Hay quien ha trasladado la marihuana al plano espiritual, para así crear sus propias religiones, sus propias Iglesias, en las que venerar esta planta que, por otra parte, de tanto protagonismo goza en la Biblia.

Alrededor del mundo, son muchas y sumamente variopintas las religiones en las que seguidores de una misma persona (ya sea de realidad o ficción), de una idea o, incluso, de un 'hobbie' se unen para dar rienda suelta a su pasión. Desde aquellos que profesan una fe sin límites a la figura de Diego Maradona hasta los fanáticos del personaje de Rambo, pasando por todos aquellos frikis de la saga de La Guerra de las Galaxias que se han inventado una religión en torno a la figura del jedi. Porque, sin lugar a dudas, cada cual cree en lo que le viene en gana. Por esta misma razón, y aprovechando la pasión que sienten por la marihuana, hay quien no dejó pasar la oportunidad para crear su propia Iglesia en torno a esta planta.

Al margen del movimiento Rastafari surgido en Jamaica allá por los años 30, pero bajo la misma premisa de considerar el cannabis como algo sagrado, en otras partes del mundo hay quien, ni corto ni perezoso, ha fundado su propia Iglesia de la marihuana. En la mayor parte de los casos siguiendo los principios de la religión cristiana y argumentando su fe en la obra de Dios y en las acciones de Jesús. “Es nuestro derecho divino usar esta hierba sagrada. Si Dios no quisiera que usemos esta planta, no la habría creado en primer lugar”, reconoce un miembro de la 'Church of the Universe' (la Iglesia del Universo).

Fundada en la década de 1960 por Tucker Walter, esta institución convirtió la marihuana en un sacramento y dio pie a otras muchas organizaciones religiosas entre cuyos principios se encontraba el cultivo y consumo de marihuana en territorio canadiense. Al igual que el resto, la Iglesia del Universo, que según sus estimaciones cuenta a día de hoy con alrededor de 4.000 miembros, también se las ha tenido que ver con la justicia de su país.

La última trifulca legal que tuvieron que librar fue después de que los reverendos Peter Styrsky y Shahrooz Kharaghani fuesen detenidos en octubre de 2006. Acusados ambos de tráfico de marihuana y hachís, la policía canadiense asaltó su iglesia después de que ellos, supuestamente, aceptaran vender maría a dos policías encubiertos que se infiltraron entre sus seguidores.

Y es que, tanto la Iglesia del Universo como el resto de congregaciones religiosas que conviven en Canadá han tenido que hacer frente a no pocos malentendidos con las autoridades del país. Sin embargo, parece que la eterna batalla ha llegado a su fin. El pasado mes de mayo, el Tribunal Supremo de Canadá dictaminó que los feligreses detenidos en la redada que llevó a cabo la Policía en la ciudad de Cochrane en 2002, estaban practicando sus creencias religiosas (y eso no es delito).

Desde entonces, la Comisión de Derechos Humanos de Alberta y la propia Iglesia de la marihuana han mantenido un litigio. Finalmente, la sentencia del Tribunal Supremo canadiense contempla que la policía del condado que llevó a cabo la redada tendrá que reembolsar a los afectados el importe del cannabis confiscado, cuyo valor se estima que podría alcanzar el millón de dólares (729.000 euros). Una victoria que, más allá de los costes, sentará un precedente para todas aquellas organizaciones religiosas que durante tantos años han reclamado esos mismos derechos. Sin ir más lejos, los rastafaris de Canadá.


Como el propio abogado defensor mantuvo ante el jurado, el uso de la marihuana aparece en diversos pasajes de la Biblia. Y razón no le falta. Ya sea como alimento, como medicamento o como un elemento más de las liturgias religiosas en las que, según las Sagradas Escrituras, tomó partido Jesucristo, esta congregación religiosa ha basado sus creencias en estos mismos elementos a los que, ahora, las autoridades canadienses han concedido total validez. “Es una bendición que nuestro mensaje de amor se está extendiendo en todo el mundo. Esto demuestra que Dios no es sordo a nuestra situación”, sentenciaba el hermano Harris después de conocer la sentencia del Tribunal Supremo.

Feligreses del cannabis también en California

Siguiendo el ejemplo de sus vecinos del norte, ya hay quien ha creado su propia Iglesia de la marihuana en Estados Unidos. En California, uno de los veinte estados del país norteamericano donde la marihuana ya es legal, el reverendo Steve Cherms ha unido en torno al cannabis a un grupo de fumadores que siente devoción por ella. “Creemos que la planta de la marihuana es el árbol de la vida y el derecho a utilizarla es sagrado”, reconoce el reverendo. Aseguran estar amparados por la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que protege la libertad de religión. De este modo, y acatando las leyes de California, los feligreses de esta comunidad cultivan sus propias plantas y consumen sus frutos en las liturgias que realizan.

Los Rastafaris llegaron a Brasil

En Latinoamérica, donde ha cundido el ejemplo de Uruguay y ciertos países ya planean un cambio de rumbo en sus políticas prohibicionistas, también hubo a quien la devoción por el cannabis le empujó a crear una Iglesia donde rendir culto a la marihuana. En el municipio de Americana, en la provincia de Sao Paulo, Geraldo Antonio Bautista fundó en 2011 la Igreja Niubingui Etíope Coptic de Sião do Brasil. Siguiendo el ejemplo de los Rastafaris, Ras Geraldinho, como conocen sus feligreses a este peculiar reverendo, ha llevado a Brasil esta religión de raíces jamaicanas que considera que la marihuana es un producto sagrado.

No obstante, Ras Geraldinho fue arrestado en mayo de 2013 y posteriormente condenado a 10 meses y 20 días de prisión. Acusado de cultivar y cosechar marihuana sin la autorización necesaria y, supuestamente, ayudado por menores de edad, así como de prepararla para el consumo de terceras personas. Pese a que sus abogados mantenían que se estaba vulnerando la libertad de religión del acusado, los testigos que participaron en el juicio desvelaron que los fieles tenían que abonar 10 dólares al entrar en la congregación, lo que dio pie a la sentencia del tribunal.

Sea como fuere, como en tantos otros escenarios donde está presente el cannabis, cada país hace y deshace a su antojo. Tan solo nos queda confiar en que, al tiempo que se replica el caso de Uruguay en otros tantos países del mundo, cunda el ejemplo de Canadá y ninguna autoridad tenga que decirnos a quién o qué debemos venerar.

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Con información de World News Daily Report, The Record, Iamm y Cannabis Culture. 

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