La variedad de cannabis Frisian Duck está considerada como una de las cepas de exterior de mayor rendimiento. ¿La razón? Su extraña apariencia, que no la hace parecer una planta de marihuana. Se trata de un cruce entre una Frisian Dew, una resistente variedad de exterior, y una Duckfoot, una mutación única australiana que da como resultado unas hojas con formas extrañas, como si fueran patas de pato. Esta fusión ha conseguido que la Frisian Duck sea la favorita de aquellos que buscan sigilo y discreción a la hora de cultivar cannabis fuera de casa.

La Frisian Duck es una de las variedades de marihuana que más ha dado que hablar en los últimos años. Su insólita apariencia puede hacerla pasar desapercibida a primera vista para cualquiera, amante del cannabis o no. La extraña forma de sus hojas, que se asimilan a las patas de un pato, le sirven de excelente camuflaje ante la mirada de los curiosos. Esto la ha convertido en una de las plantas más deseadas para aquellos que cultivan en patios, terrazas, jardines o de guerrilla (cultivos en medio del monte o el bosque).

Una variedad muy trabajada

La Frisian Duck no es una accidente de la naturaleza. Se trata de una variedad que ha costado estabilizar durante muchas generaciones y cuyo objetivo era claro: crear una planta de alto rendimiento para cultivos exteriores. El banco de semillas holandés Dutch Passion estuvo trabajando durante años en una reproducción selectiva hasta dar con la Frisian Duck, aunque desde las primeras generaciones de semillas ya obtuvo una gran acogida. “A nuestros clientes les encantó desde el primer momento el hecho de que no se viera como una planta de cannabis”, explican desde Dutch Passion. “Gracias al camuflaje natural dado por la forma inusual de las hojas, la gente podía pasar por delante de las plantas sin darse cuenta de lo que era realmente”.

En Dutch Passion estaban fascinados con una de las variedades más raras que se podían ver en el mundo, la Duckfoot (‘pie de pato’ en inglés). Esta cepa originaria de los montes australianos recibió este nombre por el aspecto de sus hojas palmeadas, que evocaban la imagen de este animal y que difícilmente se reconocían como hojas de marihuana. En realidad se trata de una alteración genética del genoma clásico del cannabis, que casi siempre se da en las plantas Sativas y que tiene un carácter recesivo, lo que significa que, si se da con ella, se podrá conservar y reproducir en la descendencia de la planta.

Gracias a ello, varios ‘breeders’ han conseguido preservar en el tiempo esta auténtica joya de la naturaleza cannábica. El problema que le encontraba Dutch Passion a esta variedad es que era idónea para climas cálidos, por lo que no se podía exportar al norte de Europa con el pretexto del camuflaje perfecto: las plantas no aguantarían el frío del exterior. De ahí surgió la idea de cruzar la variedad australiana con la Frisian Dew, una variedad de exterior ideal para los climas norteños. Además de ser una híbrido de primera calidad para cultivos al aire libre, tiene un color morado que la hace una de las más exóticas del mercado.

Una planta sigilosa y superdotada 

Este cruce permite a la Frisian Duck desarrollarse con normalidad al aire libre en el hemisferio norte. La variedad puede plantarse después de la última helada, en abril / mayo (siempre dependiendo de cuán al norte sea), y crecer con una apariencia irreconocible hasta los primeros brotes en agosto. Los cogollos estarán listos para la cosecha a finales de septiembre o principios de octubre. Es cierto que la fase de floración puede ser la más delatadora por el olor a marihuana, pero el hecho de que sus flores sean púrpuras ayuda a que la Frisian Duck parezca una planta ornamental más del jardín.

Desarrolla plantas de marihuana de una estatura pequeña/mediana y puede alcanzar una altura de 2-3 metros si ha sido plantada en un sustrato de buena calidad y si recibe suficiente sol durante su desarrollo. Si, por ejemplo, se cría en un contenedor de 10-15 litros, la planta tiende a ser un poco más pequeña. Además, esta variedad se puede desarrollar en invernadero, mientras que bajo plástico hace frente a las semanas más duros de la temporada (a principios y a finales) y crece sin problemas hasta alcanzar un tamaño considerable.

Aunque sea la reina de los exteriores, la Frisian Duck también se puede cultivar en interior. En ese caso, comienza a florecer tan pronto como cuando la luz se reduzca a 12 horas por día. Muchos cultivadores la escogen para plantaciones de interior porque su rendimiento y resistencia son superiores a la media. Pese a su apariencia de planta delicada, se trata de una de las variedades más fuertes del mercado, con una estructura de lo más resistente.

Los aromas y sabores de la Frisian Duck van desde aromas propios del bosque, como pino o madera, a toques cítricos. Al tratarse de una híbrida sus efectos son bastante equilibrados, aunque potentes. Los usuarios reciben una estimulación cerebral inicial intensa que luego va evolucionando a una sensación de profunda relajación física que dura bastante en el tiempo. 

Sin duda, se trata de una de las genéticas más interesantes y revolucionarias que han irrumpido en el mercado cannábico en los últimos años. Hasta el momento no existía una planta con el perfil de la Frisian Duck fuera de Australia, y eran muchos los cultivadores de guerrilla y los de exterior que reclamaban una planta que fuese poco reconocible. Dutch Passion, además, acertó escogiendo como punto de partida a su campeona de exteriores, Frisian Dew: un cruce que ha conseguido aportar a la nueva variedad toda una serie de ventajas y facilidades para ser plantada al aire libre en cualquier parte del hemisferio norte.