La madre naturaleza es muy sabia, pero a veces necesita un poco de ayuda para mejorar sus creaciones y que el resultado sea perfecto. En el caso de la planta de marihuana, ese trabajo extra lo hacen los ‘breeders’, personas encargadas de crear nuevas variedades de semillas o mejorar las que ya existen para que cannabis al final tenga la calidad óptima y el mejor aroma posible. Aquí te contamos quiénes son los ‘breeders’ y qué papel juegan dentro de un banco de semillas, con el fin de que conozcas qué se esconde detrás de tu planta favorita.

Muchas de las variedades que se venden hoy en el mercado y que cultivamos con paciencia y con mimo no vienen así de serie: son recombinaciones genéticas de otras variedades que los ‘breeders’ han creado a través de procesos de selección y crianza. Así, estos profesionales modifican las variedades originales para potenciar sus puntos fuertes, para que los cogollos sean mejores o diferentes y para que tengan ese toque mágico que permite que los efectos finales sean los más placenteros. 

De esta forma, el ‘breeding’ no siempre tiene los mismos objetivos, y existen varios motivos que justifican su puesta en marcha. Uno de los más importantes es el de mejorar las cualidades de la planta y fijar algunos de sus rasgos para que las futuras generaciones también los tengan. A veces, el propósito es crear algo novedoso, un producto nuevo que revolucione el mercado y ofrezca a los consumidores un viaje que nunca antes hayan probado, o aumentar la cantidad de alguno de sus componentes, como el THC, que es el compuesto químico que estimula la euforia y el placer. ¿Y qué pasa cuando una semilla ha salido tan buena que se quiere repetir? A través del ‘breeding’ se intenta reproducir en el laboratorio ese especimen con la mayor fidelidad posible.

Asimismo, los ‘breeders’ tienen en cuenta que cada vez más personas deciden cultivar sus propias plantas y que, para ello, eligen ubicaciones y entornos muy distintos: invernaderos, campos de exterior, climas fríos o más cálidos. No todas las plantas se adaptan igual a las temperaturas, al medio y al suelo. Teniendo en cuenta esto, los profesionales del cannabis intentan desarrollar especies que sean capaz de adaptarse a los diversos lugares del planeta, para que nadie se quede sin tener su cosecha. 

El proceso de ‘breeding’ en el laboratorio

Para obtener una planta distinta a la que ya conocemos hay que comenzar planteando qué características debería tener un cogollo para llegar al sobresaliente. Después es necesario seguir cuatro pasos. En primer lugar se escogen los parentales, es decir, las plantas que se parezcan lo máximo posible al ideal que están buscando para cruzarlas y crear la primera generación. En segundo lugar, de este cruce se seleccionan los mejores individuos para hacer ‘inbreeding’ (se cruzan entre sí) o retrocruces (se cruzan con los parentales). Luego, se apartan con mucho cuidado los descendientes de esa segunda generación más perfectos y por último, se vuelven a cruzar entre sí para crear la tercera generación, la definitiva.

Sin duda, se trata de un proceso muy complejo que requiere atención y años de pruebas dentro del laboratorio. Es más, ni siquiera estos tres cruces aseguran la fórmula del éxito: a veces la variación resultante no es la ideal y los expertos se ven obligados a volver al punto de partida. No en vano, un buen ‘breeder’ debe tener paciencia y constancia para llevar a cabo su trabajo, y sabiduría y humildad para aceptar las derrotas.

Los rasgos más importantes de las variedades para seleccionar

La selección de las variedades genéticas iniciales no tiene una serie de pautas establecidas, sino que el ‘breeder’ debe tener buen ojo, olfato y tacto para identificar las características más notables de los potenciales parentales. No obstante, sí que existen ciertos aspectos claves en los que hay que fijarse a la hora de encontrar las plantas más especiales. 

El tamaño y el vigor que tengan el cannabis son cualidades fundamentales. Cuanto mayor altura y brío presente, más posibilidades hay de que sus descendientes crezcan igual y la producción sea abundante. Por ejemplo, si nuestro objetivo es desarrollar una especie para el cultivo exterior, es una buena opción elegir una planta Sativa, que suelen alcanzar gran tamaño fuera de los invernaderos. 

También hay que prestar atención a la longitud de la hoja y las particularidades de la flor, en función de si queremos que el resultado final produzca más o menos resina, tenga un color más intenso o más apagado o un aroma más o menos potente. 

No hay que olvidar que el peor enemigo de las plantas son las enfermedades o las plagas. Por ello, si quieres un cannabis resistente, que además de sobrevivir a cualquier entorno se mantenga indemne frente a los ataques más indeseados, los parentales deberán tener esos rasgos.

Lo ideal es tener una muestra inicial muy numerosa de plantas para encontrar el equilibrio entre todas estas características y coger la que tenga el mayor número de requisitos en regla. No es lo mismo escoger la mejor de cinco que la mejor de veinte. 

Diferentes técnicas para tener el mejor resultado

Ya hemos reunido un gran número de plantas, hemos estudiado minuciosamente cada una y nos hemos llevado al laboratorio las que más interesan. ¿Y ahora qué? Hay diferentes técnicas aplicables al proceso de crianza:

El cruce (también conocido como hibridación) es el más frecuente: los ‘breeders’ unen dos variedades para conseguir una sola. Por su parte, el ‘inbreeding’ o segregación hace referencia a un segundo cruce entre los resultantes para obtener una segunda tanda de descendientes. Es decir, se trata de cruzar a los ejemplares ‘hermanos’ para dar forma a la nueva variedad.

Otra técnica es el retrocruce o ‘back-crossing’, que da nombre al cruce de individuos de una generación que ya presenta suficiente estabilidad con uno de los parentales para fijar los rasgos que interesan de los parentales. Cuando se repite el retrocruce más de una vez para favorecer una cualidad destacada se está haciendo un cruce recurrente, mientras que si el objetivo final es mantener un atributo para que acompañe a las sucesivas generaciones se le llama cruce para fijar rasgos.

Ahora bien, no te asustes, no es necesario que recuerdes cada procedimiento al detalle; eso es tarea de los ‘breeders’ más expertos. Tú solo tienes que seguir una sencilla tarea: estar abierto a catar y disfrutar las nuevas variedades. Nunca se sabe si la planta que te traslade al viaje más placentero de tu vida aún está por llegar.