Aunque las plantas de cannabis son muy resistentes, hay pequeños detalles que las ayudan a crecer de manera óptima. Un lavado de raíces garantiza un buen sabor y olor del cogollo porque elimina de nuestra macetas o contenedores los nutrientes innecesarios del sustrato. Además, reduce el riesgo de enfermedades y que incluso llegue a morir.  No hace falta ser un experto para realizar una limpieza de raíces. Te contamos por qué, cómo y cuándo deberías dedicar un poco de tiempo a esta tarea.  

Para que los cogollos de vuestras plantas de marihuana crezcan sanos y su sabor sea el idóneo, es necesario cuidar todo el proceso de la plantación, sobre todo aquel que escapa a nuestra vista. Por eso, muchos de los cultivadores de semillas de cannabis lavan cada cierto tiempo las raíces de sus plantas. Es una tarea que requiere paciencia, pero es sencilla y fácil de llevar a cabo.

Por qué hacer el lavado de raíces

Las raíces son las encargadas de transportar los nutrientes al resto de la planta. Cuando están dañadas, esta no crece como debería. Unas raíces se pueden estropear por muchas razones, aunque lo más común es que sufran de un exceso de fertilización por el abono, que la frecuencia con la que reguemos no sea la adecuada o, sencillamente, por los productos químicos.

Cuando el deterioro es leve, la planta crece más lentamente y es frecuente que cambie la coloración de las hojas; por ejemplo, cuando se amarillean las partes verdes. Pero si el daño es más grave, la mata puede llegar a morir, por lo que es muy importante estar pendiente del estado de las raíces. 

Además de evitar que el cultivo se eche a perder, el lavado también sirve para eliminar olores y sabores desagradables. Lo ideal es que, cuando realicemos la cosecha, la maceta no esté llena de nutrientes inútiles. Los abonos y productos químicos que absorben las raíces pueden provocar que el cogollo tenga un sabor raro o que el humo pique mucho en la garganta. Un buen lavado evita estas consecuencias, que no son nada agradables para el fumador. 

Cuando la tierra de una maceta tiene más elementos de los necesarios, el nivel de pH (indicador del grado de acidez) y de las sales minerales se desajusta y la marihuana no recibe los nutrientes de forma adecuada. Para remediarlo, hay que regar mucho las matas, con el fin de que el agua arrastre todos los componentes y se quede un sustrato limpio y saludable

Cómo llevar a cabo el lavado

El lavado consiste en verter mucha agua sobre las plantas, de manera que el líquido va limpiando poco a poco la tierra. Se recomienda triplicar la cantidad del recipiente: por ejemplo, si en el contenedor caben 11 litros, deberemos usar 33 litros. Aunque la medida recomendada es el triple del recipiente, hay elementos que pueden variar esta cantidad, como el tipo de abono que hemos usado.

Para que la maceta no se encharque y pueda ‘ahogar’ a la planta, tendremos que cuidar que el agua salga por el fondo a medida que la volcamos. Una de las señales de que lo estamos haciendo bien es que al final del proceso el líquido se va aclarando y, al terminar, debería verse casi transparente. Así, el color nos ayuda a saber cuándo finalizar

Hay que fijarse también en que el agua con el que regamos tenga unos niveles adecuados de pH y EC (el nivel de conductividad del líquido). El valor recomendado de pH es 6; podemos elegir 6,2 para un cultivo sin suelo y 6,5 para sustrato. En cuanto a la EC, se aconseja la más baja posible que podamos. Si el líquido no está nivelado correctamente, se aconseja calibrar ambos indicadores al menos en los dos últimos litros del regado: es un buen truco cuando tenemos muchas matas o los recipientes son muy grandes. Sin embargo, para un lavado perfecto, la limpieza será más efectiva si regamos durante todo el proceso con los parámetros adecuados. 

Para regular el pH, tenemos que contar con un medidor, que es un aparato electrónico que nos indica la cantidad de este componente. En caso de desajuste, tendremos que añadir pH negativo para bajar el nivel o positivo para subirlo. Hay que verter el líquido muy despacio, removiendo bien el agua antes de volver a realizar la medición.

Igual que con el pH, para calibrar el nivel de EC existen medidores. Para bajar los niveles de electroconductividad, es necesario añadir nutrientes al agua. Sin embargo, para asegurarnos una agua de calidad, lo mejor es aplicar unos filtros de ósmosis.

Tampoco hay que olvidar que la temperatura no debe estar ni muy caliente ni muy fría; lo ideal son 20º. Además, este sistema solo se puede aplicar en plantas cultivadas en macetas o sistemas hidropónicos. Como consejo para los cultivos de interior, una buena idea es transportar la maceta al plato de la ducha. 

Cuando hayamos terminado de regar, lo que hay que hacer a continuación varía según la etapa de cultivo en la que nos encontramos. Si se trata del final de la fase de floración, como es lo habitual, lo único que tenemos que hacer es estar pendiente por si seca el sustrato. En ese caso, hay que echarle un poco de agua, pero sin añadir productos químicos ni abonos. Por lo demás, habrá que dejar a la planta tranquila hasta el día de la cosecha. En cambio, si hemos hecho el lavado porque las macetas tenían un exceso de nutrientes, sí podemos regar con un poco de abono: como el agua ha arrastrado casi todos los componentes, habrá que introducir pequeñas cantidades de fertilizantes.

Cuándo comenzar la limpieza 

Para mantener la salud de las plantas, los cultivadores tienden a realizar un par de lavados durante el ciclo de una planta. La limpieza se puede hacer durante la fase de crecimiento, aunque lo común es hacerlo al final de la etapa de floración. 

Si lo hacemos cuando va a terminar la floración, es mejor llevar a cabo el regado unos quince días antes de la cosecha para eliminar los nutrientes sobrantes del sustrato y que la planta no absorba restos de abono innecesarios. No hay que asustarse si, una vez realizada la limpieza, las hojas se vuelven amarillas o se secan ligeramente. Al revés, esto es una señal de que las raíces están absorbiendo los nutrientes adecuados. 

Aunque este es el proceso habitual, también se pueden lavar las raíces si vemos que están sufriendo daños. No pasa nada si, con cuidado, regamos más de la cuenta controlando el nivel de pH en períodos de floración o crecimiento. Detectar cuándo las plantas están sufriendo es bastante sencillo. En caso de exceso de fertilización, las hojas experimentan variaciones. Sus bordes parece que están quemados, se vuelven más duras y su color se oscurece, sobre todo en el interior.

Hay varios productos que nos pueden ayudar a cuidar el sustrato, como un eliminador de sales, pero lo mejor es no olvidar que cada cierto tiempo hay que cuidar las raíces de nuestras plantas, pues son las que distribuyen todos los nutrientes. Una pequeña limpieza garantiza una mayor calidad en los cogollos y, por tanto, siempre será una ventaja realizarla.

Preguntas Frecuentes sobre el lavado de raíces

💡 ¿Cuándo hacer el lavado de raíces?

Si lo haces antes de terminar la floración, es mejor regar unos quince días antes de la cosecha para eliminar los fertilizantes sobrantes del sustrato y que la planta no absorba restos de abono innecesarios.

💥 ¿Cómo hacer un lavado de raíces?

El lavado consiste en verter mucha agua sobre las plantas, de manera que el líquido va limpiando poco a poco la tierra. Se recomienda triplicar la cantidad del recipiente: por ejemplo, si en el contenedor caben 11 litros, deberemos usar 33 litros. Aunque la medida recomendada es el triple del recipiente, hay elementos que pueden variar esta cantidad, como el tipo de abono que hemos usado.