Yebala es una región del norte de Marruecos. Abarca desde el este de Tanger, Asilah y Larache hasta Tetuán y Chefchauen, adentrándose por el sureste hasta cerca de Taza. El cannabis forma parte de la cultura norteña marroquí. Zonas como el Yebala o el Rif son buenos ejemplos. Muchos de sus pueblos viven, en gran medida, del cultivo de diferentes variedades de cannabis.

Cualquier persona que haya viajado por el norte de Marruecos sabrá lo fácil que resulta conseguir hachís. En ciudades y pueblos como Tánger, Tetuán, Chefchauen o Ketama su consumo está muy extendido y, en cierto sentido, normalizado. Además, su cultivo es vital para muchas familias que viven en estas zonas rurales.

Historia del cannabis en el norte de Marruecos

El cannabis se extendió por el Magreb de la misma manera que el Islam. No obstante, algunas fuentes sugieren que el uso del cannabis ya se daba entre los bereberes rifeños. Provenientes de Oriente medio, diferentes derivados de la planta se hicieron muy populares para el tratamiento de ciertas dolencias. Teniendo en cuenta su baja psicoactividad, el cannabis era consumido mezclado con diferentes tipos de taba. Durante la historia reciente, mientras la prohibición del cultivo de cannabis llegó a la gran mayoría de países productores, en Marruecos, en las zonas de Yebala y el Rif, se continuó cultivando. Por lo general, se permitía su cultivo, pero no la elaboración de hachís. Se trata de leyes que venían ya del antiguo protectorado español de Marruecos y que continúan vigentes en la actualidad.

Legislación marroquí en materia de drogas

Marruecos es un país árabe y musulmán. A pesar de que el sistema judicial está claramente separado del ámbito religioso, este sigue teniendo un gran peso en la sociedad. Como es sabido, el Corán prohíbe el consumo de alcohol. Ahora bien, existe una considerable confusión en el caso del cannabis. El Corán no lo prohíbe y, solamente, más adelante y mediante algunas interpretaciones de ciertos ulemas ortodoxos llega a ser considerado prohibido (ḥarām).

Por lo general, en Marruecos es ilegal y está penado el consumo, la tenencia, la venta o el cultivo de cannabis y sus derivados. Pese a que en los últimos años se han realizado tímidos movimientos reivindicativos, Marruecos, a día de hoy, castiga con gran dureza los delitos relacionados con drogas. De entrada, el código penal marroquí no hace distinciones entre drogas duras o blandas. Además, prevé penas de prisión y sanciones económicas a tal efecto. Ahora bien, existe una excepción relativa a los territorios yebalíes y rifeños. Es posible cultivar cannabis con el fin de producir kif para fumar en pipa, pero como ya hemos señalado antes, producir hachís está prohibido.

Los pueblos granja, el caso de Chefchauen

En los alrededores de Chefchauen, especialmente en las montañas, se encuentran muchos pueblecitos que se dedican al cultivo del cannabis. Desde Chefchauen es posible coger un taxi para llegar a uno de estos pueblos granja. El más cercano está a unos seis o siete kilómetros por una pista de monte con una pendiente considerable. Si lo hacéis a pie y en pleno agosto os parecerán muchos de ellos. Si os decantáis por ir con algún lugareño como guía, os recomendamos entonces pactar todos los precios de antemano. Una vez en el pueblecillo se pueden sacar fotos, conocer los campos de cultivo y adquirir un poco de kif o algún derivado. 

En la actualidad es muy común encontrarnos con grupos de turistas en estos pueblos. El cultivo de cannabis se ha convertido en un atractivo que amenaza con cargarse el modo de vida tradicional. Además, en estos pueblecillos tocados por el influjo del visitante no resulta sencillo acceder a un hachís de buena calidad. Ante todo prima la cantidad sobre la calidad.

Hachís Yebalí

El hachís de esta región de Marruecos puede llegar a ser de gran calidad, pero dentro de las posibilidades que ofrecen las genéticas que cultivan. En la actualidad la sobreexplotación del mercado del cannabis y el incremento del turismo favorecen la aparición de calidades mediocres. La producción no logra soportar la demanda. Las zonas norte de Marruecos no son capaces de abastecer al mercado europeo y a su creciente demanda interna. Por eso aparecen calidades mediocres que son producto de la adulteración del hachís. Hay que tener en cuenta que para la elaboración de un kilogramo de hachís rubio, el polen de toda la vida, son necesarios cien kilos de plantas. La cantidad necesaria aumenta si se trata de un hachís más oscuro y gomoso. 

Pese a que se podría pensar lo contrario, en Marruecos no resulta demasiado sencillo conseguir hachís de buena calidad. Eso sí, en lugares como Chefchauen tendrás que decir que no quieres hachís muchas veces al día. La idea es muy sencilla, cuanto más turismo menor calidad de hachís. Si tenéis la suerte de conocer a alguien cuya familia cultive cannabis, podréis pedirle que os enseñe el lugar y, si estáis en temporada, las plantas, los medios y procesos de producción.

¿Qué es el kif?

Es muy habitual escuchar auténticas descripciones en torno al kif. El kif no es más que la planta de cannabis picada junto con un poco de taba que es un tipo de tabaco. Por lo general resulta de una calidad mediocre. Es muy común que las plantas contengan semillas y que se utilicen los machos. Por esta razón se pueden encontrar trazas de cañamones, hojas y ramas. Este preparado centenario es muy popular entre ancianos y jóvenes ya que es económico y su psicoactividad no es demasiado potente. Ahora bien, una práctica bastante extendida es la de vender un kif proveniente de plantas ya vareadas, a las que se las ha quitado los tricomas, por lo que su psicoactividad se verá más reducida todavía. 

Si tenéis pensado realizar un viaje por el norte de Marruecos os recomendamos perder el miedo, pero no la precaución. Es posible lograr una bonita experiencia y conocer el aspecto antropológico del cannabis en este país africano.