El ex piloto Antonio "Tony" Bascaro, que ahora tiene 84 años, ha pasado los últimos 40 años en una prisión de Miami por su participación en una operación de contrabando de cannabis en la década de 1970, en la que introdujo cerca de 200.000 kilos de cannabis usando barcos de pesca. Por si fuera poco, una vez liberado, este exiliado cubano y veterano de la Bahía de Cochinos, se quedará en un centro de rehabilitación mientras espera saber si será deportado, debido a su falta de ciudadanía estadounidense.

Con un copioso desayuno de cuatro huevos con tocino, el expiloto y exiliado cubano Antonio Bascaro, de 84 años, celebró el pasado 1 de mayo su libertad tras pasar 39 años, tres meses y nueve días en una prisión en EE.UU. por un delito no violento de tráfico de marihuana, convirtiéndose en la persona que más tiempo ha estado encarcelado por esta causa en el país norteamericano.

A finales de la década de 1970, Bascaro fue acusado de ser miembro de una red de tráfico de estupefacientes que movía marihuana desde Colombia hasta Florida. Los registros judiciales mencionan a Antonio Bascaro, Manuel Villanueva y José Acosta como los cabecillas; sin embargo, Antonio mantiene que Acosta era en realidad el único líder del grupo. Bascaro afirma que nunca tocó físicamente ningún cannabis, centrándose principalmente en la administración y, ocasionalmente, observando la descarga de los envíos. Los tres hombres fueron interceptados por agentes del gobierno, arrestados y finalmente llevados a juicio. Mientras que Acosta y Villanueva ofrecieron información a cambio de una sentencia reducida, Bascaro se negó a declarar contra sus cómplices.

Como no cooperó, el Tribunal lo sentenció a 60 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional, aunque finalmente ha cumplido 40 años por buena conducta. Mientras tanto, José Acosta fue liberado en 1994 por el mismo delito, pasando solo 12 años en prisión. Antonio Bascaro manifestó sin embargo que "no se arrepiente" de no haber delatado a nadie durante el juicio, y que lo volvería a hacer, pese a que eso le costó la condena más larga por marihuana registrada en EEUU, casi cuatro veces más que la recibida por el líder de la operación de narcotráfico por la que estuvo preso.

No hubo violencia, no hubo cocaína y no tenía un historial delictivo previo cuando fue condenado. Pero en aquella época la llamada “guerra contra las drogas” impulsada por el presidente Nixon estaba en su cenit y a las personas que no colaboraban simplemente les metían la máxima pena para castigarlos y forzarlos a que hablaran. “Como militar, mi padre le daba un gran valor a la lealtad, la honra, la integridad de la palabra, y no iba a hablar"afirma su hija sobre el que fue "uno de los capitanes más jóvenes de la Fuerza Aérea" cubana durante la dictadura de Fulgencio Batista.

Una historia de patriotismo mal entendido

La historia de su desencuentro con la justicia estadounidense comenzó hace seis décadas, cuando la CIA reclutó a Antonio Bascaro para entrenarse en Guatemala, de cara al intento de derrocamiento de Fidel Castro de 1961. Fue reclutado en parte debido a su experiencia en la década de 1950 como piloto militar del gobierno del dictador cubano Fulgencio Batista. Después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, Antonio Bascaro regresó a Guatemala y se casó con una local antes de divorciarse y mudarse a Florida, donde a finales de los años 70 se unió a una red de contrabando de marihuana con la que ayudaría a meter en el país cerca de 200 toneladas de hierba, sobre todo localizando sitios de entrega por vía aérea y marítima en la costa sur de Florida, gracias a su pericia de observación desde el aire.

Durante todos estos años la hija de Antonio Bascaro ha luchado por rebajar la condena de su padre e, incluso, trataron infructuosamente de conseguir que Barack Obama lo indultara. Por eso Antonio Bascaro es ya un icono para las organizaciones a favor de la despenalización de una sustancia que ya es legal en muchos estados del país, no solo con fines terapéuticos sino recreativos. Un mártir de esta causa. Porque a medida que la legalización de la marihuana se extiende y la industria del cannabis continúa creciendo a un ritmo épico, nadie debería estar en prisión por una actividad de la que otros se están beneficiando legalmente.

Con casi cuatro décadas de cárcel a sus espaldas, y una incapacidad para caminar sin la ayuda de un bastón, pero con una poderosa voluntad de vivir, su historia y circunstancias se destacan como particularmente desgarradoras. Antonio Bascaro es un ejemplo de alguien que se ha escapado por las grietas del sistema; un caso que merece atención e investigación sobre la falta de empatía y compasión que parece ser la corriente subyacente de la justicia penal de EE.UU..