Llega el buen tiempo y dan ganas de salir a la calle a pasear, ir a la playa, disfrutar en general de la vida o incluso marcarse un cultivo de guerrilla. ¿Verdad? Pues bien, los cultivos de guerrilla son bastante complicados. En primer lugar, una planta de marihuana necesita exposición solar y eso implica cierta visibilidad externa. Es una planta delicada que necesita supervisión y si la escondemos demasiado realizaremos excesivos esfuerzos para regarla o mantenerla sana. Es una planta muy atractiva para jabalíes, roedores, plagas y bichos en general. Pero tranquilos, aquí estamos para apagar indecisiones y encender voluntades. Estos son los métodos más originales para ocultar un cultivo de guerrilla… y algún que otro consejo.   

A ras de suelo

Lo más sencillo y manejable es plantar a ras de suelo pero claro, existen más posibilidades de que cazadores o buscadores de setas o simples paseantes se topen con nuestro cultivo. Para limitar que esto ocurra podemos plantar nuestras niñas entre matorrales. Las zarzas son la mejor opción. Encontrar un buen zarzal, perforarlo, ensanchar un perímetro interior conectado al exterior por una especie de túnel que pueda ser tapado por una bola de zarzas de quita y pon es la mejor opción. Pero igual necesitamos llamar a un aparejador.

Es muy recomendable mantener las plantas no muy altas para reducir su visibilidad. Las autoflorecientes son variedades ideales para el guerrilla por su menor tamaño y su corto período de crecimiento y floración. Podríamos, por ejemplo, plantar cinco autoflorecientes en un lugar en pendiente (que facilite la exposición solar y que ahuyente a viejos y perezosos) de matorrales bajos. Los helechos son ideales por su similitud en color y hoja fina. Pero cuidado con el tema de la luz. Los helechos crecen muy rápido, son extremadamente invasivos y pueden colonizar la exposición solar de nuestras niñas. Otra técnica que ayuda a reducir la visibilidad ajena es cavar un hoyo en el suelo de unos 40 centímetros para que la base de la planta parta de un lugar más profundo.

Otra cuestión es el agua. Lo mejor es adherir un sistema de riego semi-autónomo. Hay distintos tipos y hablaremos de ellos en otro post más adelante. Pero lo más sencillo es enterrar unas garrafas conectadas por un tubo o una cuerda a las plantas para que vayan chupando. También deberemos regarlas periódicamente. 

Por ejemplo, este tipo (ojito a sus videos en youtube) ha optado por plantarlas directamente en sacos. Esto es algo muy interesante, sobre todo al principio (antes de que las raíces traspasen el saco de plástico) porque las podréis mover de sitio. No os olvidéis de agujerear el saco para que drene el agua.

Este otro se ha preocupado mucho porque los animales y bichos no se zampen sus preciosas y les ha fabricado unas mallas. Fijaos que también ha optado por los sacos para poder moverlas de sitio.

¿Y si utilizamos los árboles pequeños y medianos para ocultarlas? Especialmente recomendables son los olivos, que tienen hojas puntiagudas semejantes a las del cannabis. Plantar la maría en un tubo de pvc relleno de tierra que será ocupado rápidamente por las raíces hasta llegar al suelo. Posteriormente se puede incluso cubrir con poliuretano y luego pintarlo del color del tronco del olivo. Así las hojas quedarán escondidas dentro del olivo. Deberemos procurar que el árbol no le tape demasiado el sol.

En definitiva, hagamos lo que hagamos, tratemos de que no se note que la mano del hombre ha modificado ese lugar. Cubre de hojas el suelo removido, camufla los matorrales dañados, etc.

A ras de cielo

 

El suelo es el territorio de los paseantes y curiosos. Para minimizar riesgos, nada como cultivar en las alturas, ya sea en las ramas o copas de los árboles o en los tejados de alguna construcción. Se reduce el riesgo de que las identifiquen pero aumenta la inaccesibilidad y el esfuerzo. A no ser que tengamos la típica casa del árbol de Bart Simpson o unas escaleritas, nos las veremos negras para subir a regarlas. Por eso es imprescindible instalar un buen sistema de riego semi-autónomo a base de garrafas u otros artilugios.

El cultivo de guerrilla está asociado al bosque o a la selva. Sin embargo, esto no es condición imprescindible. Nada como darle a la imaginación y exprimir nuestro cerebro para aprovechar el entorno urbano. Por ejemplo, un tejado de algún edificio abandonado donde no sea complicado acceder a regar es un buen lugar. Ojito con pasarse porque los helicópteros suelen sobrevolar las grandes ciudades en septiembre en busca de terraceros excesivos. Fear the chopper!

Entre los cultivos

Y si ya nos queremos marcar la plantación padre y soltarnos el pelo, esconder la marihuana entre los cultivos de maíz o entre cultivos altos en general siempre ha sido la técnica preferida de los narcotraficantes en exterior. Lo que ocurre es que la práctica más común es abrir un hueco en un cultivo ajeno y colocar en el mismo sitio las 10 plantas, facilitándole la labor a los helicópteros. Lo que hay que hacer es abrir huecos más pequeño y diversificar. Pero bueno, este principio es de lógica común y se aplica a cualquier cultivo de guerrilla. No pongas todas tus plantas en un mismo sitio.