Si los padres de la Constitución de Estados Unidos amasaron su fortuna cultivando cáñamo, por algo sería... Los Adams, Franklin, Jefferson, Washington y compañía hablaban sin prejuicios de esta planta, y no tuvieron el más mínimo reparo en sacarle provecho. Lástima que sus sucesores no aprendieran la lección. Quienes los reemplazaron al frente de la nación no hicieron nada por aplacar los intereses económicos de los 'lobbies'. Tanto es así que, sabedores del importante papel que desempeñaba el cáñamo, se vieron obligados a mirar para otro lado y ocultar la cinta 'Hemp for Victory'. 

En el fragor de la batalla, cuando medio mundo agonizaba inmerso en una contienda ilógica (como cualquier otra), los mandamases políticos de turno no tuvieron el menor reparo en echar mano de los recursos que anteriormente habían desechado para mantener vivas sus opciones de victoria. Si en 1937, apodada como la 'Asesina de la Juventud', la marihuana había sido declarada enemiga pública, con la Segunda Guerra Mundial en pleno apogeo las autoridades estadounidenses no tuvieron otra salida que rescatarla de la ilegalidad para encomendar a sus agricultores un importante cometido.

Allá por 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial se encontraba en pleno apogeo y ya había sido necesaria la intervención de las Fuerzas Armadas estadounidenses, el Departamento de Agricultura del Gobierno de Estados Unidos encomendó una nueva misión a sus agricultores: planten cáñamo. Material imprescindible, por aquel entonces, para fabricar desde cuerdas hasta las mangueras que utilizaban los bomberos, pasando por las suelas de los zapatos de los soldados o los paracaídas de las brigadas que se desplazaban por el aire.

A comienzos de ese año, Japón cortó el suministro de cáñamo a Norteamérica y, con las comunicaciones marítimas notablemente afectadas, la administración Roosevelt se vio obligada a tomar cartas en el asunto para proveer a su industria del cáñamo necesario para la fabricación de todos esos artilugios. Como ya hicieran sus oponentes de la Alemania nazi, pusieron en marcha una campaña para educar a los agricultores en el cuidado de estas plantaciones. Eso sí, mientras los germanos se decantaron por historietas de cómic, los estadounidenses optaron por aprovechar un recurso típico de la época y tiraron de lo mejor del cine. Rodaron una cinta titulada 'Hemp for Victory' , algo así como 'Marihuana para la Victoria'.

En este cortometraje de apenas 15 minutos, las autoridades trataban de convencer a los agricultores norteamericanos de lo beneficioso que era el cultivo del cáñamo y les daban consejos para ponerlo en práctica. Todo por el bien de la madre patria, como apuntaba el apoteósico final: “Al igual que en los viejos tiempos cuando navegábamos los mares victoriosos, con velas de cáñamo”. Tal era el empeño del Gobierno estadounidense que incluso ofreció diversos incentivos para que los agricultores asistieran a las proyecciones.

No solamente se les animó con el aliciente de librarse de acudir al campo de batalla, tanto ellos como sus hijos, si entre 1942 y 1945 se afanaban en el cultivo del cáñamo. También se establecieron acuerdos con la industria encargada de fabricar las máquinas para la recolección de este cultivo, para que redujesen el precio de sus productos. En una economía totalmente capitalista, el Estado se vio obligado a intervenir sin contemplaciones.

“Los planes están orientados a promover la expansión de la industria del cáñamo como parte del programa de guerra. Este film está hecho para enseñar a los granjeros como manejar este cultivo ancestral”, relataba el narrador de la película. En este pequeño documental, las autoridades de Estados Unidos, más allá de explicar cómo la clave se encontraba en que “el cáñamo deja la tierra en buenas condiciones para la próxima siembra”, se afanaban en transmitían una imagen positiva y libre de prejuicio alguno de este cultivo. 

Se hablaba de la plantación de la marihuana con total naturalidad, pese a que sabían que de ahí, además de los materiales necesarios para librar la guerra contra Hitler, nacerían los frutos que más tarde podrían fumarse. No importaba. El Gobierno estadounidense pretendía incrementar en más de 140 hectáreas el cultivo de cáñamo y no temía que esto trajese consigo un aumento del consumo de cannabis (como acabó sucediendo).

Todo era tan bonito que no podía ser cierto... Las autoridades estadounidenses tardaron poco en recular y hacer como si la cinta 'Hemp for Victory' jamás hubiera existido. Durante décadas, nadie supo de esta película. Misteriosamente desapareció como si, de la noche a la mañana, el Gobierno de Estados Unidos hubiera conseguido el material necesario para fabricar las botas de sus soldados y las mangueras para la extinción de fuegos. Todos negaron haber participado en la elaboración de esta película. Hasta tal punto llegó su arrepentimiento que no quedó rastro de ella. 

¿Magia? ¿Brujería?

Como en toda gran historia, no podía faltar una buena dosis de misterio, un aliciente muy típico de la relación que a lo largo de los siglos han mantenido las autoridades estadounidenses y la marihuana. Que si me dedico a fabricar una variedad de cannabis y la envuelvo en un aura de intriga, que si hago una película para promover el cultivo de cáñamo y, como por arte de magia, hago que desaparezca... No obstante, al final todo acaba saliendo la luz. Cuando menos lo esperaban, en 1989, tras una búsqueda exhaustiva, Maria Farrow, Carl Packard, y Jack Herer dieron con 'Hemp for Victory' en los registros de las biblioteca del Congreso.

Aunque pocos, muy poderosos eran aquellos que instaron a las autoridades norteamericanas a deshacerse de la película que ponía en peligro sus industrias. Los grandes 'lobbies', a los que el incremento de plantaciones de cáñamo podía perjudicar, movieron los hilos para no dejar rastro de aquella victoria de la marihuana. De eso hablaremos en otra ocasión. Ahora, saboreemos esta dulce victoria del cannabis, que dio al traste con las sucias artimañas de ciertos poderes económicos.

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