Hace falta práctica y paciencia, pero si quieres huir del papel de fumar o te has quedado sin él, existen métodos alternativos y sorprendentes para liar un porro de cannabis muy natural. En otras ocasiones, un palillo como el de la comida asiática sirve para dar forma a lo que parece un puro de marihuana.

Un papel de fumar, un filtro de cartón, un poco de marihuana, a liar y cerrar… ¡y ya está! Ya tienes entre tus manos un porro de marihuana. Son unos cuantos gestos muy simples, pero para hacerlos hay que tener un poco de experiencia y no todos los novatos saben ejecutarlos con éxito. Sin embargo, los que ya son profesionales se atreven con algo más que el clásico papel que viene en libritos. 

Porque para enrollar también se pueden aprovechar otros recursos que nos ofrece la madre naturaleza. Además de hacerlo con las hojas de tabaco, nos podemos servir de algo mucho más sorprendente: los pétalos de rosa. Hoy te vamos a enseñar a fabricar canutos con los materiales más increíbles que han usado aficionados de todo el mundo.

Con hojas de tabaco y cigarros de sabores

Este método está tan extendido que tiene su propio nombre. Hablamos de los ‘blunt’, porros de cannabis liados en hojas de tabaco, las mismas que se usan para liar los cigarros puros y que tienen nicotina. Este nombre viene de un tipo de puro llamado Phillie Blunt, que se vende en Estados Unidos y que tiene un precio muy barato. Muchos usuarios compran estas cajetillas, vacían su contenido y añaden uno nuevo, en el que la marihuana se puede mezclar con el propio tabaco. 

Además de que ya existen cartuchos de tabaco para hacer un ‘blunt’, cualquiera puede hacerse uno en casa. Tan solo hay que tener un cigarro puro, cortarlo para vaciar su contenido y añadir la mezcla de marihuana que deseemos. Según la calidad que queramos y nuestro bolsillo, podremos comprar un puro u otro, lo que también se dejará notar en la calidad del ‘blunt’. 

Una de las razones por las que apostar por este tipo de liado es que los cigarros, sean de la calidad que sean, suelen ser más grandes que un porro fabricado con los papeles de fumar más habituales. Por ello, el placer perdura durante más tiempo. Además, hay un sabor más fuerte, al haber más cannabis. De hecho, muchos lo preparan para fumar en grandes grupos, aunque hay quienes dicen que al pasárselo de unos a otros se pierden cualidades psicoactivas, por lo que prefieren ir tirando de canutos clásicos.

Otros también ven en los ‘blunt’ una forma de medir mejor la cantidad de humo que se quiere inhalar (una larga calada, una más pequeña…) y con ello controlar los efectos del cannabis en el cuerpo o la aparición de una indeseada tos. Sin embargo, muchos los desaconsejan, sea cual sea la medida, debido a los componentes tóxicos de las hojas de tabaco.

Una variante a la de las hojas de tabaco es la de usar cigarrillos de sabores, esos que venden en pequeños paquetes en los estancos a un precio similar a las cajetillas normales. Son muy conocidos los de sabor chocolate. Para ello, hay que inspeccionar en cigarrillo en busca del borde de la hoja y, una vez encontrado, empezar a desenrollarlo para obtener toda la hoja. Hay que hacerlo con mucho cuidado, ya que es muy frágil; un truco es expulsar aire sobre ella para dar algo de humedad. Una vez conseguido, se vacía y se rellena con la marihuana que creamos conveniente (recuerda que estas hojas son más grandes que las de los librillos). La manera óptima de hacerlo es formar una línea delgada en el centro de la hoja. 

Con pétalos de rosa

Pero quizá el método más sorprendente que hemos conocido últimamente es aquel que sugiere liar cannabis en pétalos de rosa. Esta técnica se ha hecho viral desde el pasado mes de septiembre, cuando la tuitera @Simple_Sasha arrasó mostrando cómo hacer un cigarrillo con la flor estrella de San Valentín.

Los usuarios que lo vieron se lanzaron a comprobar si eso era posible, y desde entonces son muchos los que han confirmado que se puede hacer. Eso sí, con mucha paciencia y cuidado. Para ello, son necesarios tres pétalos naturales de rosa. Mejor que comprar un ramo en la floristería, que te puede salir caro, hazte con una caja que incluye varias decenas, que además permitirán practicar ante errores.

Seleccionamos tres pétalos y los colocamos sobre una bandeja que podamos meter en el microondas. Tras ello, los calentaremos durante un poco tiempo; hay expertos que hablan de diez segundos, pero todo dependerá de la potencia de tu aparato. El objetivo es que cuando saques los pétalos tengan un tono violáceo y oscuro y que se puedan doblar u operar con facilidad. Además, deben tener la suficiente sequedad (es decir, que no haya restos de humedad) como para encenderlos luego y que no se apaguen.

Tras ello, hay que unir los tres pétalos. La propia Sasha lo hacía con su saliva, de un lametazo, pero hay gente a la que le ha resultado difícil y ha apostado por pegarlos con concentrados de marihuana, untados en un lateral y dejados secar antes de enrollar. Tanto si los unes así como con saliva, vuelve a meterlos en el horno por el mismo periodo de tiempo que te funcionó antes, con el fin de secarlos, y deja reposar un par de minutos. Tras ellos, vertemos la mezcla que deseemos fumar y procedemos a enrollar. Al ir a cerrar, la saliva y el encendedor sí suelen funcionar en todos los casos.

Un truco para ayudar a enrollar el futuro cigarrillo es eliminar la parte blanca que une el pétalo con el tallo y que está un poco más dura, lo que no ayuda a cerrar el cigarrillo. Una vez conseguido, tendrás un porro más natural que el fabricado con una hoja de tabaco.

Con palillos y hojas de marihuana

Otra opción para los usuarios más avanzados es usar palillos como los de la comida china o los de los pinchos morunos para hacer el conocido como ‘Thai stick’ (palo tailandés en español). Para ello, cogemos cogollos y los atamos en uno de estos palos (si lo hacemos con cuerdas de cáñamo, sería ideal). Lo dejamos en un lugar oscuro durante una semana o hasta que notemos que los cogollos se solidifican y se convierten en uno solo. 

Después, retiramos el cordel; lo bañamos con algún concentrado, resina o aceite; lo cubrimos con hojas de marihuana y dejamos secar antes de consumir. Al final, es como fumar un puro pero fabricado por completo con marihuana… retirando antes el palillo, claro.

Una ventaja de los ‘Thai sticks’, también conocidos como ‘cannagars’, es que se pueden fumar durante un largo periodo de tiempo, así que tenemos un cigarro superpotente que además dura semanas y semanas, según nuestro uso. También, debido a lo lento de su proceso, son muy valorados.

Otras formas

Pero si te has quedado con ganas de experimentar, tienes otros métodos que no debes dejar pasar. Por ejemplo, con el papel semitransparente que envuelve algunos chicles (lo que encima daría un toque diferente al sabor o aroma). También, las hojas que envuelven las mazorcas de maíz, previo secado y usando el mismo proceso que con las hojas de tabaco; este método, además, se considera muy natural, tanto como el de aprovechar el interior de la caña de bambú, pero esta última es más difícil de conseguir. 

Si quieres impresionar a tus amigos, apuesta por cualquiera de estas opciones: nadie esperará unos porros forrados en pétalos de rosa u hojas de marihuana. Escojas la que escojas, ir más allá del papel de liar provocará la admiración en tus reuniones sociales.