En el imaginario popular, los legionarios son unos tipos recios, pendencieros y leales a su regimiento. Gustan de ir con la camisa abierta y las mangas arremangadas, luciendo músculo y tatuajes, bebiendo aguardiente y fumando "grifa", o lo que es lo mismo, cannabis de Marruecos.

Los miembros de la Legión Extranjera, fundada por Millán-Astray en 1919 para defender los intereses españoles en África, introdujeron el consumo de hachís en Andalucía, Madrid y el Levante español tras la Guerra Civil.

En realidad, los legionarios y la Guardia Mora de Franco estuvieron bien suministrados de “grifa” (“marihuana”, en el argot legionario) durante la contienda civil. «De abastecer este suministro desde Marruecos se encargaba la intendencia militar», explica por teléfono el historiador de las drogas Juan Carlos Usó.

Los legionarios se aficionaron a fumar la “grifa” en Marruecos, pero no fueron ni los primeros ni los únicos en rendirse a los placeres de la planta, según explica el autor de ‘Píldoras de realidad’: «Si bien la fama se la llevan los legionarios, lo cierto es que entre 1912 y 1956 funciona el protectorado español en Marruecos, y son muchos los españoles que fuman grifa y kif (marihuana mezclada con “taba”, tabaco silvestre). El consumo de kif no estaba bien visto, ni entonces ni ahora, en Marruecos, pero es muy común entre los rifeños del norte y también lo fue entre la colonia española, que incluía albañiles, carreteros, mineros en las minas del Rif, putas…». También fumaban grifa los tripulantes de los pesqueros de la bahía de Cádiz, con tripulaciones mixtas de gaditanos y marroquíes.

Cautivo y desarmado el ejército rojo, los sublevados de África vencen la contienda fraticida y los legionarios acuden, desde 1939, cada 20 de noviembre al Desfile de la Victoria en Madrid «con los trombones llenos de grifa», como aseguraba el escritor Fernando Sánchez-Dragó, autodenominado “primer hippy español”, medio en broma, medio en serio.

Los legionarios aprovechan sus viajes a la península para subir algo de “grifa” para consumir y vender en los arrabales de Cádiz, Sevilla, Madrid o Barcelona. Ellos son los primeros “camellos”, hasta que en los años 60, los gitanos empiezan a hacerse con el negocio del trapicheo, según explica el también escritor Fidel Moreno, que dedica un capítulo de su libro ´¿Qué me estás contando? Memoria de un siglo de canciones?’ a la llegada de la marihuana a España. No en vano, además de un melómano, Moreno es también director de ‘Cáñamo’, la revista señera sobre la marihuana en España.

Fidel Moreno también cita a Usó (referencia inevitable en cualquier historiografía seria de las drogas en España), y confirma que el consumo de marihuana, si bien marginal, es anterior a la Guerra Civil: «Durante la República ya se vendían “cigarrillos de la risa” en algunas ciudades españolas».

Fidel Moreno dedica un capítulo de su libro a la llegada de la “grifa” a España y documenta la primera mención a la droga en una canción, nada casualmente, un himno de la legión titulado ‘Un inglés que vino de London’ (pronúnciese “Londón”):

Durante los años 50, el consumo de “grifa” está bastante extendido en los ambientes marginales de las ciudades españolas. Prueba de ello es que en una fecha tan temprana como 1954 la policía detecta y destruye una “gran plantación” de 11.000 plantas de marihuana en Vega del Tajo (Toledo). «Esta es la prueba concluyente de que por entonces la demanda era bastante grande y no podía satisfacerse con lo que subían del “moro” esporádicamente, legionarios o no», según Usó.

Las vías de entrada de la “grifa” (aún quedan un par de décadas para el “costo”) son variadas. Por ejemplo, Juan Carlos Usó refiere que los estudiantes del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid ya fumaban porros en los años 50. Se los conseguían sus compañeros, hijos de marroquíes de buena familia que los enviaban a estudiar a Madrid, según «me contó personalmente Gonzalo Torrente Malvido, hijo de Torrente Ballester», explica Usó. Esa hermandad entre niños bien del régimen y de la elite marroquí explica que la Demencia –la ruidosa afición del equipo de baloncesto ‘Estudiantes’- se disfrace con chilaba para animar a su equipo.

Más información en Cáñamo: ‘Los grifotas del subdesarrollo’. Con información de Strambotic.