Auge y caída de los clubes cannábicos. Ése podría ser el subtítulo tentativo del estudio recién publicado por la revista ‘European Journal of Criminology’, titulado ‘Mapping Cannabis Social Clubs in Europe’.

El estudio revela que el modelo español de club cannábico se está extendiendo por buena parte de Europa (18 países) y que su punto álgido fue en 2014. En 2015 tiene lugar el dictamen restrictivo del Tribunal Supremo español y se reduce sensiblemente las nuevas aperturas de clubes cannábicos en España (que suponen la mitad de los europeos y, con diferencia, los más grandes).

Nos ponemos al habla con Óscar Parés, investigador de ICEERS, para que nos desgrane los hallazgos más importantes de la investigación, que tiene «un carácter tan político como científico», según reconoce.

¿Cómo y por qué decidís estudiar los clubes cannábicos en Europa?

Llevamos años con este grupo de investigadores estudiando los clubes de cannabis. Hay poca gente en el mundo anglosajón publicando en revistas sobre este tema, y nadie en el mundo latino. Esto para mí es una forma de activismo, más que de ciencia, porque no soy un académico. Creo que es importante que esto quede escrito y trascienda las fronteras, pues aquí existe una negación de esta realidad [los clubes cannábicos].

¿Cuál es el objetivo del estudio?

El objetivo era mapear la extensión de este modelo por Europa, y ver las similitudes y diferencias entre los distintos países. El modelo clubes no está tolerado por las autoridades pero la realidad es tozuda y vemos que se está extendiendo, no sólo en España sino fuera. No existía información sobre lo que estaba pasando en otros países, más allá de España y Bélgica.

¿Se está exportando a Europa el modelo español de club cannábico?

Sí y no: los primeros en España son la gente de Arsec, en 1994, pero no es estrictamente un club de cannabis. El primero propiamente dicho surge en Barcelona en 2001, el Club de Catadores de Cannabis. Sin embargo, el primer club europeo data del año 99, en República Checa y Polonia.

Aquí tuvimos que matizar cómo definir un club de cannabis y acordamos que el elemento distintivo sería el hecho de alquilar un local para hacer la distribución, cuando antes sólo eran plantaciones. En este sentido, se puede decir que el modelo español es el que se ha impuesto.

¿Cómo se hizo el estudio? 

Elaboramos un cuestionario de 30 preguntas y traducirlo a los 28 idiomas de la Unión Europea, lo pasamos a través de instancias académicas. Respondieron 81 clubes, de 18 países, de modo que hay 10 países en los que no conseguimos encontrar ninguna referencia.

¿Cuál es el momento de eclosión de los clubes cannábicos?

Hay una oleada que empieza en 2009 y termina en 2014, que es cuando en Europa se extiende fulgurantemente el modelo de club cannábico.

Sin embargo, se aprecia un importante declive del número de nuevos clubes cannábicos a partir de 2015…

Efectivamente. La mitad de la muestra corresponde a España, de modo que esa gráfica habla mucho de la situación española. En 2015 es el año en que se producen las sentencias del Supremo. Hasta entonces había una tolerancia, incluso por parte del Tribunal Supremo. Ahí hay un punto de inflexión. No obstante, me consta que en 2019 fue el año que más clubes cannábicos se abrieron en Barcelona.

Apertura de nuevos clubes cannábicos en Europa.

¿Qué otras conclusiones podemos sacar del estudio?

Los clubes cannábicos son mucho más grandes en España (500 socios de media) que en el resto de Europa (unos 114). La mayoría de los clubes cultiva su propio cannabis pero otros los compran fuera. 3 de cada 4 clubs reparten cannabis, pero el restante sólo hace actividades culturales y promocionales. La mayoría distribuye marihuana (90%), seguido de hachís (64%)

¿Qué país europeo es el más restrictivo y cuál el más tolerante con el consumo de cannabis?

Francia es claramente el más restrictivo, y, si los clubes son un indicador de la tolerancia, España es claramente el país más tolerante. Luego sigue el Reino Unido, que creo que es el tapado del continente, porque nadie habla de él, pero es el segundo país con más clubes, y un importante activismo. Luego estaría Bélgica, pero allí les han dado unos palos tremendos y se han quedado en nada. Holanda sería el más progresista, en el sentido de que allí no necesitan clubes porque tienen coffee shops.

¿Y qué pasa con Portugal?

En Portugal no hay ni un solo club. Aquí hay un sesgo en cómo se ha vivido el proceso en Portugal: es cierto que se ha descriminalizado, pero, simultáneamente, se ha puesto en manos de los médicos. Si te pillan con los porros tienes que ir a un tribunal médico. Es un modelo administrativo, no de libertades.

En Portugal te pilla la policía con drogas y no te dan una palmadita. Te incautan la sustancia, vas a un tribunal terapéutico, te pone una multa y te pone en tratamiento. Es un modelo de corte moral hecho desde la salud pública.

