Aunque el verde es el color predominante en las plantas de cannabis, hay variedades que se visten de otros tonos: morados, azules, rojizos y dorados aportan un toque de distinción. La transformación se debe a la genética y la presencia de diferentes pigmentos que dan a la marihuana su peculiar aspecto.

El verde es el color emblemático de las plantas de marihuana. Por eso, cuando sus hojas adquieren otras tonalidades, los afanados cultivadores suelen preocuparse, ya que algunos de estos cambios pueden indicar distintas deficiencias o excesos en su entorno.

Por ejemplo, un medio ácido causa una coloración rojiza y uno alcalino produce la aparición de tonos azulados. La falta de nitrógeno provoca el desarrollo de manchas amarillentas en las hojas y la carencia de potasio induce pigmentaciones moradas o verdes oscuras.

Sin embargo, las modificaciones en el aspecto de los vegetales no siempre son una mala señal. Existen variedades de marihuana de distintos colores perfectamente sanas y tan brillantes como sus familiares verdes. Hablamos de las ‘purple’, muy apreciadas por los bonitos tonos morados y azulados que las caracterizan.

Y ahora que empieza la temporada de cultivo en el Hemisferio Norte, con ella estrenamos novedades procedentes de Dinafem Seeds. Emprendemos 2018 incorporando a nuestro stock dos nuevas variedades: Purps #1 y Purple Moby Dick. Añadimos así a nuestro catálogo más genéticas de color púrpura, que harán las delicias de quienes disfrutáis de este tipo de plantas de marihuana. Feminizadas, con altos niveles de THC y bajos de CBD, de sencillos cuidados y generosas en la producción, estas semillas ya están disponibles en nuestra web. 

Otra de las más apreciadas es la Blueberry de Dutch Passion, originada en los años 70 a partir del cruce de variedades de Colombia, Panamá, México y Tailandia. Sin embargo, hay otras como la Purple Haze, la Auto Black Cream o la Blue Widow de Dinafem (un cruce entre una Blueberry y una White Widow) que no tienen nada que envidiar a la primera. Algunas, como la Black D.O.G., pueden presentar un púrpura tan oscuro que a veces llega a ser casi negro.

En todos los casos, las responsables de la hermosa coloración de las plantas de marihuana son las antocianinas, un conjunto de pigmentos solubles en agua que se encuentran en las células vegetales y que pertenecen al grupo de los flavonoides, presentes también en el vino o el té.

Tanto en el cannabis como en otras plantas, estas moléculas están presentes en cada una de sus distintas partes, desde las hojas y tallos hasta las flores, frutos e incluso raíces. La intensidad de la pigmentación depende de su concentración, que varía entre las distintas cepas y viene determinada por su genotipo.

Pero, independientemente de la variedad, las plantas de marihuana despistan al principio de su vida, ya que en las primeras etapas de desarrollo son completamente verdes. Cuando la concentración del pigmento es suficientemente alta, el cambio al llamativo morado se produce durante las últimas semanas de floración. Sin embargo, a veces la planta tiene unos niveles tan bajos que ni siquiera llega a revelarse la nueva tonalidad.

En aquellas plantas de marihuana que sí se visten de púrpura la transformación viene marcada por la disminución de las horas de luz. Esta escasez de luminosidad activa la floración y, al mismo tiempo, reduce la producción de clorofila, el pigmento que da el color verde a los vegetales.

Así, la clorofila y el verde, dominantes al principio de la temporada, perderían protagonismo, dejando paso a las antocianinas y los tonos morados y azulados. Si su presencia es leve, pero suficiente para hacerse notar, las antocianinas pueden producir también matices anaranjados y dorados.

Hace años, cuando las únicas variedades de cannabis de color morado se cultivaban en el exterior, la exposición al frío era clave para desencadenar el cambio de tonalidad y acentuarlo: el efecto aumentaba la producción de antocianinas. No se conoce exactamente la relación entre la disminución de la temperatura y el aumento de concentración del pigmento, pero se cree que el estrés causado por el frío provoca la activación y expresión de ciertos genes que normalmente estarían bloqueados. El proceso es similar a uno ampliamente estudiado, el del gen ‘ruby’ de los cítricos, que se mantiene inactivo excepto en el caso de las naranjas sanguinas, a las que da una coloración rojiza característica.

Aunque en la mayoría de las cepas actuales, seleccionadas genéticamente, el procedimiento tiene lugar sin necesidad de este enfriamiento, tal vez haya que disminuir la temperatura del cultivo durante las dos últimas semanas de floración para enfatizar los tintes púrpuras. Lo ideal es reducirla paulatinamente (para evitar dañar las plantas de cannabis) y mantenerla entre los cuatro y diez grados centígrados.

La manifestación de las antocianinas puede variar con el pH del medio celular, determinado genéticamente e independiente del sustrato: cuando este es ácido tiende a producir tonalidades rojizas, que tornan a moradas en condiciones neutras y se vuelven azuladas en medios alcalinos.

Otros pigmentos que causan cambios en la apariencia de las plantas de cannabis son los carotenoides, responsables de una variedad de tonos que va desde el amarillo pálido al rojo oscuro, pasando por dorados y ocres.

Si bien la planta produce estas moléculas durante toda la vida, ocurre lo mismo que con las antocianinas: su presencia se revela principalmente al final del periodo de floración, cuando la concentración de clorofila disminuye. Su periodicidad es una de las claves para distinguir la variación de color que provocan con la causada por enfermedades o deficiencias.

Las antoxantinas, por su parte, tiñen los vegetales de colores blanquecinos o amarillentos, añadiendo toques ahumados a su apariencia. Estos pigmentos son muy sensibles a los cambios en las concentraciones de iones, por lo que su tonalidad también varía con el pH celular. Mientras que tienden al blanco en medios ácidos, en entornos alcalinos se acercan más al amarillo.

El genotipo de cada variedad y las condiciones ambientales marcan la expresión de unos u otros pigmentos. Tener plantas de diferentes tonos, siempre que estén sanas, puede ser una forma de aumentar (aún más) la belleza de tu cultivo de cannabis sin disminuir ni su calidad ni potencia.