos también lo usaban como diurético en forma de zumo y para detener las hemorragias de las mujeres durante el parto. Los romanos documentaron asimismo el uso para el dolor, entre otras virtudes. Sin embargo, no hay que retroceder tanto en la historia para saber de sus beneficios.

Llenas de componentes beneficiosos

Si bien las raíces no tienen las suficientes cantidades de THC o CBD, tienen otros componentes para su uso con fines medicinales. Así, en 1971, se comprobó que el etanol extraído de raíces de cannabis contenía friedelin, un antioxidante que puede proteger el hígado. Pero no hace falta ponerse a extraer nada: las raíces también contienen epifriedelanol, que evita el crecimiento de tumores, o triterpeno pentacíclico para reducir las bacterias y con efectos diuréticos y antiinflamatorios. Incluso, se cree que este componente ayuda a reducir las células malignas del cáncer, aunque para esto todavía se necesitan más estudios.

Pero no hace falta ponerse tan químicos: hay otra serie de propiedades médicas que podemos obtener de forma más sencilla. Por ejemplo, bálsamo labial. Para ello, el procedimiento es muy sencillo: se secan las raíces y luego se muelen con la ayuda de un mortero, o bien se cortan en pequeños trozos. Elijamos el método que elijamos, a continuación hay que añadir las raíces a una olla con agua y aceite y calentar la mezcla suavemente durante 12 horas, con el fin de que los terpenos y los cannabinoides se disuelvan en el aceite. Cada 60 minutos se debe comprobar cómo va la operación y añadir si es necesario agua, que sirve para evitar que se seque la mezcla y las raíces se frían.

Tras esas 12 horas, se retira la pulpa de raíces que haya quedado. Es incluso posible congelarla para volver a usarla otra vez, si se cree conveniente. El líquido resultante también se congela y, tras un tiempo, aceite y agua se separarán y será posible quedarse con el aceite sin restos. A dicho aceite se le puede añadir cera de abejas para darle una consistencia más sólida e incluso aceites esenciales para mejorar la fragancia o las propiedades medicinales: así, por ejemplo, si le echamos pimienta negra podemos tener un tópico para dolores musculares y artritis.

Problemas en la piel

Más allá de los labios, si la piel tiene problemas (está inflamada, irritada o tal vez quemada), también la raíz seca de cannabis puede servir de ayuda. Su uso ya estaba documentado en la antigua medicina griega para tratar erupciones cutáneas con nada más y nada menos que excrementos de paloma. Afortunadamente, no hace falta servirse de este ‘estiércol’: la tintura u otras soluciones se pueden usar para enfermedades como el herpes o el acné. 

En la medicina tradicional, la raíz de cáñamo cruda y machacada se ha usado para tratar las quemaduras y los cortes de la piel. Una vez triturada, se aplicaba sobre la zona en cuestión como si fuera una cataplasma y se esperaba a que surtiera efecto.

Un té para el interior

Como decíamos al comienzo, los chinos sabían que las raíces tenían un maravilloso efecto y por eso llevan más de 4000 años usándolas como diurético. Pero no solo eso: también comprobaron sus bondades para las hemorragias internas o los dolores de los órganos tras una operación. Ahora tú puedes emularlos preparando un té para ayudar al organismo.

Para ello, limpia muy bien las raíces, córtalas y machácalas hasta convertirlas en polvo. Solo servirán aquellas de las plantas que no han sido tratadas con abonos y nutrientes químicos. Tras ello se dejará secar hasta perder la humedad. Cuando queramos hacernos una infusión, tomamos una pequeña cantidad y la hervimos en un litro de agua. Su uso, sin embargo, no puede ser diario, ya que puede tener efectos perjudiciales en la sangre.

Además de té, se puede crear una especie de cerveza casera con la raíz. Para ello, se cuece su polvo con algo que le dé aroma (canela en rama, anís…) en una olla de barro durante 12 horas. Tras ello, se enfría, se cuela y se bebe. Es más, si se vuelve a hervir después de ello se obtiene una sustancia de color oscuro que sirve para hacer tintura. 

Y hablando de limpiar por dentro. Todavía algunas tribus de la actualidad usan las raíces de la marihuana para purgarse. Así, toman algún tipo de preparado cannábico con el que hacer frente a las lombrices de su cuerpo. Curiosamente, ese uso de la planta como purgante ya fue documentado por los romanos. Desde entonces se ha mantenido hasta llegar hasta nuestros días.

Más allá del consumo

No solo se pueden consumir las raíces del cannabis. A lo largo de la historia las diferentes civilizaciones han dado otros usos a este material que podía parecer un desecho, pero nada más lejos de la realidad. Los antiguos chinos, además de sus propiedades medicinales, supieron ver en él un componente de la pólvora. Así, de acuerdo a viejos documentos, una vez secadas, molidas y tostadas, las raíces se mezclaban con las del bambú, resina de pino y otras sustancias. Con ello creaban munición para armas tan variopintas como catapultas y una especie de granadas de mano. 

Sin lugar a dudas, leyendo los libros de Historia se pueden descubrir los usos más increíbles de las raíces. A finales del siglo XVII se documentó su uso en Indonesia para tratar la gonorrea, mientras que los primeros colonos en América se las llevaron para tratar las atrofias musculares, la incontinencia o (de nuevo) las enfermedades venéreas. Ahora las utilizamos para un uso medicinal, porque de las plantas de cannabis todo se puede aprovechar. Como del cerdo. Por tanto, nunca es tarde para que tú también lo hagas. ¿Te animas?