Lo bueno de Portugal es que fue el primer país en asumir que el sistema no estaba funcionando y que se atrevió a descriminalizar el consumo. En este sentido es loable, pero no es un modelo de libertades.

¿Qué ocurrió en España 2015 para que los clubes cannábicos tuvieran semejante parón?

Martín Barriuso fue condenado sin tener un juicio justo. Reclamó al Constitucional, que le ordenó al Supremo repetir el juicio de nuevo y este absolvió a Martín y otros 4 miembros de Pannagh. Lo malo es que se ratificó la nueva jurisprudencia del caso Ebers que era mucho más restrictiva en cuanto a la figura del "consumo compartido" y casi hacía inviable el modelo de clubes cannábicos como los entendíamos hasta el momento.

La doctrina del consumo compartido venía del juicio del 97 a Arsec, la interpretación de esa doctrina fue la que propició el surgimiento del modelo y, ahora, el Tribunal Supremo cerró esa vía. Es cierto que pudo cerrar los clubes y no lo hizo, y esto es interesante. En lugar de eso, lo que hizo fue fijar unos criterios, y con esos criterios, un fiscal lo tiene fácil para meter a alguien en la cárcel.

¿Qué implicaciones ha tenido esto?

Por un lado, es mucho más arriesgado abrir un club cannábico, ya no se hace alegremente. Por otro, se ha vuelto mucho a la clandestinidad. Y es que, en realidad, lo delicado no es el club, sino el cultivo. Ahora, si te para la policía lo tienes peor si dices que es para un club que si alegas que es para consumo propio o para traficar con ello. El resultante es que hoy en día sale más a cuenta traficar con cannabis que montar un club cannábico.

¿Acaso la figura jurídica del club cannábico no había sido utilizada antes de la sentencia de 2015 para amparar el mero tráfico de marihuana y amasar grandes fortunas?

Sí, pero el orden de los factores no fue éste. No es que aquí se haya visto una oportunidad y se haya pervertido el modelo, sino que al no haberlo regulado, se ha favorecido la ley del más fuerte. Dado que la regulación siempre ha perjudicado a quienes más han luchado por ella, los beneficiados han sido los otros: gente que pone un testaferro y ni siquiera aparece en la junta. Esta falta de regulación ha dado carta blanca para que ellos perviertan el modelo a pesar de los esfuerzos loables de mucha gente.

Es lo mismo que ha pasado en Holanda. Los coffee shops han pasado a estar en manos del crimen organizado, por la simple razón de que la venta se permite pero no el cultivo, con lo que el dueño del coffee-shop no tiene más remedio que comprarle la hierba al mafioso.

Para poder fumar hay que plantar primero. Es como permitir las cafeterías pero prohibir el cultivo de café.

Las leyes no afectan a las prevalencias de consumo. No por meter una ley más estricta la gente va a dejar de consumir. Simplemente van a mutar los consumos, van a cambiar de sustancias, o a pagar precios más altos…

¿Cuál es la cifra de consumidores habituales en la actualidad?

Un 10% de la población consumiendo el último mes, unos 3 millones de personas en España. Esta cifra no va a bajar si cambias la ley. Ya sucedió en el Reino Unido: el cannabis estaba en la lista B, lo pasaron a la C, no se incrementó el consumo, lo volvieron a pasar a la B y siguió el consumo igual.

¿Cuál es la postura de ICEERS respeto a la regulación del cannabis?

Ver lo que pasa en el mercado actual, entender los incentivos que tiene cada actor y trabajar por una regulación que defienda los derechos de los consumidores, defender el autocultivo, consideración al tema medicinal, tener en cuenta también la huella de carbono de la producción…

¿Y en cuanto al cannabis medicinal?

Desde que empezamos el Cannamed hace seis años, lo que estamos haciendo es dar voz a colectivos afectados. Trabajamos con un grupo de pacientes, constituidos desde 2017 en la Unión de Pacientes por la Regulación del Cannabis, y desde enero, 20 médicos se han constituido en la Sociedad Clínica de Endocannabinología (SCE).

Los usuarios de marihuana medicinal lo han pasado mal durante este eterno confinamiento…

Lo que ha puesto de manifiesto esta crisis son situaciones ya existentes de vulnerabilidad. En el caso de los usuarios de cannabis medicinal han quedado desabastecidos. Es como si hubieran cerrado la farmacia y no pudieras conseguir Ibuprofeno o ansiolíticos. Nada nuevo bajo el sol. Bueno, sí: antes, los partidos supuestamente progresistas estaban fuera del Gobierno y ahora están dentro y no han movido un dedo. Eso es lo más triste.

¿Por qué no se planteó una alternativa al cierre de los clubes cannábicos durante el confinamiento?

Ni siquiera se tiene en consideración. Esta decisión no tiene rédito político, y esta gente sólo piensa en su capital político. ¿Para qué van a molestarse si esta gente no quería transformar nada, sino estar bien cerquita de quien manda?

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Aquí puedes descargar el estudio ‘Mapping Cannabis Social Clubs in Europe’.