Son los encargados de dar color a la planta de marihuana y de protegerla de plagas, enfermedades e incluso de los rayos ultravioleta malignos. Y por si esto fuera poco, poseen múltiples propiedades medicinales que están siendo estudiadas. Los flavonoides no tienen tanta fama como los terpenos, pero su labor es esencial para que el sistema endocannabinoide reciba el THC o el CBD y module su efecto. Presentes sobre todo en hojas y flores, los investigadores están dedicándole tiempo para seguir explorando sus virtudes.

Cannabinoides, terpenos, terpenoides… Todos ellos son componentes de la marihuana, y de ellos depende la potencia psicoactiva de la variedad, su capacidad terapéutica, el sabor y el aroma o incluso el aspecto de los cogollos. Sin embargo, al hablar de ellos se suele olvidar unos compuestos que también resultan de suma importancia: los flavonoides.

La principal función de los flavonoides es aportar color a las hojas y flores de la marihuana. Se estima que hay unos 20 flavonoides diferentes en el cannabis, un compuesto también presente en otras plantas, verduras o frutas. En total, existirían unos 6000, y su nombre hace referencia a la palabra latina ‘flavus’, ‘amarillo’ en castellano, el color con el que aparecen en la naturaleza. Sin embargo, algunos de ellos son exclusivos de la marihuana. 

Otra de las virtudes de los flavonoides en el cannabis y demás plantas es que ayudan a proteger la estructura de los rayos ultravioleta y posibles enfermedades o plagas. Además, atraen a insectos para la polinización (las plantas carnívoras los usan para cazar presas) o les permiten reconocer el fotoperiodo captando varias longitudes de onda de luz. Aquellos que se encuentran en las raíces crean relaciones beneficiosas entre estas y hongos, las llamadas micorrizas, que ayudan a nutrir a la planta. Aun así, la presencia de flavonoides es pequeña en raíces y semillas: más bien forman parte de flores y hojas.

Así, cuando veas una de esas atractivas plantas de cannabis con tonos violeta, has de saber que se debe al flavonoide llamado antocianina, también presente en los frutos del bosque y responsable de tonos morados, rojos o azules. Aunque también debes de tener en cuenta que las horas de luz influyen en el color lila de esas semillas germinadas. 

En general, los flavonoides aportan cualquier color que no sea el verde. Otros, por su nombre, nos llevan a la fruta en la que se encuentran en forma predominante: es el caso de la tangeritina, presente en las mandarinas (‘tangerine’ es ‘mandarina’ en inglés) y muchas otras frutas cítricas.

 

Flavonoides bajo el microscopio

Podría parecer que los terpenos siguen siendo muy interesantes para el consumo final del cannabis, ya que estos son los que marcan su aroma y sabor y por los que escogemos una variedad y otra. Sin embargo, la unión entre terpenos y flavonoides también ayuda a potenciar las características que más recibimos por los sentidos

Por si todo esto fuera poco, los flavonoides además tienen un potencial terapéutico, según algunas investigaciones. La quercetina, presente en el brócoli o los tomates, es antifúngica y antioxidante. También es esto último la catequina, que igualmente ayuda a la salud cardiovascular y lo podemos encontrar en el cacao o el té verde. 

Entre otros flavonoides del cannabis interesantes por su potencial médico, está el cannaflavin A, con una gran capacidad antiinflamatoria, incluso mayor que la de la aspirina; la vitexina y la isovitexina, que pueden ayudar en la gota, y la apigenina, que rebaja los efectos secundarios de los medicamentos inmunosupresores (los que se toman tras un trasplante de órganos) y que también se encuentra en la manzanilla.

La lista se completa con el cannaflavin B, el cannaflavin C o la silimarina. Todos ellos deben estudiarse más para comprobar su potencial terapéutico. Por ejemplo, se cree que el consumo de algunos flavonoides podría reducir el riesgo de sufrir algunos tipos de tumores, como el de pulmón y el de pecho. Sus propiedades antioxidantes eliminarían las moléculas que dañan los tejidos corporales.

No es lo único que se está estudiando en la actualidad: se cree que los flavonoides pueden potenciar o ralentizar el efecto de los cannabinoides, como el CBD o el THC, en el sistema endocannabinoide. De hecho, no son psicoactivos; como mucho, su efecto se podría comparar con el del cannabidiol, por lo que ayudaría a que el colocón no fuera tan alto. Es lo que se conoce como efecto séquito, un término que el médico Raphael Mechoulam, pionero en los estudios médicos sobre el cannabis, acuñó a finales del siglo pasado y que hace referencia a que otros componentes del cannabis, como los terpenos o los propios flavonoides, ayudarían, por ejemplo, a eliminar la ansiedad que la psicoactividad del tetrahidrocannabinol podría generar.

Mientras tanto, lo que también sabemos es que muchos de los flavonoides son solubles en agua. Esto explicaría por qué algunas infusiones con cannabis tienen poderes terapéuticos, ya que los cannabinoides tienen muy poca solubilidad en agua y mucha en grasa (de hecho, se recomienda que las infusiones de CBD tengan leche).

Si lo tuyo no son las infusiones y prefieres consumir cannabis mediante vaporización, los flavonoides son volátiles y se pueden tomar mediante el humo, como pasa con los terpenos. Para que te hagas una idea, a partir de 133,3 grados Celsius nos aprovechamos de las virtudes del β-Sitosterol, un flavonoide que la misma administración estadounidense recomienda por su ayuda contra las enfermedades coronarias; en 177,7 ºC, la apigenina; superados los 182,2 ºC, el cannaflavin A, y a partir de 250 ºC, la quercetina.

Una de las principales críticas que se hace a la hora de querer estudiar los flavonoides es que en Estados Unidos, donde se podría hacer parte de esta investigación, la prohibición federal sobre la planta impide estudiar estos componentes. Mientras tanto, nos tendremos que conformar con lo ya sabido y, a partir de ahora, tener más en cuenta a estos desconocidos componentes que nada tienen que envidiar a terpenos y cannabinoides.