Si antaño la mayoría de consumidores buscaban las variedades más ricas en THC para disfrutar de un viaje lo más piscoactivo posible, ahora la tendencia se ha invertido. El cannabis que tiene menos niveles de tetrahidrocannabinol (en torno al 0,2 y el 1%) pero es rico en CBD triunfa en distintas partes del mundo. Esta marihuana ‘light’, como muchos la conocen, ha conseguido el visto bueno de las autoridades, y son muchos los consumidores que han encontrado en ella una vía alternativa para ahorrarse el colocón y disfrutar de la planta, así como de sus propiedades terapéuticas.

De un tiempo a esta parte se atisba en la industria cannábica una revolución que ha comenzado a despuntar. Sus consecuencias están siendo muy positivas, ya que está permitiendo que el cannabis se gane el beneplácito no solo de las autoridades, dispuestas a despenalizar, sino también de la opinión pública. Los gobiernos por fin se han dado cuenta de las propiedades medicinales del cannabis, y la sociedad en general comprueba que cada vez son más los que recurren a la marihuana en busca de alivio a sus dolencias, en lugar de por su efecto psicoactivo.

Gran parte de la culpa de este cambio la ha tenido el cannabis ‘light’, es decir, el que contiene unos altos niveles de CBD (cannabidiol) y solo una cantidad testimonial de THC (tetrahidrocannabinol). Las variedades que poseen estas proporciones no provocan los efectos que desde tiempos inmemoriales ha asociado el imaginario popular a la marihuana, tales como la euforia, la pérdida de memoria a corto plazo o la ansiedad. Con estas genéticas ocurre todo lo contrario, pues son más aconsejables a la hora de relajarnos, combaten la ansiedad y el insomnio y no tienen efecto en nuestra memoria.

Esto ha provocado que incluso quienes no habían tenido contacto con el cannabis se hayan interesado por la planta para así combatir ciertos problemas de salud. Por todos estos motivos, los bancos de semillas llevan trabajando algunos años con el propósito de diseñar genéticas más ricas en cannabidiol que puedan llegar a un público más mayoritario, sin dejar de lado a los consumidores habituales. El objetivo es conseguir variedades que mantengan el aroma y el sabor más puro de la marihuana, pero en cogollos donde impere el CBD y los niveles de THC no sobrepasen el 1 %.

La revolución en Suiza

El país helvético ha sido uno de los pioneros en la despenalización del cannabis ‘light’, siempre que los niveles de CBD sean altos y los de THC no sobrepasen el 1 %. Desde 2011 se puede comprar no solo en ‘grow shops’, sino también en los habituales establecimientos donde podemos encontrar tabaco y prensa escrita. Incluso ya está presente en algún supermercado de la cadena Lidl. Allí, ya son muchos los que no tienen el más mínimo pudor a la hora de reconocerse consumidores de cannabis ‘light’ o CBD. Algunos lo hacen para tratar de paliar ciertas dolencias, para lo que antes utilizaban aceite de cannabis (que tiene un alto contenido de cannabidiol), pero también los hay que recurren a estas variedades para regular los efectos psicoactivos que les provocan algunas otras genéticas con THC que consumen.

Esto ha traído consigo una auténtica revolución en la industria, puesto que han sido muchas las empresas que han surgido para abastecer a este mercado. Empresas como KannaSwissCBD420 producen de forma industrial para suministrar el cannabis a todos los establecimientos que lo comercializan. La primera cuenta con distintos invernaderos donde cultiva hasta 1000 plantas de genéticas ricas en CBD, como la Dinamed Cbd, cuyos cogollos sería imposible distinguir de aquellos otros que están cargados de tetrahidrocannabinol.

En este sentido cabe destacar que la extracción de este componente del cannabis está penalizada por las autoridades internacionales, por lo que las empresas deben contar con el permiso de las instituciones estatales. Las agencias de salud de cada país deben dar luz verde a las empresas, y en Suiza han sabido aprovechar la oportunidad para hacerlo. Visto lo visto, han estado ágiles anticipándose a un movimiento que generará muchos beneficios a las firmas suizas que, más pronto que tarde, comenzarán a exportar a otros países estos productos, engrosando así las arcas del Estado.

Una ola imparable

Por si quedase alguna duda al respecto, el Comité Experto en Drogodependencia de la Organización Mundial de la Salud publicó a finales de 2017 un informe en el que hablaba del CBD como “relativamente seguro y no adictivo”. Además, la cuarta conclusión de dicho documento aclaraba que este compuesto del cannabis “no está en el listado de las Convenciones Internacionales de Control de Drogas de Naciones Unidas de 1961, 1971 ni 1988”. Esto quiere decir que, ni antes ni ahora, ha sido considerado por Naciones Unidas como una droga.

Esto no solo potencia que el cannabis ‘light’ pueda convertirse en el elemento que permita cambiar la imagen que muchas personas, aún hoy, tienen de la marihuana, sino que corroborará sus propiedades terapéuticas con nuevas investigaciones y garantizar nuevos usos. Sin ir más lejos, la Agencia Mundial Antidopaje ya ha eliminado el CBD de su lista de sustancias prohibidas, por lo que los deportistas profesionales podrán recurrir a ella para paliar ciertas dolencias. 

Es por esto por lo que, además de Suiza, hay otros muchos países que están tomando medidas más permisivas respecto al CBD. Uno de ellos es Italia, donde se puede consumir y comercializar cannabis siempre que los niveles de THC no sobrepasen el 0,6 %. Desde el pasado año, más de 130 establecimientos tienen autorización para vender ciertas variedades ricas en cannabidiol, lo que ha servido a la comunidad de este país para reivindicar más permisividad en el consumo de la marihuana. 

En España ya se comercializan aceites concentrados de CBD tanto en ‘grow shops’ como en algunos herbolarios, pero su forma en flores secas todavía no está permitida. No obstante, esto es solo el comienzo. Como muchos vaticinan, el cannabis ‘light’ puede acabar por convertirse en el ariete que logre derribar las barreras institucionales que frenan el consumo de cannabis, ya sea medicinal o recreativo, sin necesidad de escondernos ni con el temor a tener que dar explicaciones ante la justicia.