España es un país retrógrado en cuanto a legislación narcótica que no solo mantiene vigente una ley obsoleta, la Ley Corcuera, sino que la endurece para disuadir a sus ciudadanos y de paso aumentar la recaudación en forma de multas. Sin embargo, en otras partes del mundo como Uruguay, Washington o Colorado, el panorama pinta bien distinto. En Estados Unidos el cambio está yendo mucho más rápido de lo que pensamos. De hecho, la legalización allí es inevitable.

Tras el apoyo mayoritario para la legalización mostrado a mediados de 2012 en una encuesta (56 por ciento de la muestra de estadounidenses a favor), los analistas políticos han comenzado a hacer cábalas con 2016 en el punto de mira, el año en el que se celebren elecciones presidenciales.

Muchos se preguntan cómo afectará el ‘tema marihuana’ no solo a las elecciones sino a las primarias demócratas. Y es que hay un dato innegable: la población joven, que cada vez abarca más masa electoral, tiene una opinión mucho más positiva sobre la marihuana que las generaciones anteriores. De hecho, el PEW Research Center ha publicado una gráfica basada en una reciente encuesta en la que muestra claramente el cambio de sensibilidad generacional acerca del cannabis.

Gráfico de Policymic

En ella vemos como a partir de los años 90, la aceptación de la marihuana crece sustancialmente en todas las generaciones y especialmente en los llamados ‘millennials’, nacidos entre el 81 y el 96. En esta franja un 69 por ciento de personas apoya la legalización. La única generación que se opone a la legalización del cannabis es la ‘silenciosa’ con un 70 por ciento de rechazo. Sin embargo, los más jóvenes de este grupo tienen ahora 69 años.

Este gráfico es realmente significativo en una semana en la que se ha celebrado la reunión anual de la Comisión de Drogas Narcóticas de la ONU en Viena. Muchos países latinoamericanos han pedido un cambio en las políticas internacionales sobre drogas argumentando que el prohibicionismo se ha mostrado, durante los últimos 50 años, simplemente ineficaz.

La ONU, a pesar de estar muy lejos de apoyar una posible legalización, por primera vez se ha manifestado abiertamente a favor de la despenalización del consumo. Sin embargo, el cambio que se está dando en Estados Unidos será decisivo porque es uno de los países con más peso dentro del concierto internacional y uno de los impulsores de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 que es todavía hoy el instrumento principal del sistema de control de drogas de la ONU, a pesar de las dudas que genera.

Cartel del CND a través de tdpg

El Estado español debería tomarse muy en serio esta transición generacional e internacional. En España, el 2 por ciento de la población de entre 15 y 64 años consume cannabis diariamente mientras que el 7,6 por ciento la ha consumido en el último mes. Esta última cifra aumenta, según un estudio de la OMS al 16 por ciento si solo consideramos los jóvenes de 15 años. A la cabeza del mundo solo por detrás de Canadá.

Por otra parte, el 80 por ciento de los condenados por tráfico de drogas en España son por casos de cannabis. Según un estudio de asociaciones de consumo de cannabis, si el Estado legalizase la marihuana podría recaudar alrededor de 177 millones de euros solamente en impuestos mientras que generaría 38.000 puestos de trabajo. Sin contar el dinero que se ahorraría en detenciones, procesos penales y encarcelaciones.

El Gobierno todavía se resiste a lo obvio e inevitable con leyes retrógradas que en vez de mirar por la salud y el bienestar del ciudadano aumentan un 300 por ciento la sanción mínima por posesión —de 300 a 1.001 euros—, además de eliminar la posibilidad de sustituir la multa por un tratamiento de desintoxicación. Ya se encargarán los ‘millennials’, no solo de derogarlas, sino de legalizar el cannabis.