No existe una postura científica consensuada acerca de los límites legales de THC en sangre para circular, por lo que cada país posee una legislación distinta en esta materia. Canadá, por ejemplo, toma como referencia la normativa noruega, donde la ley se ajusta con claridad a unos baremos parecidos a los del alcohol, que establecen la gravedad en torno a distintos niveles. Pero en otros lugares, como Alemania, la norma es más restrictiva al volante con la marihuana que con el propio alcohol, sin aparente fundamento científico. Se trata de un debate muy controvertido y de mucho interés para las naciones que están en vías de legalizar el consumo.

Con el avance de la legalización cannábica en países como Estados Unidos, uno de los debates paralelos que más se han intensificado es el de la seguridad vial y los límites de THC en sangre. Cada país interpreta de una forma muy diferente los test de sangre, al no existir un consenso científico en torno a los riesgos que implica una determinada cantidad de THC en el conductor. Además, existe mucha disparidad en la penalización: algunos la igualan a la normativa del alcohol y otros se muestran más restrictivos. Los datos, sin embargo, indican que la relación de accidentes con una sustancia y otra no tienen nada que ver.

El cannabis y la carretera en datos

Un estudio realizado con las bases de datos policiales de Francia en 2011 reveló que los conductores bajo la influencia del alcohol tienen casi 18 veces más posibilidades de ser responsables de un accidente fatal, mientras que los conductores bajo la influencia del cannabis multiplican en un 1,65 el riesgo de causar un accidente mortal. Si los conductores no excedieran el límite legal de alcohol, Francia evitaría casi un 28 % de los accidentes mortales, y si ningún conductor condujese bajo la influencia del cannabis se estima que se evitarían el 4,2 % de esos accidentes.

Algunas investigaciones académicas indican que conducir en estado de ebriedad es más peligroso que hacerlo bajo los efectos del cannabis, en parte porque las personas bajo la influencia de la marihuana tienden a estar más conscientes y alerta que las personas ebrias. 

Sin embargo, que los efectos del alcohol sean más peligrosos al volante no quiere decir que conducir bajo los efectos de la marihuana sea seguro. De hecho, las autoridades estadounidenses apuntan a que existe un problema de concienciación con este tema en regiones donde recientemente se ha legalizado el cannabis.

El Departamento de Transportes de Colorado hizo recientemente una encuesta entre consumidores habituales de marihuana, y un 55 % de los participantes opinaba que conducir bajo los efectos del cannabis era seguro. Dentro del estudio, más de la mitad confesó haber conducido bajo los efectos psicoactivos de la marihuana en el último mes. Esto revela que no existe el consenso que sí hay en torno a los riesgos del alcohol y que se trata de una materia que requiere de más investigación científica y concienciación ciudadana.

Los límites del THC en sangre, en entredicho

El problema al que se enfrentan tanto las autoridades como la comunidad cannábica es que no existe un método fiable e uniforme para medir el nivel de THC. Las pruebas de orina pueden presentar indicadores químicos sobre el uso de la marihuana, días después de haberla consumido. Por su parte, las muestras de sangre, la prueba más utilizada hasta el momento, también tienen sus limitaciones, ya que los niveles de THC disminuyen de forma más rápida en consumidores ocasionales que en usuarios habituales. Esto lleva a que muchas veces se persiga a usuarios que no están conduciendo bajo los efectos psicoactivos de la marihuana, sino que han consumido horas antes e incluso días.

Las leyes en Alemania ilustran bien este problema. El límite de THC en sangre es de 1 ng/ml, al igual que en Irlanda, Dinamarca o Bélgica, pero con una prueba distinta al resto de países: se analiza el suero sanguíneo, no los niveles de la sangre, lo que duplica el valor de las sustancias analizadas. Es decir, en Alemania 0,5 ng de THC en una prueba acarrean hasta una multa de 800 euros y la retirada del carné. Esta pequeña dosis puede prevalecer en el cuerpo días después de haber consumido, sin que esto signifique que el conductor esté bajo los efectos psicoactivos. 

Además, a diferencia de las infracciones relacionadas con el alcohol, muchas veces el conductor debe probar que no consume cannabis si se le ha retirado el carnet de conducir. Esta persecución penal, sin base científica, ha empujado a la movilización social a varias asociaciones alemanas, como la German Hemp Association, que pide homologar su legislación al resto de países, como en Suiza o Países Bajos, donde la tolerancia aplicada es de 3 ng/ml.

En España, el aparato escogido por las autoridades para detectar THC es el test Dräger, que pone el punto de corte en solo 5 ng/ml de saliva, frente a los 20 ng/ml para opiáceos y cocaína o los 50 ng/ml para las anfetaminas. En definitiva, na máquina de poner multas a consumidores de cannabis.

En algunas regiones de Estados Unidos, como Montana, Maine y Colorado, el límite se encuentra en 5 ng/ml. Sin embargo, el debate sigue estando en que la norma, para ser justa, necesita estar basada en unos resultados empíricos y no ideológicos, ya que distintos sectores de la sociedad encuentran en estas leyes una persecución al consumidor habitual de cannabis, que puede dar positivo fácilmente sin conducir bajos los efectos de la marihuana. De hecho, en algunos países de Europa incluyen sustancias como el THC-COOH, que no es psicoactivo, a la hora de realizar un test de THC a los conductores. 

Noruega, la normativa más clara sobre cannabis y conducción

Aunque Noruega no se encuentra entre los países más avanzados en términos de despenalización del consumo, sí ha aplicado un enfoque muy relevante en materia de seguridad vial y cannabis. Basándose en evidencias científicas, el país escandinavo ha establecido un sistema de tres niveles: más de 1,3 ng se consideran como un 0,2 de alcohol por mililitro; más de 3 ng como 0,5 por mililitro, y cualquier análisis que dé positivo en más de 9 ng estará penado de forma severa, al igual que por conducir ebrio con un nivel de alcohol en sangre superior a 1,3 mililitros. 

Se trata de un sistema ecuánime, que pretende hacer un paralelismo justo con las infracciones por niveles de alcohol. Canadá se prepara para la despenalización del consumo, y por ello está elaborando una normativa vial similar a la de Noruega, basada en un sistema de 3 niveles. Así, las autoridades no aplicarán ninguna sanción por resultados menores a 2 ng/ml de THC en sangre. Entre 2 y 5 ng/ml se tratará de un delito menor, punible con una multa de hasta 1000 dólares canadienses (más de 660 euros). Por último, superar el límite de 5 ng/ml se considerará delito penal, aunque se decidirá de forma individual si el caso se resuelve con multa o se lleva a los tribunales.

Otra novedad interesante que va a incluir el sistema canadiense es que los niveles de sangre deben medirse en las 2 horas posteriores de la detención del conductor. Este cambio indica que los países que están desarrollando sus normativas viales en relación al consumo de marihuana tienen en cuenta los debates y problemas que denuncia la comunidad cannábica en otros países. Se trata de un asunto delicado, que está suscitando nuevos estudios científicos y mayores inversiones, y que de aquí a unos años contará con más evidencias para establecer un sistema tan seguro para los conductores como justo para los consumidores habituales de cannabis.