¿Que los políticos puedan fumar cannabis en las pausas de las sesiones del Congreso? ¿Nos hemos vuelto locos? Pues no, en Norteamérica, donde la opinión pública sobre el cannabis ha evolucionado para despojarse de tantos y tantos prejuicios, un debate en torno a esta cuestión parece lo más normal del mundo a estas alturas.

A este lado del Atlántico, ni nos planteamos la remota posibilidad de que, una vez aprobado el consumo de marihuana, los parlamentarios puedan dar unas caladas a un canuto en el reciento acotado, donde ahora se agolpan para fumar. ¿Imagináis a un político planteando esto mismo al resto de sus colegas?

En realidad, no hace falta que esta propuesta llegue a esas instancias. Basta con preguntar a un amigo qué opinaría de un dirigente que, antes de iniciar la sesión plenaria del Congreso de los Diputados, fumase cannabis. Su asombro sería mayúsculo y, salvo contadas excepciones, no tendrían de todo claro que esa fuera una buena idea.

Pero eso ocurre en España. Quizá sea consecuencia directa de nuestra joven democracia o de los miles de prejuicios que aún existen en torno al consumo de marihuana. En Estados Unidos, por el contrario, cada día es más natural plantear cuestiones de este tipo.

Con un proyecto de ley sobre la mesa para despenalizar cierta variedad de cannabis a nivel federal, los tabúes alrededor de esta planta parecen relegados a un segundo plano. Por eso, cuando se votó la ley para despenalizar la marihuana para uso recreativo en el Distrito de Columbia, donde se encuentra Washington D.C., hay quien se preguntó si sería posible que los políticos estadounidenses pudieran fumar en el Congreso.

La respuesta no es sencilla. Los parlamentarios sí que podrían consumir marihuana. Eso sí, nada de hacerlo en el interior del Capitolio.

Con la aprobación de la Iniciativa 71, los residentes de la capital de Estados Unidos mayores de 21 años podrán tener hasta 2 onzas de marihuana (algo más de 56 gramos), aunque podrán llevar consigo solo una, y la ley les permitirá tener hasta tres plantas de cannabis. En este caso, cualquier parlamentario estadounidense podría disponer de sus canutos para, entre debate y debate, hacer un alto en el camino y relajarse.

No obstante, para ello, deberá abandonar las dependencias parlamentarias porque allí dentro seguirá prohibido. Como aseguró Bill Piper, director de asuntos nacionales de la Drug Policy Alliance, “la posesión de marihuana seguirá siendo ilegal en propiedad federal”. Para cambiar esta normativa se debería acometer una reforma de la ley de sustancias prohibidas y eliminar de la Lista I el cannabis.

De esta forma, los parlamentarios que quieran degustar los frutos de la última cosecha que plantaron en sus propios hogares deberán abandonar el perímetro del Congreso. “La posesión de marihuana en su casa sería legal bajo la ley del Distrito de Columbia, como lo sería para cualquier otra persona”, afirmaba Piper, despejando todas las dudas que pudieran surgir al respecto.

A priori, parece sencillo, pero, como antes comentábamos, el asunto tiene su miga. Como sucedería con cualquier otra empresa del ámbito privado, los mandamases del Congreso podrían decidir hacer controles a los representantes para constatar que no han consumido nada antes de asistir a una sesión parlamentaria ni llevan encima ninguna sustancia prohibida.

Según el reglamento oficial que rige el funcionamiento de la Cámara desde 1997, el presidente podría pactar con el líder de la minoría la realización de una prueba a un miembro elegido al azar. Aunque, después del episodio protagonizado por el congresista republicano Trey Radel, deberá pasar un tiempo hasta que se decidan a realizar nuevos controles.

La disparidad de opiniones aún persiste

Pese al nuevo rumbo que ha tomado el debate en torno a la marihuana, aún hay quien piensa que los representantes no deberían siquiera probar el cannabis.

Es más, a pesar de las numerosas pruebas que han corroborado que sus efectos no son tan nocivos como los que pueda tener en nuestro organismo el alcohol, tan habitual en cualquier acto de campaña, ciertos políticos han manifestado que el consumo de marihuana podría afectar a las capacidades cognitivas de sus colegas.

Y es que, como piensa Malik Burnett, miembro de la Drug Policy Alliance y cofundador de la D.C. Cannabis Campaign, en el Congreso hay un porcentaje de políticos que sí que agradecerían el poder degustar un poco de marihuana entre debate y debate. Según el congresista republicano Jared Polis, el porcentaje estaría situado en torno al 5%. Aunque, como él mismo reconocía ante la National Cannabis Industry Association, “creo que la edad promedio en el Congreso es de 60 años. No sé qué porcentaje de personas de 60 años consumen marihuana en Estados Unidos, pero es probable que sea similar en el Congreso”.