El ‘main-lining’ siempre fue una técnica muy popular entre los cultivadores, ya que con unos sencillos ajustes durante la primera etapa de crecimiento te garantizas una cosechas de lo más productivas. Se trata de hacer crecer la planta de forma vertical y simétrica para aprovechar al máximo la luz y el espacio, aspectos muy preciados en los cultivos de interior. Guiando las ramas con cuerdas y una serie de podas iniciales, estableceremos unos patrones de crecimiento vigorosos para nuestra planta. Os explicamos cómo.

A los productores de cannabis más novatos, este tipo de técnicas les suelen imponer demasiado respeto al principio, pero el ‘main-lining’ es uno de los estilos de cultivo más sencillos y efectivos que puede haber. Con un efecto parecido al del SCROG, pero sin necesitar ninguna malla de por medio, la técnica ‘main-lining’ solo requiere de cuerdas o alambres para guiar las ramas. Esto, sumado a una poda metódica durante las primeras semanas, conseguirá que nuestra planta crezca robusta y aprovechando al máximo el espacio.

Los secretos de esta técnica se concentran en la primera fase de crecimiento. Mediante la poda y la guía con cuerdas orientaremos el desarrollo, por lo que la planta padecerá estrés (y quizás tú también) en esta etapa inicial. De esta manera engordaremos mucho el tallo principal para que sirva de pilar de cuatro, ocho o dieciséis ramificaciones que más tarde crecerán hacia lo alto repletas de cogollos. Una vez tengamos conseguida esta base, tanto la planta como el cultivador se pueden relajar. De esta forma, la planta no necesitará ninguna malla SCROG, ya que el tallo grueso y las ramas curvadas de abajo arriba harán que la base de la planta sea sólida y duradera. Esto permitirá un crecimiento vertical y equilibrado, que servirá para hacer un uso más eficiente de la luz y para que el follaje de la planta esté más aireado, reduciendo las posibilidades de aparición de hongos. 

Pero no solo va a mejorar la absorción de energía y la circulación del aire de la planta. La técnica ‘main-lining’ también evita que se formen pequeños cogollos en las ramas inferiores, que al final solo significan una pérdida de agua, luz y abono. La estructura hace que toda la energía se concentre en la ramas verticales creando cogollos grandes y densos alrededor de estas. Además, la forma que adopta la planta permite que los cultivadores puedan transportar la maceta de forma sencilla, sin miedo a dañar los cogollos o adoptar posturas imposibles que hagan polvo su espalda. 

Cómo aplicar la técnica con éxito

Una vez enumeradas las ventajas, es momento de ponerse manos a la obra. Si nos hemos decidido por esta técnica del ‘main-lining’, lo primero que debemos tener en cuenta es que la variedad escogida para el cultivo debe ser robusta, de fuerte ramificación. Por ello es recomendable utilizar cepas Sativas o híbridos de Sativas, cuya estructura es más vigorosa que la de las Índicas. Aunque se puede realizar con esquejes, lo más fácil para controlar toda la primera fase es comenzar la plantación con semillas.

La clave del éxito del ‘main-lining’ es que crezcan simétricas, nudo por nudo, un mínimo de ocho ramas homogéneas. Hay quien se queda en cuatro ramas nada más y quien arriesga a hacer dieciséis o treinta y dos; esto al final puede ser muy poco práctico, porque solo alargamos el periodo vegetativo, y no merece la pena. Aquí os explicaremos cómo podarlas y atarlas para tener ocho robustas y frondosas ramas verticales, más que suficientes para una buena cosecha.

Una vez haya germinado la planta y haya alcanzado al menos los 6 nudos, realizaremos la primera poda, dejando tres nudos desde la tierra. Este tallo de tres nudos va a ser el principal tronco que sostenga la planta, por lo que de momento vamos a dejar que se ponga fuerte. Nos interesa el tercer nudo, que va a ser el eje del cual salgan las ramificaciones, por lo que retiramos todas las pequeñas ramas y hojas de los otros dos. Hay que conseguir que del nudo único crezcan dos primeras ramas homogéneas.

Dejaremos que estas dos ramas se desarrollen para que cuando alcancen de nuevo los cinco o seis nudos repitamos la misma poda que hicimos al principio, dejando tres nudos en cada una. También eliminaremos las hojas y ramitas inferiores; de esta manera tendremos un robusto tallo único en forma de Y. Con una cuerda o alambre empezaremos a forzar esas dos ramas nuevas para ponerlas en horizontal a la misma altura que el eje principal, transformando la Y en una T. 

De esas dos ramas pronto crecerán en su tercer nudo otras dos más, por lo que ya contaremos con cuatro ramas verticales creciendo de forma homogénea. Cuando estas cuatro alcancen más de cinco nudos habrá que repetir el proceso, podando hasta los tres nudos y guiando las ramas con un cordón para ponerlas en horizontal a la misma altura que el eje principal. Todo este proceso se debe hacer buscando la máxima simetría posible, para que las ocho ramas se desarrollen de forma homogénea. 

Con estas ocho ramas podemos dar por concluida la fase de guiado, aunque podríamos seguir hasta conseguir dieciséis; pero como antes explicábamos, esto no es muy práctico, y el tronco podría no soportar tanto peso en la floración y ceder. Aunque después de esto solo queda observar cómo la planta y sus cogollos crecen, conviene estar pendiente de la simetría entre las ramas y utilizar más alambre o cuerda si percibimos que aquella se desvía o crece de forma desigual.

Una vez las ramas alcancen la altura idónea, comenzará la floración, un espectáculo digno para la vista en el que el cultivador entiende el porqué del éxito del ‘main-lining’. Además, recoger la cosecha de estas ocho robustas ramas llenas de cogollos es un auténtico placer, ya que serán muy fáciles de podar: los cogollos serán densos y compactos, por lo que la poda final será un paseo, tan solo quitando las hojas sobrantes por los lados. De este modo, por si fueran pocas las bondades de esta técnica, también podrás ahorrar la mitad de tiempo en la fase de la cosecha. ¿A qué estás esperando para probar esta técnica?