Por fin ha llegado el momento de la germinación de tus semillas de cannabis. Una vez el embrión ha salido de la cáscara que lo protege, las diminutas plántulas de marihuana comienzan a desarrollar sus primeras hojas y un tallo aún débil. Es en estas etapas iniciales cuando son especialmente sensibles: los retoños necesitan cuidados especiales para evitar las agresiones provocadas por agentes como la lluvia, el aire y los hongos.

Las plantas recién nacidas, al igual que ocurre con los animales, son mucho más sensibles que las adultas a las agresiones externas. Por eso es necesario esforzarse para protegerlas de cualquier amenaza. Y como estamos en plena época de germinación, por tanto, es el momento de dedicar todos nuestros cuidados a esos delicados brotes que darán lugar a una esbelta planta en unos meses.

El proceso comienza con la rotura de la semilla por el aumento de tamaño del embrión, que se quiebra para separar los dos lóbulos que forman su cubierta. Deja así vía libre a un débil tallo primigenio que, una vez en el sustrato, se sumerge para constituir una diminuta raíz que se va fortaleciendo poco a poco, hasta que tiene el vigor suficiente para alzar los restos de la semilla sobre la superficie de la tierra. A partir de aquí, las dos valvas que envuelven a la semilla actúan como un par de paneles solares, captando energía solar, y comienzan a producir clorofila para, finalmente, dar lugar a las dos primeras hojitas dentadas.

Estas fases iniciales son fundamentales para garantizar que las siguientes etapas de desarrollo también se completen con éxito. Por eso, debemos tener especial cuidado y considerar todos los factores que pueden dañar a los brotes recién nacidos. La temperatura, el agua, el nivel de oxígeno, los nutrientes y las sales son algunas de las variables que debemos vigilar. Con el fin de ayudarte en la tarea, hemos recopilado algunos de las agresiones externas más comunes y las posibles soluciones que podemos aplicar para evitar desperfectos en nuestros cultivos.

Asimismo, es aconsejable asegurarse de que hay un buen drenaje para evitar que se acumule agua cerca de las raíces; para ello puedes incluir perlita o vermiculita en la mezcla de tierra y evitar plantar las semillas germinadas demasiado hondo en el macetero, ya que el líquido se concentra en las zonas más profundas. También ayuda esterilizar los utensilios o rociar el suelo con un tratamiento antifúngico (el cobre, la manzanilla y el ajo pueden servir), así como rastrillarlo y dejarlo unos días al sol antes de plantar si lo hacemos directamente en el exterior.

Protección contra las inclemencias meteorológicas

En esta época en la que el tiempo comienza a ser benigno puedes sacar las plántulas al exterior unos días después de que hayan germinado para que reciban la luz solar y el agua de lluvia. No obstante, un chaparrón o una buena granizada, también típicos de estos meses del año, pueden estropearlas por completo y echar a perder todos nuestros cuidados previos.

Afortunadamente, existen distintos métodos para proteger a nuestras plántulas de las inclemencias meteorológicas, como montar un pequeño invernadero o cubrir los tiestos con recipientes de plástico o cristal. Una opción la mar de sencilla es utilizar vasos de plástico, garrafas o botellas de agua vacías cortadas por la mitad y fijadas al suelo. Estas corazas artificiales no solo servirán de escudo para el agua y el granizo, sino que además contribuirán a mantener unos niveles óptimos de humedad y temperatura.

En el caso de que cultivemos en exterior y nos atrevamos con algo un poco más complicado podemos construir una especie de pequeño invernadero para dar cobijo a las plantas. Existen varias formas de fabricarlo, dependiendo de las preferencias, presupuesto y materiales de los que dispongas. Una de ellas consiste en levantar una estructura rectangular: para los laterales o paredes pueden utilizarse unos listones de madera unidos con mosquiteras o rejillas metálicas, mientras que la tapa debería ser de un material más resistente, como cristal o plástico. Así los retoños estarán aireados y protegidos de las tormentas primaverales.

Barreras contra insectos y alimañas

Aparte de las inclemencias meteorológicas, otra de las agresiones que pueden sufrir las diminutas plantas es el ataque de animales como pájaros o lagartijas, así como de bichos de considerable tamaño, que las dañen cuando todavía no se han desarrollado.

Para cortar el paso de estos animalillos podemos utilizar tanto la estructura de invernadero que hemos descrito en el apartado anterior como una triangular forrada de rejilla metálica, como una especie de tienda de campaña. También existe la opción de reciclar algún recipiente fabricado con este material, como una papelera. Si quisiéramos añadirle un extra de protección contra la lluvia, solo habría que cubrir todo el armazón con plástico.

Evitar el exceso de agua

Puede ocurrir que, incluso si cultivamos en interior, las pequeñas plantas muestren signos de que están recibiendo demasiada agua. En las primeras etapas de crecimiento tras la germinación, las raíces son muy pequeñas y, por eso, tienen menor capacidad de absorción que cuando el vegetal es adulto.

Además de un suelo inadecuado o un contenedor que no permite el drenaje, hay dos situaciones que, generalmente, dan lugar a este exceso de líquido: o el recipiente es demasiado grande y, por tanto, alberga más agua de la que la planta puede tomar o es muy pequeño y, una vez la planta crece, las raíces retienen el agua e impiden su drenaje. La manera de solucionar cualquiera de estas dos cuestiones es escoger un tamaño de tiesto adecuado a la talla de la planta y trasplantarla cuando esté preparada, antes de que el anterior se le quede pequeño.

Plántulas largiruchas y sin fuerza 

Una forma de favorecer el refuerzo del tallo es doblarlo suavemente y con delicadeza atrás y adelante. Aunque parezca que estamos estresando a la planta, este movimiento obliga al tallo a rasgarse y reconstruir el tejido, ganando vigor. Otra forma de promover el fortalecimiento es sometiendo a la planta a una alta dosis de luz azul (las rojas y naranjas pueden causar el alargamiento desmesurado del tallo), mantener la temperatura alrededor de 26 grados centígrados y asegurarse de que la planta recibe toda la luz que necesita y la suficiente aireación.

Como ves, no hace falta ser un experto para conseguir una germinación saludable y robusta, aunque sí tendrás que dedicarle tiempo: las pequeñas plántulas de cannabis necesitan de tus cuidados para crecer fuertes y sanas.