Son negocios con varias tiendas por toda la geografía del país, incluidos los territorios de ultramar. En ellos triunfan sobre todo las semillas de marihuana, pero también venden parafernalia tan variada como ‘grinders’, ropa o ‘bongs’ de lujo. Sin embargo, el carácter prohibicionista del autocultivo en el país galo obliga a vender las semillas como artículos de coleccionista. Por eso, estos negocios están a la espera de leyes más permisivas, mientras ven cómo los productos con cannabidiol se hacen un hueco cada vez más grande. 

Se vanaglorian de tener un catálogo amplio, tanto de semillas (que venden como artículos de colección) como de otros productos. Pero la situación legal del cannabis en Francia afecta a su negocio y a cómo lo promocionan. Aun así, están orgullosos de su presencia en todo el país y de llevar sus productos hasta la mismísima Polinesia. Son las tiendas de semillas francesas, negocios de éxito en la nación.

FoxSeeds nació de la constatación de que nadie en Francia vendía semillas de colección”, cuenta a LaMota Hervé, presidente de la empresa. Su primera sucursal se fundó en la ciudad de Clermont Ferrand, una ciudad del centro del país. En los primeros compases de su trayectoria solo vendía algunas marcas, pero ahora la gama de semillas de colección se ha hecho más y más grande y hoy comparte espacio con productos de CBD, ropa temática y accesorios para fumadores. 

Se enorgullecen de tener 6000 referencias de semillas de cannabis en sus 20 tiendas: Grenoble, Lyon, Lille, Perpiñán, Toulouse… Incluso tienen una en Martinica, en los territorios de ultramar del país. “Venid a vernos”, comenta Hervé animado, “somos unos tíos simpáticos”. 

Según él, la marca número uno entre las semillas que venden es Dinafem, el banco de semillas vasco que acaba de lanzar nueva colección. De todas ellas, destaca “Critical + 2.0, luego, Critical + 2.0 y siempre Critical + 2.0”, dice afable al hablar de una de las semillas más reconocidas de la casa, de floración corta, productiva, resinosa y potente: sus cogollos tienen un nivel de THC muy alto.

También tienen mucho éxito las de Barney’s Farm, un banco fundado en Holanda en los años 80 y que es conocido por sus semillas de alta gama que respetan todas las características de las genéticas originales. Así, en su catálogo se pueden encontrar nombres que nos suenan de otros bancos, como la Critical Kush. También, otros tan sugerentes como la Vanilla Kush (con tricomas rojos y dorados) o la Tangerine Dream (que promete un sabor ácido y suave). Justo este banco de semillas y Dinafem también se encuentran disponibles en una de las tiendas más conocidas del país, O’ Bar à Graines, que cuenta con 13 puntos de venta en Francia, uno de ellos en la isla de Córcega.

Como ya comentábamos, las tiendas de FoxSeeds también venden productos con CBD. Hervé destaca que el cannabidiol ha ayudado a que la legalización o la despenalización de la planta sea un tema más en el debate político de Francia: “La explosión del CBD vuelve a poner el cannabis en primer plano”, explica. Sin embargo, es muy crítico con otros aspectos: “Retrocedemos al permitir que las fuerzas del orden ponga multas al consumidor”.

Las semillas de Dinafem son también las más vendidas en StreetShop. Esta tienda nació en 2012 tras un viaje a California, según cuenta su presidente, Nicolas V.: “Teníamos ganas de crear una tienda que pudiera tener varias facetas”. Entre ellas, una tienda de semillas, pero también de vaporizadores o un lugar en el que se hablara de arte callejero. “Este concepto no existía en la época y fuimos los primeros en proponerlo. Esto rápidamente sedujo a nuestros clientes”. Según su relato, cuando la gente entraba decía que ahí estaba todo lo que necesitaban. 

Desde entonces, se han convertido en uno de los líderes del comercio de semillas en Francia, también en la isla de Reunión y en la Polinesia francesa, donde se instalaron hace dos años. “Posibilitamos que los polinesios puedan adquirir semillas de colección, en todas las islas y archipiélagos cercanos. Es un bello proyecto”, explica.

Las semillas de colección más vendidas de Dinafem son la Original Amnesia, la Moby Dick, la Critical + 2.0, la White Widow y la Amnesia XXL Autoflowering. Estas comparten protagonismo con otras del banco Humboldt Seeds Organization, que las siguen muy de cerca: la Black D.O.G., la Blue Dream y la Mango Sapphire, en concreto. Pero en StreetShop no solo ofrecen semillas, sino que también incluyen en su catálogo más productos, como papel de fumar y ‘grinders’, y otros de alta gama como ‘bongs’ de lujo y vaporizadores.

La situación del cannabis y del autocultivo en Francia

Hervé hace referencia al difícil momento que viven la marihuana y sus usuarios en Francia. Nicolas V. también recuerda que el autocultivo está prohibido en el país. Por ello, cuando un cliente adquiere una de estas semillas, le advierten de que se vende como objeto de colección. También por ello, cuando Nicolas habla de la parafernalia que vende, explica que “estamos especializados en los artículos de tabaco”. 

La legislación prohíbe la producción, posesión, compra, venta y uso de narcóticos, una categoría en la que se engloba el cannabis, de ahí que las tiendas aclaren este punto. Lo que sí están permitido comercializar son los medicamentos con componentes cannábicos en su solución.

Las sanciones máximas por consumo y posesión son de un año de prisión o una multa de hasta 3750 euros, pero cada caso es tratado de diferente forma, según la cantidad que se encuentre o los antecedentes penales. De hecho, algunas personas han llegado a ser acusadas de tráfico con la planta por solo poseerla. Sin embargo, si son pequeñas cantidades y se puede demostrar que no vienen del mercado negro, no se suele llegar a juicio, pese a que las plantas finalmente se requisan y se destruyen.

Uno de los motivos para apoyar el autocultivo y la posesión es que no se establece pena de prisión para las personas procesadas por pequeñas cantidades, con el fin de no saturar las cárceles francesas. Quienes apuestan por la despenalización alegan que al permitir la producción, la tenencia o el consumo se libera a los juzgados de celebrar estos juicios. También, en el caso de producción de cannabis, un juez puede dictar una sentencia de hasta 20 años de cárcel o una multa de hasta 7,5 millones de euros; sin embargo, se han dado pocos casos de este tipo.

A pesar de la prohibición, el autocultivo ha crecido en los últimos años en el país. Un informe europeo de 2015 destacaba que los franceses gustan de hacer un autocultivo natural. Muchos han apostado por esta forma de producción casera como el camino más fácil y de mayor calidad de acceder al producto. De esta forma, el mercado negro se reduce, a la espera de una legalización positiva.

Mientras tanto, Francia era el país con mayor número de consumidores de cannabis todo el continente, según ese mismo informe: un 40,9 % de los galos entre los 15 y los 64 años la habían probado. Se calculaba entonces que 550.000 personas eran fumadoras habituales y 3 millones lo eran de manera ocasional. 

Aún así, a las tiendas francesas no les queda más remedio que promocionarse como un lugar de venta de semillas de colección y ofrecer su parafernalia para el consumo de tabaco. Sin embargo, una revolución silenciosa en los hogares, recogida en las estadísticas, hace que los legisladores no tengan otra alternativa que mejorar la situación de tantos amantes de la marihuana; y, por supuesto, del tejido de la industria cannábica del país.