Son raras las ocasiones en que oímos hablar de mujeres relacionadas con la industria del cannabis. Naturalmente, existen figuras visibles dentro de la escena cannábica: abogadas, empresarias, periodistas, políticas... Pero cuando buscamos en Internet temas relacionados con cannabis y mujeres, nos encontramos básicamente con dos grandes grupos: el de las noticias sobre mujeres detenidas por tener plantaciones domésticas -los chivatazos suelen ser la razón de que las descubran-, y las numerosas y contradictorias informaciones sobre hipotéticos daños de la marihuana a las mujeres embarazadas.

(Jodie Emery, activista cannábica y directora de Cannabis Culture Magazine y PotTV)

No es que falten mujeres activistas, sino que -como en muchas otras materias- están infrarrepresentadas en posiciones de poder y puestos de mando. A medida que la igualdad va ganando terreno, más mujeres irán apareciendo en esos campos. No parece un problema insalvable.

Sin embargo, sí se pueden encontrar ciertas peculiaridades en la relación de las mujeres con la industria cannábica, ciertos puntos que han generado y todavía siguen generando diferencias en el modo en que hombres y mujeres se aproximan a este mundillo. En general, las mujeres fuman, cultivan y apoyan la causa con discreción y en la intimidad -aunque las cosas están cambiando al amparo de los nuevos aires de libertad que se respiran cada vez con mayor nitidez-. 

¿Por qué ocurre esto? ¿Cuáles son las causas de esta falta de protagonismo? 

Aquí apuntamos a tres grandes razones que podrían explicarlo. Ciertamente, en un escenario futuro de marihuana legal, parte de estos problemas quedaría resuelta. Pero no está de más reflexionar sobre la otra parte.

1. El sentimiento de culpa

Ya lo señalábamos antes: los medios de comunicación revientan de artículos y advertencias sobre los riesgos de fumar cannabis durante el embarazo. Desde supuestos retrasos en el crecimiento fetal y problemas de bajo peso al nacer, hasta hipotéticos efectos teratógenos (que causan malformaciones al feto). A pesar de que ni siquiera respecto a tabaco y alcohol -mucho más estudiados- se sabe a ciencia cierta si causan o no problemas en el embarazo y en qué dosis, y a despecho también de que uno de los más recientes y serios estudios sobre el tema -con un amplio grupo de mujeres jamaicanas consumidoras habituales de marihuana-, haya tenido unos resultados que sugieren exactamente lo contrario, el discurso oficial da mucho miedo

Pero es que no solo se trata del embarazo. Con la misma energía, se apunta que el consumo de marihuana reduce la fertilidad y acelera el envejecimiento celular. Resultado: todas las mujeres en edad de merecer (de merecer un poquito de marihuana, al menos), fuman con la sensación de que pueden estar poniendo en peligro su futura maternidad de todas las formas posibles. Y que la sociedad las señalará con el dedo por su negligencia. Y que sus futuros hijos pagarán las consecuencias. Aunque no se lo crean del todo, les queda la duda. Y así no hay quien disfrute en paz de un canuto.

(Cheryl Shuman y su hija dirigen el Club del Cannabis de Beverly Hills: aseguran que fumar marihuana las hace ser mejores madres)

2. El peso de la ley 

Mientras la marihuana sea ilegal, la mayoría de las mujeres seguirá optando por la discrecion. Se ha analizado hasta la saciedad el hecho de que el carácter masculino sea más propenso a "correr riesgos", a la aventura, en tanto que las mujeres tienden a la prudencia, a asegurar la supervivencia. Esa sería la razón, en teoría, pero es que para las mujeres la amenaza es bien concreta: en muchos países occidentales, si una mujer es condenada por temas de cannabis, la ley le retira la custodia de sus hijos. Considera que siendo fumadora no está en condiciones de atenderlos adecuadamente. 

Este es el argumento que me dieron casi todas las mujeres a las que pregunté por el carácter íntimo de su hábito. Y, la verdad, es un argumento potente.

(Mz Jill - Co-Fundadora de TGA Genetics y una de las breeders más reconocidas del mundo)

3. Los estereotipos presentes

Heredera de la contracultura de los años sesenta, de la revolución sexual y su regocijado deseo de escandalizar, la cultura cannábica está muy ligada al sexo. Y en su afán de provocación usa todo tipo de reclamos de esta índole, asociando en su imaginería la ebriedad cannábica con la satisfacción erótica y, por tanto, con estereotipos de bellas -y tetudas- mujeres que se aligeran de ropa y prejuicios al olor de la maría. Más que sujetos, se las presenta como objetos del fumeteo. Son, como todo, reminiscencias del pasado, y sin duda desaparecerán pronto junto a tantos otros estereotipos viejunos. Pero, de momento, resultan poco estimulantes para muchas mujeres.

Y en cuanto al cultivo y a los foros de cultivadores, también poco frecuentados por féminas, la jerga de la comunidad podría tener algo que ver: las plantas hembras reciben todo tipo de apodos "cariñosos", desde "bitches" (zorras), hasta "nenas", "putitas",.... etc., que tampoco ayudan a reclutar cannacultoras.

Pero estamos en los albores de una nueva era. Con la imparable legalización y normalización del cannabis, estos obstáculos tenderán a ir cayendo uno a uno. Desde la investigación médica hasta la conciencia social, la marihuana irá encontrando su auténtico lugar en la vida de las mujeres. Y ya no habrá quien nos pare.

 

Fernanda De La Figuera - Ganadora Del Cannabis Culture Awards 2012

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Autora del post: Cristina Pizarro, periodista y activista cannabica.