Un olor penetrante a queso curado o tal vez a picante. Quizá más ligero, mezclado con flores o corteza de cítricos. En cualquier caso, son muchos los tipos de cannabis que huelen a esa delicia gastronómica que obtenemos de la leche de la vaca, la oveja o la cabra. ¿Cómo es posible? Todo se debe a los mismos elementos que dan otro tipo de aromas a muchos vegetales: los terpenos. Hay gente que no aguanta esa fragancia, pero hay mucha otra que sí, lo que ha dado para crear plantas de marihuana que ofrecen ese perfume tan característico con distintos matices.

Un aroma que recuerda a campo, a encuentros con los amigos o al pueblo de la familia. A un bocadillo o a un aperitivo antes de almorzar. Para muchos, es sentirlo en la nariz y que la boca se haga agua o el estómago pida alimento. Hablamos de las variedades cannábicas que huelen al rico y delicioso queso. Aquellos que amen este alimento seguro que se regocijarán con esas semillas y probablemente sean sus preferidas para plantar o consumir. Pero ¿cómo es posible que la hierba huela igual que un producto de origen animal?

La respuesta hay que encontrarla en los terpenos, los responsables químicos del olor del cannabis y, además, de parte de sus propiedades medicinales. Se trata de moléculas volátiles que también se encuentran en frutas, hierbas o especias. Gracias a ellos distinguimos las variedades que huelen a queso de aquellas otras que huelen a flores o incluso a petróleo. Además, los terpenos también ayudan a diferenciar el color y el sabor. No en vano existen más de doscientos solo en el cannabis, aunque no todos los podemos asociar con otros olores presentes en la naturaleza.

Así, el terpeno linalool tiene un olor penetrante que recuerda a la lavanda, pero además posee poderes relajantes, ideales para aquellos que consumen la hierba para conciliar el sueño. Los limoneros, por su parte, recuerdan a las cáscaras de los cítricos, son antidepresivos y ayudan al flujo gástrico; también, a combatir hongos, bacterias e insectos en la planta durante el cultivo.

Y luego están los que permiten asociar una variedad de cannabis al queso. Estos terpenos se encuentran entre los que poseen un olor más penetrante, pero también entre los de sabor más delicioso. Su presencia, como en otros casos, depende de la iluminación, la composición del suelo o los nutrientes. Al igual que en otros terpenos, hay personas que se sienten más atraídas que otras (es lo que pasa con las abejas que acuden a una flor en concreto y no a otra), de ahí que a algunos les encante oler esas variedades y otros las repudien.

El que nos recuerden en mayor o menor medida al queso se lo debemos a una serie de ácidos presentes en los terpenos. Uno de ellos es el caprílico u octanoico, que también está presente en la leche de los mamíferos e incluso en el coco. Otro es el hexanoico, que se encuentra en grasas animales y que produce el olor ‘a calcetines usados’. Algo parecido le pasa al ácido isovalérico, que recuerda al olor a pies sudados y que se produce durante la elaboración del queso. Aunque pueda tirar para atrás o sonar repugnante, estos ácidos están muy presente en la composición de algunos aceites esenciales.

Por otra parte está el ácido butírico, presente en alimentos como la mantequilla. Incluso, hay presencia del metanotiol, un gas de olor desagradable, como de excrementos o col podrida, pero que se produce también de forma natural en algunas variedades de queso debido a la acción de microorganismos. Como se puede comprobar, todos ellos están relacionados en mayor o menor medida con alimentos lácteos u olores que asociamos al camembert, al roquefort o al manchego, por decir solo algunos nombres. Su mayor o menor presencia hacen que nos recuerden a uno u otro tipo.

Así, si queremos un olor a queso fuerte, como si hubiese sido curado en cuevas y que sepa a tierra, deberíamos optar por una Uk Cheese Auto. Si gustan los quesos picantes o añejos, la opción sería la Sweet Cheese. Si en cambio se prefiere un sabor más dulce o un olor más tenue, la opción es la Blue Cheese Autoflowering, que cuenta con notas a cítricos o arándanos y que también destaca por ser utilizada para relajarse.

Porque sí, como le sucede a algunos tipos de queso, también es posible encontrar variedades cannábicas donde se mezclen los olores y sabores de este manjar con otros vegetales. Los terpenos hacen que los fans de las frutas del bosque y el queso viejo deban probar la Triple Cheese, que también ayuda al descanso. Aquellos que prefieran el olor a flores frescas pueden probar la Cheese Cbd de Dinafem, que recuerda al queso curado; el CBD que contiene ayuda a calmar la ansiedad o a relajar los músculos.

El olor de cualquiera de estas variedades no debe asustarnos, ya que para algunos el ácido isovalérico, aquel que generaba el olor a pies sudados, ha mostrado su efectividad como anticonvulsivo; de hecho, podría formar parte de la valeriana, conocida por sus propiedades relajantes.

La Cheese, un mito viviente

Que se lo digan a los británicos, a los que el olor a queso no les asusta nada: la variedad Cheese (‘queso’ en inglés) es todo un mito en Reino Unido y una de las genéticas con más éxito. Fue popularizada en los años 90 por el colectivo Exodus, que centró la actividad cannábica en el país durante esa década. Sus promotores diseñaron una variedad feminizada con dominancia Indica, mezcla de una Skunk #1 y una Afghani # 1. Tiene un sabor fuerte, intenso y duradero a queso curado (aunque hay reminiscencias a maderas ahumadas o frutos secos), que ha hecho las delicias de miles de fumadores desde entonces. Es más, es un clásico de los ‘coffee shops’ holandeses.

Desde sus inicios la Cheese impresionó, además de por su olor, por la cantidad de su producción y por la facilidad para cultivarla en exterior, lo que la convertía en una apuesta segura. De ella derivan muchos cruces, como los antes citados. Todos ellos, claro está, con un sabor u olor (o ambas a la vez) a queso y con la intención de mantener características que la vinculen a la original. Gracias a ello, los fans de la Cheese se pueden encontrar en casi cualquier lugar del mundo, ya que no todos toleran igual el sabor a queso curado y prefieren algo más suave o bien mezclado con notas florales.

El olor tan característico de estas variedades puede resultar muy fascinante. Sin embargo, a veces es tan fuerte que obliga a instalar filtros antiolor en su cultivo. La razón es que el aroma llega con facilidad a cualquier persona que pase cerca del recinto donde esté plantada. Puede que no queramos visitas indeseadas en nuestra casa… o simplemente no compartir con nadie los deliciosos sabores y olores de esos terpenos.