Un paso más en la dirección adecuada. La nueva ley supone un importante avance tanto para Portugal como para toda Europa. El país luso, que ya en 2001 instauró una políticas de despenalización aplaudida por todo el mundo, parece dispuesto a ir más allá para, poco a poco, tratar de convertirse en una referencia de la marihuana a nivel mundial. Sin embargo, las nuevas medidas no acaban de contentar a una parte de la comunidad cannábica portuguesa.

Si bien al otro lado del Atlántico están más acostumbrados a recibir noticias positivas a este respecto, en el Viejo Continente no suele ser algo habitual. De ahí que, cuando ocurre, se festeje por todo lo alto. A este lado del mundo occidental, donde aún perviven argumentos demasiado retrógrados en torno al consumo de marihuana, cualquier paso adelante que permita a los consumidores acceder a la planta es recibido con los brazos abiertos. A pesar de que no se hayan satisfecho todas las cuestiones que deberían haberse resuelto y la jugada no haya salido tan redonda como muchos pensaban, las noticias que llegan desde Portugal son muy positivas para la comunidad cannábica.

En el país luso, el Ejecutivo de Antonio Costa, que está consiguiendo importantes avances en áreas de vital importancia como la laboral, también se ha preocupado de continuar por la senda trazada por algunas de las principales potencias cannábicas del planeta. Con el voto favorable de la mayor parte del Parlamento, desde el Partido Social Demócrata hasta el Partido Socialista junto con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, han conseguido sacar adelante una nueva ley que permite tanto la producción como la distribución, venta y consumo de medicamentos hechos con cannabis. 

La nueva ley, que ha sufrido distintas modificaciones durante el debate al que se ha sometido en los últimos cinco meses, incluye algunos puntos claves que han sido los que han propiciado la unanimidad en los votos. Destaca que se ha reforzado el papel del Infarmed, la autoridad del país luso encargada del control de los medicamentos, así como que el Laboratorio Militar pueda tomar partido en la elaboración de las distintas sustancias. Otro de los asuntos fundamentales de esta nueva ley es que solo se comercializarán los medicamentos aprobados a través de las farmacias. Ni herbolarios ni ningún otro tipo de establecimientos podrán vender estos productos.

Si bien estos puntos no suponen ningún varapalo a la propuesta inicial, sí que hay otros que han sufrido notables cambios y que han causado cierto descontento entre la comunidad cannábica de Portugal. El primero de ellos es que, al contrario de lo que planteaba la idea inicial, el autocultivo ha sido descartado en la nueva ley. La nueva legislación, por lo tanto, no contempla que los consumidores puedan tener un número u otro de plantas en casa para su consumo personal. El segundo, que también ha provocado mucho revuelo, es que los médicos lusos solo podrán recetar a los pacientes los fármacos con base de cannabis en aquellos casos en que hayan fracasado otros tratamientos más tradicionales y bajo una prescripción médica especial.

Es decir, tal y como criticaban algunas asociaciones cannábicas de Portugal, se trata de un éxito parcial, pues parece como si no se diera el paso definitivo para asumir que el cannabis puede ser el mejor tratamiento para ciertas patologías. Son muchos los que no ven con buenos ojos que los criterios reguladores se pongan por delante de los criterios médicos a la hora de determinar si un medicamento es más conveniente que otro. Por su parte, otros colectivos como Cannativa han salido al paso para pedir a las autoridades que aclaren la situación jurídica del CBD, el cannabinoide que la propia Organización Mundial de la Salud ha declarado como no adictivo ni nocivo para la salud.

Un impulso para la industria cannábica del país

Aunque esta nueva regulación supone un importante paso al frente por parte de las autoridades portuguesas, no viene sola. Al tiempo que, poco a poco, se van desterrando las restricciones para aprovechar las bondades medicinales del cannabis, también se promueve que grandes compañías cannábicas establezcan sus sedes en su territorio. Un claro ejemplo es la gigantesca planta que ha establecido la multinacional Tilray en el municipio de Catanhede, en Coimbra, que tendrá una extensión de 15.000 metros cuadrados en los que se producirán más de 60 toneladas de cannabis al año y donde se crearán un centenar de puestos de trabajo.

Con una inversión de 20 millones de euros, la firma canadiense quiere convertir Portugal en su epicentro de operaciones en Europa con esta planta de procesamiento y purificación de cannabis con fines medicinales. Además de producir, en esta sede se realizarán trabajos de investigación para tratar de ahondar en las propiedades medicinales del cannabis. Para ello, los responsables de Tilray afirman que se firmarán alianzas y acuerdos con investigadores académicos portugueses, así como con distintos centros hospitalarios del país. Sin duda, una grandísima noticia. 

Por todo ello, son muchos los motivos que nos llevan a pensar que esta nueva regulación en Portugal es una magnífica noticia, no solo para los consumidores del país luso, sino también para toda la comunidad europea. Sin embargo, ciertos detalles de esta nueva legislación nos pueden llevar a sospechar de los propósitos que encierra esta decisión. Si se ha demostrado científicamente que la marihuana es beneficiosa para tratar ciertas enfermedades, ¿por qué esperar a que fallen otros tratamientos convencionales para que los profesionales médicos receten a los pacientes los medicamentos cannábicos? Esperemos que, una vez puesta en marcha, las propias autoridades se percaten de aquellos detalles que pueden mejorar y perfilen un contexto idóneo para aprovechar al máximo las propiedades medicinales del cannabis.