Durante la Baja Edad Media multitud de caballeros cristianos europeos se embarcaron en cruzadas contra los musulmanes para recuperar los Santos Lugares. La mayoría de misiones fueron un fracaso, pero gracias a ellas hubo un mayor contacto entre Oriente y Occidente. La misteriosa orden de los templarios se hizo poderosa y sabia en aquel tiempo gracias a su diplomacia con Oriente Medio, donde aprendió secretos de otras sectas relacionadas con el ocultismo y el cannabis. Debido a esto, fueron juzgados por herejía y ejecutados cuando volvieron a Europa. Hoy, su historia despierta mucho interés, y algunos autores apuntan a que la marihuana se introdujo en Europa gracias a ellos.

Desde principios del siglo XI hasta las postrimerías del XIII, caballeros cristianos de Francia, Inglaterra, Alemania e Italia marcharon a Oriente Medio con la misión de recuperar enclaves considerados santos para el Vaticano. Constituyeron un pequeño reino en Jerusalén y allí se formaron distintas órdenes de soldados para defenderlo, entre ellas la Orden de los Caballeros Templarios, que se encargaría de proteger a los viajeros europeos que viniesen a peregrinar a los Santos Lugares. Sin embargo, se enriqueció rápidamente y en unos pocos años se constituyó en el poder político, económico y militar más grande de su época.

Los caballeros templarios establecieron una buena amistad con sus vecinos, ya que estudiaron el árabe para mantener una relación diplomática e incluso amistosa con ellos. Tuvieron un contacto especial con los ismailíes y los sufíes, dos corrientes del Islam con un fuerte misticismo. Los primeros provenían de una zona montañosa de Irán y tenían una enorme influencia de la antigua cultura persa, lo que les convertía en una especie de pueblo puente entre el mundo antiguo y la Edad Media. De ellos aprendieron diversos avances científicos y secretos esotéricos, pero sobre todo establecieron una relación muy estrecha con la secta de asesinos procedente de aquellos lares, los llamados ‘hashishin’.

Existe mucho debate en torno al origen etimológico de ‘hashishin’, que en árabe significa tomador de hachís. Este concepto fue transmitido por las lenguas romances de Europa gracias a los cruzados en el siglo XII y dio lugar a la palabra ‘asesino’, por el temor que se le tenía a esta secta que ejecutaba personajes importantes por intereses estratégicos y políticos. ‘Hashashin’ también podría derivar del persa 'hassasin', que tiene connotaciones de sanador o vendedor de hierbas.

Se cree que este grupo actuaba debido a los efectos del hachís, aunque tampoco era realmente así. El jefe de los ismailíes, y por lo tanto de los ‘hashishin’, conocido como El Viejo de la Montaña (Hasan ibn Sabbah), daba hachís a los iniciados en la secta para que tuviesen una visión fugaz de un orden de existencia completamente superior. Después le explicaba que se trataba de una visión del paraíso y que debían servir asesinando para alcanzarlo. Por lo tanto, el hachís causaba la intriga y el placer a los ‘hashishin’, pero estos no actuaban bajo sus efectos.

No existen pruebas fehacientes de ello, pero se cree que varios fundadores de la orden fueron iniciados en la secta de los asesinos. De hecho fueron acusados en Europa de permitir que los ‘hashishin’ entraran en su templo en Jerusalén a practicar rituales o que estos combatiesen juntos contra enemigos comunes. Algunos historiadores consideran esta alianza con el líder de los asesinos como uno de los primeros tratados entre cristianos y musulmanes de la Edad Media.

La introducción de la cultura cannábica en Europa

Se cree que en estos contactos los caballeros templarios conocieron el hachís y trajeron su uso oculto a Europa. Cuando las cruzadas terminaron y tuvieron que regresar a sus reinos, algunos los recibieron con desconfianza, al ver que habían adquirido el lenguaje, el conocimiento e incluso las costumbres de Oriente. Pronto se extendió la creencia de que en lugar de convertir al infiel, el infiel les había convertido a ellos. Se dice que de regreso a su tierra natal los caballeros continuaron con sus libertinajes, orgías y extravagancias, entre las que estaba el uso de plantas narcóticas como el cannabis.

