Muchos de nosotros no tenemos una terraza, un huerto, un patio; en definitiva, un espacio abierto donde cultivar nuestra marihuana. Si este es tu caso, la mejor opción es cultivar en interior. Y dentro del cultivo de interior, existen diferentes técnicas para lograr la máxima eficiencia. Dos de estas técnicas son el Sea of green (SOG) o "Mar de verde" y el Screen of green (SCROG) o "Pantalla de verde". En este post hablaremos del SOG, dejando el SCROG y su comparativa para un próximo post.

El SOG es una técnica de cultivo de marihuana que busca principalmente tres objetivos: aprovechar al máximo la superficie de cultivo, reducir al máximo el tiempo de cultivo y, dentro de estos dos condicionantes, generar la máxima producción. Se trata de rellenar el espacio que tengamos con la máxima cantidad de macetas posibles. En esas macetas plantamos esquejes pequeños a los que damos muy poco tiempo vegetativo. Es decir, les dejamos enraizar y crecer un poco o nada y, acto seguido, reducimos la exposición de luz a 12 horas para que florezcan.

 

Para ello necesitamos tener al menos dos armarios. Uno para el desarrollo de la planta madre y otro para el SOG. Los esquejes se extraen de la planta madre. Se cortan y se plantan utilizando un estimulante de raíces para que éstas colonicen en poco tiempo el espacio de la maceta. Lo más adecuado es cortar más esquejes de los que vamos a necesitar para luego seleccionar los más aptos. Sin embargo, para ello necesitamos otro espacio en el que desarrollarlos antes de introducirlos en el SOG.

 

 

Es muy importante que todos los esquejes sean de la misma planta o al menos de la misma variedad para que tengan un desarrollo similar y no entorpezcan el proceso. Ya que, si plantamos esquejes de distintas variedades, unos ocuparán más espacio que otros quitando luz a los demás o crecerán demasiado deprisa, florando a tiempos distintos. Lo ideal es que cada esqueje produzca un enorme cogollo central.

Una vez enraizados y seleccionados, los esquejes se colocan en el armario de floración. Según los espacios de los que dispongamos podemos realizar varios trasplantes para proporcionar una mayor maceta y más tierra. El riego es muy importante para que todos alcancen un tamaño y una producción similar. Lo más eficaz y conveniente es utilizar un riego automático gota a gota conectado a un depósito donde pondremos la solución de los nutrientes (s/n). De esta manera estaremos dando la misma cantidad de agua y abono a todas las plantas, lo que se traducirá en un reparto equitativo en la producción final.

 


 

Se busca que las plantas no superen los 40 centímetros y que produzcan un gran cogollo central. Por ello, las variedades índicas o grandes productoras −plantas poco ramificadas y que no necesiten de podas− son las más idóneas. Las variedades híbridas más sativas deben ponerse a florecer nada más enraizar.

 

Cuando los esquejes alcancen su cenit floral, se cortan los cogollos y se vuelven a introducir nuevos clones para repetir el proceso. Este tipo de cultivo es muy apreciado entre los que buscan la producción más eficiente de una sola variedad. Se reducen los tiempos de cosecha a la mitad, de cuatro a dos meses, saltándonos el intervalo vegetativo a través de la clonación. Al ser un proceso replicable, en un año lograremos mucha más producción ahorrando además en luz por cosecha.