Quizás llevas tiempo pensando en mejorar tu alimentación y llevar una vida más vegana. Una decisión trascendental será qué tipo de leche consumirás, alternativa a la de vaca y que pueda aportarte gran cantidad de nutrientes. La leche de arroz, de coco, de avena, de almendra o de soja son opciones que muchos aconsejan, pero apostamos a que no te habías planteado la leche de cáñamo, capaz de mantener tu cerebro y tu corazón saludables y de enriquecer tu metabolismo. Te contamos cómo prepararla. 

Pasarse a una vida ‘healthy’ no solo conlleva eliminar o reducir algunos alimentos de la cesta de la compra, sino también sustituir elementos esenciales de la dieta por otros más sanos, que además puedan aportar grandes beneficios a tu organismo. Si tu objetivo es cambiar el régimen de alimentación eliminando la leche de vaca, que sepas que eso no tiene por qué implicar dejar de tomar leche.

Puede que te parezca extraño, pero la leche orgánica de semillas de cáñamo puede ser una opción excelente para llenar el vacío que deja la de vaca. Algunos piensan que contiene un porcentaje elevado de THC, y por eso la alternativa les echa para atrás. Pero la respuesta es no: este cannabinoide no se relaciona con la leche de estas semillas.

Además de sabrosa, te aportará ácidos grasos, minerales esenciales, aminoácidos favorables para tu metabolismo, un cerebro y corazón maravillosos y una mejora del estado de ánimo. ¿Alguien da más?

Cómo se prepara

En primer lugar, y como es lógico, debes conseguir las semillas de cáñamo. Una vez las tengas, existen dos métodos para empezar a elaborar la leche. El primero, y el más tradicional, consiste en ponerlas en remojo, para que puedan hincharse; esto permitirá molerlas posteriormente. El segundo método es empezar el proceso con unas semillas ya peladas, evitando así el colado que deberás hacer más tarde para eliminar posibles restos que no te gusten. Escoge el sistema con el que vayas a sentirte más cómodo.

1- Limpia las semillas

Deberás separar las semillas pequeñas, las dañadas y las inmaduras de las que se encuentren en buen estado. Estas últimas viértelas en un recipiente y cúbrelas con agua. Luego, remueve y llévalas hasta el fondo para limpiar la suciedad que puedan tener y para que salgan a flote las que estén huecas; estas retíralas. Es recomendable que repitas este proceso hasta cerciorarte de que te has quedado con las que merecen la pena. 

2- ¡A remojo!

Durante unas 48 horas, deja las semillas en agua limpia reposando. En esta fase, ten cuidado: cambia el agua cada ocho horas para evitar que fermenten. Recuerda que la mejor leche se produce cuando de las semillas ha brotado un ‘rabito’ que suele alcanzar unos dos o tres milímetros.

3- Toca moler y mezclar

Deberás retirar el agua del remojo y aclarar dos o tres veces con sumo esmero y delicadeza. De hacerlo bruscamente podrías partir las puntas germinadas, y no es conveniente. Después, muele las semillas bien utilizando un mortero o bien con una batidora eléctrica añadiendo un poco de agua que facilite la mezcla.

La segunda opción es interesante, porque puedes innovar y experimentar añadiendo semillas de calabaza o almendras, para un mayor aporte de nutrientes. Cuando la hayas batido, azucara la bebida con miel de agave, de abeja sin procesar o vainilla orgánica. Esto ya es cuestión de gustos. También puede quedar genial con jengibre o alguna especia. Licúa de nuevo para mezclar el endulzante.

Un apunte: mejor que licúes en el nivel más alto durante dos o tres minutos hasta que logres la consistencia deseada. Si te gusta con una textura más descremada, añade agua poco a poco. Si por el contrario te agrada que sea más espesa, bate durante menos tiempo y no añadas líquidos. 

4- Hazte con un colador

Vierte en un recipiente la leche de cáñamo resultante a través de un colador para eliminar los restos de semilla que puedan molestarte. Te recomendamos usar una botella de vidrio con un buen sistema hermético. No tienes por qué echar los restos a la basura: aprovéchalos para una mascarilla facial, por ejemplo. Ahora, la leche de cáñamo está lista para su consumo. 

5- Cómo conservarla y advertencias

Está claro que, tratándose de una leche fabricada artesanalmente sin la esterilización que garantiza un proceso industrial moderno, el producto no dura en buen estado más de tres días en la nevera. Por ello, es mejor que midas bien qué cantidad de leche consumes en ese período de tiempo para no tener que tirar o derrochar. Eso se comprueba con la experiencia.

Asimismo, te aconsejamos que el agua que utilices para moler las semillas o para remojarlas y enjuagarlas la hayas hervido previamente. También, piensa en esterilizar la botella que vayas a emplear para conservar la leche.

¿Por qué es tan beneficiosa?

Las semillas de cáñamo son un superalimento bastante nutritivo. Normalmente poseen un 33 % de proteínas, minerales y fibra; un 44 % de ácidos grasos esenciales, y un 12 % de carbohidratos. Además de esto, que ya convence, tienen un aporte completísimo de aminoácidos para tu metabolismo.

Para que te hagas una idea, un vaso de leche de cáñamo de unos 236 mililitros contiene: 900 miligramos de ácido graso omega-3, 2800 miligramos de ácido graso omega-6, cuatro gramos de proteína, vitaminas A, E, D y B12, ácido fólico, magnesio, hierro, zinc y diez aminoácidos esenciales. Además, la leche de cáñamo, sin los aditivos que le eches, no contiene azúcar, colesterol, soja ni gluten. 

Entre sus beneficios está aumentar las capacidades mentales; mantener un ritmo cardíaco saludable; ayudar a conservar en buen estado la piel, el cabello y las uñas, y fortalecer el sistema inmunológico del cuerpo. Por otra parte, sin necesidad de elaborar leche, las semillas de cáñamo en sí pueden ser un suplemento alimenticio ideal para añadir a los batidos de frutas o a ciertos platos flexibles como las ensaladas. 

La proteína de cáñamo en polvo, que también se hace a partir de las semillas, es muy recomendable para el cuerpo por su composición de aminoácidos, ya que contiene unos veinte, de los cuales ocho son esenciales.

La leche de cáñamo puede ser una alternativa ideal para quienes descartan la leche de vaca de su dieta, tienen intolerancia a la lactosa o bien son veganos. Quizás tengas que adaptarte al principio al sabor, pero finalmente descubrirás que la prefieres antes que otros productos lácteos que llevas consumiendo siempre y que no te aportan tal cantidad de beneficios. Prueba y combina varios aditivos hasta encontrar tu mezcla ideal y empieza el día con energía.