Al menos de eso fueron acusados el 13 de octubre de 1307, cuando 15.000 templarios franceses fueron encarcelados y torturados por herejías y hechicerías. Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, tramó un complot en torno a estas acusaciones para quitarse del medio a los templarios, ya que eran una organización poderosa, misteriosa y que además había estado aliada con El Viejo de la Montaña, uno de sus mayores enemigos en Oriente Medio. Los templarios dependían directamente del papa, por lo que tuvo que utilizar acusaciones religiosas para acabar con ellos. Sus riquezas pasaron a la Corona de Francia y en 1312 la orden desapareció por completo. 

No obstante, aquel conjunto de prácticas, conocimientos y creencias que aprendieron de los ‘hashishin’ serían más tarde la base de la mística del Renacimiento en Europa. Se cree que los conocimientos sobre cannabis los transmitieron los templarios a los alquimistas del continente y estos después a los ocultistas más influyentes del siglo XIX, hasta llegar a los propios masones. Se trataba de un secreto guardado por los templarios, a los que muy pocos tuvieron acceso después de que fueran ejecutados.

El Santo Grial de la marihuana

El símbolo más importante de los templarios era sin lugar a dudas el santo grial, la copa que utilizó Cristo durante la última cena. Su misión era custodiarlo y existían diversas leyendas sobre los poderes que este ortogaba a los templarios, la felicidad en la Tierra y la dicha en el Cielo. Investigadores como Chriss Bennet apuntan que posiblemente tomaran bebidas infusionadas con cannabis en Oriente Medio y que por ello le atribuían ese significado misterioso y simbólico a aquel cáliz, porque en realidad era una pista de lo que habían aprendido de la cultura de los ismailíes. 

Los sufis, los asesinos y con toda probabilidad los caballeros templarios consumían la resina del cannabis comprimida (lo que llamamos hachís) para expandir su conciencia hacia un sentimiento tangible de conciencia omnipresente, es decir, de la presencia de un dios o lo que ellos denominaban “un testigo eterno que observa perpetuamente toda existencia tridimensional desde un reino trascendental”. Para ello tomaban un brebaje conocido como Alamut, que era el nombre de la fortaleza en la que vivía El Rey de la Montaña y que fue saqueada en 1256 por los mongoles. Aquí, el pueblo de los asesinos contaba con un laboratorio alquímico, una gran biblioteca, considerado un centro de investigación del mundo antiguo que sobrevivió aislado durante la Edad Media.

La fortaleza de Alamut, situada al norte de Irán, estaba rodeada por plantaciones de aloe vera y cáñamo, dos plantas ismailíes consideran como antídoto y elixir para alargar la vida (dos atributos que después se le ortogarían al Santo Grial) y con las que elaboraban el brebaje. De hecho, Marco Polo afirmó en su libro de viajes haber visitado Alamut en 1300, donde escribió que conoció a un ‘hashishin’ que “tras beber una copa brillante de vino embriagador, se hundió en el letargo producido por la debilidad y el opio”.

La bebida que tomaban los templarios la llamaban el elixir de Jerusalén y también se le atribuía salud, fuerza y ​​longevidad. De hecho, se cree que la palabra ‘grial’ puede venir de ‘Graha’, una vasija sacrificial donde el pueblo védico bebía infusión de soma, una planta alucinógena que la mitología india relacionaba con la inmortalidad. Todo esto son teorías basadas en contextos históricos y casualidades, pero cabe la posibilidad de que los templarios fuesen la correa de transmisión entre Oriente y Occidente, como también fueron los ismailíes.

Es posible que el famoso elixir de Jerusalén fuese una infusión de vino con cannabis y que los templarios, anticipándose a su tiempo, aportasen a Europa una visión moderna sobre la medicina y la filosofía y fuesen por ello considerados herejes y destinados al fuego. En cualquier caso, a principios de 1300 comienzan a aparecer en Europa textos alquímicos sobre tinturas y preparaciones con cannabis y otras hierbas, lo que hace indicar que efectivamente uno de los secretos mejor guardados de los templarios fueran las aplicaciones y usos del cannabis, tanto para la salud como para el espiritualismo.