Muchos pueblos del mundo tienen una larga tradición de cultivos de cáñamo. Tradición que se remonta a sus orígenes y que hoy queda a la vista de forma orgullosa en sus escudos, banderas y gentilicios. Lugares de Cuenca, Ciudad Real, Francia, Suiza y hasta Rusia son solo algunos de quienes hoy recuerdan ese legado.

Cada región, localidad o pueblo se define por su historia, por su lengua y por sus leyendas. Se define, también, por la herencia de miles de años que inunda sus calles y que deja huella en los ciudadanos que hoy las recorren y que habitan sus casas. Una herencia a veces olvidada, pero que sigue presidiendo con orgullo los ayuntamientos y los castillos milenarios.

Lo hace representada en forma de escudos de armas y banderas que se convierten hoy en la prueba más evidente del pasado. Son numerosas las regiones que tanto necesitaban el cáñamo para salir adelante, por cuestiones de cultivo, que lo hicieron protagonista de su heráldica. Dos de esos lugares son de España.

Cañamares es un pequeño municipio de la provincia de Cuenca situado a apenas 60 kilómetros de la capital y con una población que no supera las 700 personas. Sus habitantes son conocidos como ‘cañamareros’, un gentilicio que cualquier lector avispado relacionará con el cáñamo. Si lo hace no será de forma errónea, pues este pequeño pueblo español siempre fue conocido por cultivar este producto – de hecho, era su cultivo principal.

Así queda recordado en un escudo donde predomina el verde. En él, tres plantas dominan el espacio, cada una de ellas con cinco hojas que crecen sobre un suelo de su mismo color.

Algo similar encontramos en Santa Cruz de los Cáñamos, una villa situada en el Campo de Montiel (Ciudad Real), que adquirió este nombre allá por el siglo XVI a causa del importante cultivo que se realizaba en una vega del municipio, a los pies del conocido como Cerro Santo, cuando apenas contaba con 200 habitantes: los santacruceños. Tanto en su bandera como en su escudo predominan el verde y el amarillo, y ambos están presididos por dos hojas de marihuana.

Los ‘cannabriends’ habitan la comuna francesa de Chennevières-lès-Louvres (en el Valle del Oise) rodeada de campos verdes, parques y naturaleza. Situada al norte del país, apenas a 850 kilómetros del País Vasco, es conocida por su escudo de armas, donde el verde resalta, donde crecen flores de marihuana bañadas en oro, con orgullo de ser exhibidas. En la actualidad esta región sigue cultivando cáñamo, al igual que ocurre con Valle del Marne, otra comuna de la zona.

En este último caso, se representan en su escudo al menos ocho hojas de marihuana - de color blanco - sobre un fondo rojo.

También en Francia, otro lugar, la región de Servant (en Puy-de-Dôme) presume de la hoja de marihuana. En esta ocasión comparte escenario con un lobo, animal característico de la región, y con un ánfora de plata que representa la importancia del vino. La región se caracterizaba por producir tanto este producto como el cáñamo que luego exportaba.

Muy cerca de allí, la región belga de Hamme también se muestra orgullosa por sus escudos. Uno, el de la antigua comuna belga, viene representado por dos plantas de cáñamo. En una crecen las hojas de marihuana y en la otra ya han nacido los cogollos. Más recientemente fue actualizado sin dejar de lado los dibujos de cáñamo del anterior.

Una sola planta de cáñamo formada por seis hojas de marihuana construye por completo el escudo de Wangen- Brüttisellen, en Zurich (Suiza) sobre un fondo blanco.

La bandera de Kimovsky, en la región rusa de Tula, también muestra sin complejos tres plantas de cáñamo con dos hojas de marihuana cada una sobre un fondo de colores blanco, rojo y negro. El suyo y el de los otros lugares nombrados son solo algunos ejemplos de aquellas zonas que muestran su legado en el cultivo del cáñamo sin tapujos. 

Según la ciencia heráldica el cáñamo era un símbolo que no solo representaba abundancias de cultivo, sino que también era considerado un material que inspiraba salud, fertilidad, esperanza, alegría, desafío y lealtad – especialmente cuando venía representado con color verde. Mientras tanto, el color amarillo oro, que suele acompañar a algunos de los escudos, simboliza la generosidad y la “elevación de la mente” de los pueblos que cultivaban este producto.

Para muchos puede resultar difícil imaginar a un ciudadano de la vieja España o de su vecina Francia mostrando sin tapujos los motivos cannábicos del escudo o la bandera de su pueblo, pero estos son una prueba fehaciente de que el cáñamo y sus hojas han definido lo que hoy son algunos de esos lugares.

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Con información de Rutadelmimbre.es, Abcviajes.com, Santacrucico.galeon.com, Sensiseed.com, Fedeviti-puydedome.com, Heraldik.ru

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