Como ocurre con tantos productos naturales con los que regalamos a nuestros sentidos unos instantes de placer, también existen catas de cannabis para descubrir distintos aspectos que nos aporta nuestra planta favorita, desde saber si el tacto es pastoso, crujiente o ligero hasta afinar nuestro olfato y gusto para encontrar todos los matices que encierra cada una de las variedades que caen en nuestras manos. Para ello, eso sí, hay que estar preparado y saber cómo proceder, con el fin de no pasar ningún detalle por alto.  

La marihuana es una planta sumamente compleja, como bien sabemos por las múltiples decisiones que debemos tomar (ya sea escoger la variedad de cannabis o el método de cultivo más idóneo) o los cuantiosos procesos (desde la nutrición de las plantas hasta el cortado o el curado) que debemos pasar hasta obtener un resultado final en forma de flores o cogollos.

En el interior de cada planta de marihuana se aglutinan hasta 100 terpenos, que al combinarlos de una u otra forma ofrecen resultados distintos. Esto convierte a la marihuana en la especie vegetal con más variaciones organolépticas. Variaciones que podemos aprender a detectar en una cata. De ahí que haya que desarrollar la destreza y las habilidades necesarias para enfrentarse a una cepa o a un cogollo y evitar que no se nos escape ningún matiz.

Lo primero que tener en cuenta es que existen dos tipos de catas para conocer el cannabis. Por un lado, la organoléptica, que permite desentrañar las cualidades de aroma y sabor de la marihuana. En este caso, tendremos que sacar el máximo partido a los sentidos del gusto y el olfato, pues serán ellos los encargados de dictaminar si esa genética merece mejor o peor nota. 

Por otro lado realizaremos también la cata psicoactiva, que tiene que ver con el efecto que produce la propia planta de cannabis en nosotros. En este caso debemos saber que, al contrario que ocurre con otras pruebas, como las de los vinos, donde los catadores escupen los caldos una vez que los han paladeado, en cuanto probamos la marihuana resulta imposible librarse de las sensaciones que provoca. Además, de todas ellas habremos de anotar si provoca euforia o relajación, la duración que tiene ese efecto, la tolerancia que cada uno de nosotros tiene para aguantarlo o el techo, es decir, cuánta marihuana de esa variedad podemos consumir hasta decir basta. 

Objetivo: evitar escollos a toda costa

Cuando de probar y catar la marihuana se trata es importante seguir ciertas pautas para que los distintos matices de unas y otra variedades no acaben enmascarados, falseados o tergiversados por uno u otro elemento. Para empezar, debemos realizar la cata con el método habitual de consumo que utilicemos, ya sea un ‘bong’, una pipa o un porro. Así, como conocemos mejor este método, podremos prestar mayor atención a la variedad que estamos fumando para exprimir al máximo cada matiz. 

Con este mismo propósito, otra de las consideraciones es tener la boca totalmente limpia de alimentos y bebidas que puedan alterar el sabor de las variedades que vamos a catar. Nuestras papilas gustativas deberán estar preparadas para deleitarse; al mismo tiempo, nos permitirán conocer con precisión las notas de la planta de cannabis en cuestión. 

Además, para que el sabor de una u otra variedad llegue intacto hasta nuestro sentido del gusto será preciso tener bien limpias las manos a la hora de manipular la marihuana. Es más, en caso contrario no solo podríamos afectar al sabor, sino que también el olor de la variedad quedaría enmascarado y la cata se vería alterada.

Siguiendo estas recomendaciones, ninguno de los cogollos que vayamos a probar se verá mínimamente perjudicado y, con nuestros sentidos en perfecto estado, podremos sacarles el máximo partido.

Cata en seco contra cata en combustión

Una vez que estemos preparados, será el momento de comenzar con los dos ciclos de cata: en seco y en combustión, en este mismo orden. La primera, como su propio nombre indica, se realiza nada más tener el cogollo en las manos, lejos de cualquier artefacto donde quemarlo. De lo que se trata en esta primera fase de la prueba es de revisar aspectos tales como la densidad, la dureza, el olor o el aspecto que presenta, entre otros. No podemos perder ningún detalle ni al tocar la muestra, ni al olerla, ni al escuchar si cruje más o menos, ni tampoco al saborearla.

Una vez completada la cata en seco, pasaremos a la segunda fase, cuando el mechero será indispensable para la combustión. Empleando el método que, recordemos, habitualmente usemos para disfrutar del cannabis, tomaremos la muestra previa probada en seco y le prenderemos fuego en un porro o un bong. En este punto, los sentidos del gusto y el olfato deberán estar bien atentos para que no se nos escape ni el más mínimo detalle. También se puede catar la marihuana con un vaporizador: el caso es que sea el método de consumo que habitualmente utilizamos, para que el resultado final sea lo más objetivo posible.

Para lograrlo, deberemos proceder de la siguiente forma. En la primera calada lo aconsejable es mantener el humo en la boca 3 o 4 segundos antes de expulsarlo. En la segunda, que será más profunda y prolongada, tendremos que tragarnos el humo y luego expulsarlo por la nariz y la boca. Ya en la tercera, con una intensidad media, nuestro cometido será pasar el humo por toda la boca antes de exhalarlo, lo que provocará que el bulbo olfativo se estimule al máximo. Ahí será cuando anotaremos los sabores y aromas principales que hayamos detectado, aunque sin entrar en demasiados detalles.

Los matices deberemos extraerlos de una segunda cata en combustión, donde habrá que prestar atención a todos los retropaladares y otros tantos detalles de la marihuana que estamos probando. Siguiendo el mismo procedimiento que en la primera, si no cometemos ningún error completaremos la prueba y cumpliremos con nuestra misión: trazar el mapa de sabores y aromas, tanto primarios como secundarios, que cada variedad nos ofrece.

Si tomamos nota de todos las cualidades que hayamos apreciado en las distintas fases del proceso y sabemos trazar ese mapa de forma precisa, acabaremos por convertirnos en unos grandes catadores de marihuana. Y quién sabe, quizá con el tiempo, cuando la industria de la marihuana necesite de especialistas en este ámbito como ya ocurre en algunos rincones del mundo, podamos mandar nuestro currículum y optar a un puesto de trabajo como catador de cannabis profesional. Sin duda, una profesión de ensueño.