Conseguir que la plantación de cannabis crezca sana y fuerte no es tarea fácil, y son muchos los retos a los que los cultivadores se enfrentan para conseguirlo. Uno de los problemas que hay que sortear es el estiramiento de las plantas, que puede producir una disminución notable de lo cosechado. Os contamos en qué consiste este alargamiento no deseado y cómo evitar que suceda en vuestro cultivo de marihuana

En ocasiones, las plantas de un cultivo indoor o outdoor comienzan a estirarse, creciendo por encima de la altura deseada. Esto puede tener efectos muy negativos en la cosecha y reducirla hasta en un 35 %. Por ello, os contamos los motivos detrás de este espigamiento y todos los trucos para evitarlo.

El alargamiento sucede por varias razones. En primer lugar, está la propia genética de la planta de marihuana. Por desgracia para los cultivadores, algunas variedades producen tallos largos, sin importar que se den todos los pasos necesarios para evitarlo. Es el caso principal de algunas variedades Sativas específicas de exterior, que crecerán también por encima del metro y medio en interior.

¿Por qué se doblan los tallos de las plantas?

Sin embargo, en la mayoría de ocasiones el espigamiento de las plantas tiene su causa en las condiciones a las que está expuesta durante el cultivo. Así, la poca potencia de la luz o una mala elección de bombillas hará que crezcan por encima de lo habitual con el objetivo de conseguir más luz, tanto en la fase de vegetación como en la de floración. Se genera así el alargamiento que hace que la planta tenga menos nudos y en consecuencia menos cogollos, ofreciendo una cosecha mucho más pobre que la que se podría haber obtenido siguiendo ciertas pautas. Además, los tallos más alargados son más finos y débiles, por lo que en la fase final de la floración, cuando los cogollos cogen más peso, se necesitarán cuerdas y palos para conseguir que la planta se mantenga recta y que no se rompa ante el peso. 

Hay que mencionar que algunos cultivadores de cannabis estimulan conscientemente el estiramiento de los tallos, aunque es una práctica que solo se realiza con las plantas propensas a coger hongos debido a la densidad de sus cogollos. Con este tipo de plantas, cuando el tallo se estira, aumenta el espacio entre los frutos y se evita así la aparición de los patógenos. Sin embargo, y más allá de estas variedades, que una planta sufra un alargamiento excesivo será negativo, y para evitarlo habrá que seguir las siguientes indicaciones. 

La distancia de las luces

En primer lugar, hay que tener en cuenta la disposición de las luces. Aunque la distancia óptima a la que tiene que encontrarse el foco con respecto a la parte superior de las plantas varía en función de la bombilla, la medida adecuada será aquella que permita que las puntas de las plantas se encuentren a 24 ºC. De forma orientativa, una lámpara de 600 W con una potencia de entre 85.000 y 95.000 lúmenes se colocará a unos 35 centímetros. Una lámpara de 400 W deberá estar a unos 30 centímetros si la potencia se encuentra entre los 40.000 y los 55.000 lúmenes. Finalmente, si la lámpara es de 250 W y tiene una potencia de unos 30.000 lúmenes, la distancia recomendada será de 25 centímetros. Respetar estas medidas evitará que las plantas intenten estirarse en busca de luz.

Además, hay que tener en cuenta que el calor puede afectar al crecimiento del tallo. Una mayor temperatura hará que este crezca rápida. Por ello, a partir de los 27 ºC el cultivador podrá percibir que comienza el espigamiento. Si es posible, lo ideal para conseguir un crecimiento controlado sería mantener una temperatura baja, de entre 21 y 23 ºC, durante los períodos de luz e incrementarla hasta los 27 ºC durante la noche.

La importancia del color

Otra de las claves para evitar un crecimiento inusual de los tallos es el empleo del espectro lumínico más adecuado. La luz azul contribuirá a que el tallo sea más pequeño y robusto, mientras que la roja o naranja harán que los tallos sean más delgados y largos, por lo que habría que evitar estas últimas.

De la misma manera, las plantas expuestas a lámparas de halogenuros metálicos durante el crecimiento vegetativo tendrán tallos más cortos. Aquellos cultivos en los que se utilicen lámparas de sodio de alta presión generarán tallos más largos.

Un espacio adecuado

Todo cultivador tiene que conocer el número máximo de plantas que puede cultivar en función del espacio del que dispone. Si se cultiva en interior, el número dependerá del tamaño que se busca que alcancen las pequeñas. Por ejemplo, si se emplea la técnica SOG, se pueden plantar hasta 25 plantas por metro cuadrado. En cambio, si se prefiere obtener plantas un poco más grandes y no se utiliza esta técnica, el número variaría y habría que plantar entre 4 y 9 por metro cuadrado en función del tamaño que se busca que alcancen. Es importante no colocar demasiadas, ya que si crecen muy juntas esto las obligará a elevarse hacia la luz y se producirá así el temido alargamiento del tallo. 

Reducir al máximo el estrés

En algunas ocasiones el espigamiento de los tallos se produce por la exposición a algún tipo de estrés. Esto quiere decir que un exceso de humedad, temperaturas demasiado elevadas, una reducción excesiva de hojas o un ‘shock’ por trasplante pueden conducir al estiramiento. Por ello, hay que mantenerse siempre atento, no descuidar el cultivo y asegurarse de que las cantidades de agua, luz, temperatura, humedad, fertilizantes y ventilación son correctas.

Otros métodos para evitar el estiramiento

Una de las técnicas empleadas por los cultivadores para controlar el crecimiento de los tallos consiste en aumentar la intensidad de los ventiladores. Crear una fuerte circulación de aire produce movimiento en el tallo y en las hojas, lo que fortalece y ensancha el tallo a la vez que frena su crecimiento vertical. Esto es así porque el viento hace que el tallo se doble, creando rasguños microscópicos en el tejido de la planta que esta arregla creando tejido nuevo. Por ello, y si no podemos crear una ventilación lo suficientemente fuerte, también podemos imitar los beneficios cepillando el tallo y doblando las hojas con el mismo objetivo.

Otro método para controlar el estiramiento consiste en podar las plantas en la fase vegetativa, haciendo que en vez de crecer con la forma típica de abeto lo hagan en forma de arbusto. Sin embargo, esto solo es recomendable en el caso de las Sativas. Otra buena opción, sobre todo cuando las condiciones del cultivo no vayan a ser las más adecuadas, es hacerse con una variedad que no crezca (verticalmente) de forma excesiva, como la Northern Lights o la Moham Ram.

Siguiendo todos estos consejos, los cultivadores podrán evitar un estiramiento indeseado de sus plantas de cannabis, favoreciendo así la obtención de una buena cosecha. La luz adecuada, una buena ventilación y una poda a tiempo nos permitirán obtener unos frutos dignos del mejor cultivador.