El pasado martes, como todos los días, un humo blanco se elevaba desde la chimenea de la planta incineradora de residuos de Olching, a 20 kilómetros escasos de la ciudad de Munich. Pero en esta ocasión, el humo era muy distinto a lo normal. Y es que el Departamento de Aduanas alemán estaba quemando en esas instalaciones 550 kilogramos de marihuana, el equivalente a alrededor de 2 millones de porros, para generar calefacción y electricidad para los habitantes de la ciudad.

La marihuana fue decomisada a finales del año pasado en un alijo que transportaba un camión desde Albania, uno de los principales productores de marihuana del continente; aunque su origen exacto se desconoce y, por lo tanto, no pudo aprovecharse con fines medicinales. 

Las autoridades estaban sorprendidas por la potencia del cannabis, que alcanzó en laboratorio un 16% de THC, cuando las aduanas normalmente confiscan marihuana con un contenido de este ingrediente psicoactivo del 12 % o menos. La hierba hubiera alcanzado en la calle un valor de varios millones de euros.

Ante el gran tamaño de la incautación, se planificó con mimo cada paso hasta la destrucción del cargamento: varios investigadores de aduanas armados y enmascarados (para evitar ser filmados) vigilaban la entrada hasta que el camión que transportaba la hierba, que procedía de un lugar mantenido en secreto, cruzó las puertas de la planta donde posteriormente se quemaría (empaquetada en bolsas de plástico de 1 Kg. y a su vez metida en cajas) a una temperatura entre 900 y 1.000 ºC. Las autoridades decidieron destruir el cannabis en esta planta de incineración de residuos urbanos debido a la falta de otras instalaciones que pudieran realizar dicha tarea.

Y es que no siempre es fácil encontrar un lugar para la destrucción de grandes alijos de marihuana. La planta de tratamiento debe estar lo más cerca posible del lugar de almacenamiento y tener suficiente capacidad disponible para que todo el material pueda ser destruido inmediatamente y de una vez. Y que mejor que hacerlo antes de Navidad, en unos días en que esta planta de residuos estaba a medio gas, ya que no se entregan basuras durante las vacaciones.

¿Y ahora la pregunta que cualquiera se haría? Los residentes de la zona no notaron un cierto aroma a marihuana flotando en el ambiente de Baviera. Según los responsables de la planta no, pues el cannabis se quemó "a unas temperaturas donde todos los compuestos orgánicos se destruyen, incluyendo el THC". Así que nadie se colocó en Olching esa mañana de diciembre.