La Organización Mundial de la Salud (OMS), el organismo de la Organización de las Naciones Unidas especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial, considera que la planta es una sustancia buena y efectiva para el tratamiento de diversas patologías. Este posicionamiento refuerza las tesis que abogan por la legalización del cultivo y el consumo.

Aunque a un ritmo menor del deseable, la legalización del cannabis para fines médicos o recreativos se va imponiendo en muchos países. En este contexto, la OMS ha decidido actualizar su posición y tratar una posible adaptación de la legislación internacional al respecto, cuya forma actual prohíbe el cannabis bajo cualquier formato. Así, el pasado mes de junio, publicó una revisión previa de su investigación sobre la planta, aportando las conclusiones del Comité de Expertos sobre Dependencias a las Drogas, en las que se señalan algunos de los últimos hallazgos positivos sobre su consumo. Ello puede marcar un punto de inflexión y ser la base para revertir la legislación prohibicionista. Es cierto que la OMS ya había manifestado el alto valor terapéutico del cannabis, con diversos estudios e informes. La diferencia es que el señalado comité posee entre sus competencias la de emitir recomendaciones a la ONU sobre reforzar o relajar los controles internacionales.

Opinión pública favorable

Todo ello tiene su origen en la pasada primavera, cuando la FDA estadounidense solicitó opiniones públicas sobre mantener la clasificación del cannabis como una sustancia peligrosa sin ningún tipo valor terapéutico. La Organización Nacional para la Reforma de las Leyes de Marihuana (NORML), una entidad de defensa de la planta, logró recopilar más de 10.000 comentarios públicos a su favor. Posteriormente, los entregó a la agencia, asegurando que la mayoría de los comentarios públicos se posicionaban favorablemente a la legalización de la marihuana. 

La FDA envió estos comentarios al Comité de Expertos de la OMS, que se encarga de evaluar si las leyes internacionales que prohíben la marihuana deben mantener la vigencia o si, en cambio, resulta aconsejable acometer alguna modificación. La organización ya ha reconocido en diversas ocasiones que el CDB posee un alto potencial médico, además de un bajo nivel de riesgo. Sin embargo, la última revisión profundiza en la línea, al señalar una serie de conclusiones positivas relacionadas con la seguridad y el uso médico de la planta. Esto permite ser optimista a los partidarios de la legalización. 

Alto valor terapéutico

La comisión realizó un análisis exhaustivo de las últimas investigaciones sobre la marihuana como tratamiento eficaz para el dolor crónico, la estimulación del apetito, la epilepsia, la abstinencia de opioides, el trastorno de estrés postraumático y el trastorno del sueño. Además, estudió la abundante literatura preclínica, en la que se sugiere que los cannabinoides poseen la capacidad de reducir la proliferación de células cancerosas.

La organización asumió que el cannabis posee un interesante potencial terapéutico para tratar estas afecciones. No obstante, también admitió que resulta necesario seguir investigando para alcanzar resultados concluyentes, que permitan tomar una decisión final sobre su eficacia para todas estas dolencias y patologías.

Un obstáculo para la investigación

El estudio sobre los efectos terapéuticos del cannabis ha encontrado en la legislación internacional uno de sus principales obstáculos. Esta situación es, precisamente, una de las causas de que muchos estudios no sean concluyentes.

Hay que señalar que, desde la convención sobre drogas de 1961, el cannabis está en las listas I y IV, reservadas a las sustancias consideradas más peligrosas, como la heroína, y a las que se les reconoce escaso valor médico. Una de las principales críticas a la inclusión en estas listas es que, en realidad, tal decisión no se basó en ningún estudio de la OMS que confirmase ese escaso valor médico, un requisito que establecen los propios tratados.

El informe del comité de expertos realizó una nueva evaluación del riesgo de consumo de cannabis, y llegó a la conclusión de que la marihuana es una “droga relativamente segura”. La principal evidencia de ello es que jamás se ha documentado una muerte por sobredosis. Por el contrario, se advierte sobre la posibilidad de efectos secundarios agudos, incluido el deterioro de la memoria a corto plazo, así como los riesgos potenciales para el desarrollo cognitivo de los adolescentes. La revisión previa de la OMS también advierte sobre una alteración de la coordinación motora, que podría conducir a accidentes de tráfico y alterar el juicio. 

Si la ONU acepta esta recomendación, podría significar un hito importante en la lucha por la legalización del cannabis, ya que se allanaría el camino para una revisión más completa, incluyendo el testimonio de expertos y el debate. Esta investigación debería presentarse ante el comité, que a su vez podría hacer una recomendación al secretario general de la ONU, António Guterres, para cambiar las leyes internacionales sobre el cannabis. Es interesante recordar que Guterres fue primer ministro de Portugal entre 1995 y 2002, lo cual le ha permitido ver de primera mano cuáles han sido los efectos positivos de la decisión de su país de despenalizar ciertas sustancias. Por tanto, probablemente apoyaría la reforma de la legislación internacional.

Todavía sigue siendo una sustancia peligrosa para ellos

A raíz de esta noticia, por las redes sociales comenzaron a circular publicaciones que afirmaban que la OMS había dejado de considerar a la marihuana una droga. Sin embargo, tal afirmación no es cierta. El comité que trabajó sobre este asunto señaló que existen razones para avanzar en la legalización, pero no le corresponde tomar la decisión última. Además, las principales conclusiones alcanzadas se relacionan con uno de los cannabinoides, el CBD, sin darle el mismo valor terapéutico a otros de los más de 200 que se encuentran en la planta.

A pesar de ello, la evolución de muchas legislaciones internacionales, la amplia aceptación de la opinión pública y las cada vez mayores evidencias científicas del bajo nivel de riesgo y del potencial terapéutico del cannabis conducirán, probablemente, a que la comunidad internacional siga la misma senda normativa.