Con la legalización de la marihuana recreativa, muchas regiones del estado de California han comenzado a impulsar iniciativas para promover un nuevo tipo de turismo. Museos que exhiben la historia y cultura de la marihuana y ‘tours’ y catas en cooperativas para agricultores cannábicos son algunas de las alternativas que ofrecen a los visitantes.

Desde principios de enero de este año, el cannabis recreativo es legal en California. Si bien ya lo era con fines medicinales desde 1996, cuando se convirtió en la primera región de Estados Unidos en aprobar la marihuana terapéutica, la apertura de un buen número de nuevos dispensarios supone un importante hito: se ha convertido en el mayor territorio estadounidense en permitir el consumo de cannabis para ocio hasta la fecha.

Mientras que algunos siguen mirando con recelo la medida, el Gobierno californiano hace números para estimar los beneficios que va a generar el sector en los próximos años. Según uno de sus informes más recientes, el mercado del cannabis no solo moverá más de 5000 millones de dólares (algo más de 4000 millones de euros), sino que además convertirá la zona en uno de los destinos turísticos predilectos para los amantes de la marihuana.

Diversas regiones del estado y localidades de todos los tamaños ya estudian cómo aprovechar el tirón y sumar el cannabis a la lista de reclamos para viajeros y visitantes. Una de ellas es el pueblo de Willits, con cerca de 5000 habitantes, situado en el corazón del condado de Mendocino, en el norte de California. Este mes de enero, tras el cambio regulatorio, se ha celebrado en el municipio un seminario de turismo cannábico que ha incluido conferencias, mesas redondas y espacios de ‘networking’ para todos aquellos que quisieran saber un poco más sobre esta boyante industria.

Según los organizadores, entre los que se encuentran el Museo de la Cultura Cannábica y la Asociación de Cannabis Turístico de California, el objetivo del evento era impulsar la economía local y promover los negocios relacionados con la marihuana utilizando estrategias relacionadas con actividades culturales, de placer o de recreo.

La Alianza para la Promoción del Condado de Mendocino (MCPA), también involucrada en el evento, espera que los actores de la industria del cannabis comiencen a trabajar para convertir los diferentes aspectos del sector en un reclamo turístico. Un logro que a las hospederías y bodegas de vino de la zona les ha costado años, en parte por la alta competitividad y la presión que los impuestos ejercen sobre la expansión de estos negocios. Se trata, aseguran, de una oportunidad de la que podría beneficiarse toda la región, de las empresas a los ciudadanos.

Los cultivadores de los alrededores son una de las variables clave en la ecuación para convertir la marihuana en uno de los atractivos de la zona. Y una de las posibles estrategias para aumentar su presencia y la de su actividad es atraerlos desde regiones vecinas. Para conseguirlo, la MCPA planea seducir a los agricultores de marihuana del condado de Sonoma, situado al sur de Mendocino, un territorio que ya ha comenzado a posicionarse como un importante núcleo del turismo cannábico.

Celebrando la cultura e historia del cannabis

Ya cuentan con sus propios atractivos y solo necesita potenciarlos. De este modo, una forma de atraer a los visitantes es promover el legado cannábico del municipio y la región, así como su cultura bohemia y sus tradiciones, desbancando de una vez por todas los prejuicios y creencias erróneas que la industria de la marihuana puede suscitar en la población. Fomentar la educación y la información fidedigna son dos de las herramientas principales para borrar estas reticencias heredadas de los tiempos de prohibición.

El Museo de la Cultura Cannábica de Willits, que lleva décadas recopilando y exhibiendo vestigios de la historia de la marihuana, tiene gran potencial para contribuir a este impulso. Sin embargo, la institución necesita ciertos recursos para mejorar sus instalaciones y aumentar su visibilidad, como una mayor financiación y una nueva localización que lo conviertan en un verdadero reclamo turístico.

Porque, aunque el consumo de marihuana puede resultar atractivo, existen otro tipo de iniciativas con las que impulsar el turismo cannábico, como el desarrollo de cultivos sostenibles y la creación de denominaciones de origen para las variedades de la región. Además de aumentar el atractivo del condado, este tipo de proyectos pueden afianzar la posición en el mercado de los productos derivados del cannabis obtenido en la zona.

Otro de los participantes en el evento celebrado en Willits fue Matt Kurth, fundador de la empresa Humboldt Cannabis Tours, que lleva trabajando en el sector del ocio para visitantes y viajeros desde 2010. Para Kurth, no es posible entender la industria de la marihuana sin considerar su faceta turística, ya que esta actúa como puente a fin de que grandes y pequeños agricultores tengan acceso al mercado. Desde los ‘tours’ como los que organiza este entusiasta del cannabis a los paquetes de actividades especiales, el abanico de opciones disponibles para los visitantes crece poco a poco.

Transformar lugares emblemáticos

Un buen ejemplo de iniciativas originales y adaptadas a la cultura de la región es el proyecto de la marca de artesanía cannábica Flow Kana. La empresa está reconvirtiendo una antigua bodega del condado de Mendocino en un gigantesco centro dedicado al procesamiento y fabricación de productos derivados de la marihuana que califica de “primer campus cannábico del mundo”.

El emplazamiento, que la compañía compró el año pasado por 3,6 millones de dólares (unos 2,9 millones de euros), perteneció a la firma vinícola Fetzer Vineyards hasta los años 90. Cuando trabajaba a pleno rendimiento, se producían en la fábrica hasta un millón de botellas al año.

En abril de este mismo año, el bautizado como Flow Cannabis Institute pasará a convertirse en un núcleo donde los agricultores podrán acudir a probar variedades, secar y tratar sus cosechas, procesarlas y realizar el embalaje, así como pasar los controles de calidad exigidos por el estado de California. La adaptación de las instalaciones a su nuevo uso no será demasiado costosa, pues el cannabis requiere unas condiciones de oscuridad y temperatura muy similares a las necesarias para hacer vino.

Se estima que cerca de un centenar de cultivadores de los condados de Mendocino y Humboldt llevarán sus plantas a esta especie de cooperativa cannábica. Sin embargo, esta no es su única función. Como ocurre en las bodegas de vino, sus responsables organizarán visitas a las instalaciones y catas, y desarrollarán experiencias diseñadas especialmente para los usuarios del cannabis. 

Además de ‘tours’ para mostrar todos los procesos industriales que tendrán lugar en este campus cannábico, la empresa planea celebrar seminarios, conferencias, cenas temáticas y habilitar aulas y alojamientos turísticos en el mismo terreno para los visitantes. Aunque vender los productos que allí se fabrican no figura entre sus planes, quiere abrir una sala para que los mayores de 21 años puedan probar algunos de ellos. Además, podrán llevarse un regalo, pues las leyes de California permiten entregar gratis hasta 28 gramos de cannabis.

Su ubicación supone otro de sus puntos fuertes: el Flow Cannabis Institute se encuentra a unas dos horas y media de la ciudad de San Francisco, una localización ideal para atraer a la población de esta icónica ciudad estadounidense.

Estos casos californianos son solo dos ejemplos de cómo pequeños y grandes municipios pueden transformarse en reclamos turísticos para los seguidores de la marihuana. Pero con el desarrollo del turismo relacionado con esta planta, cada vez son más los destinos donde estos pueden pasar unos días de asueto mientras conocen los entresijos de la cultura y la industria cannábicas.