Era legal, tenía potentes y positivos efectos sobre la salud y ayudaba a solucionar ciertas enfermedades. Por eso el cannabis fue utilizado en el pasado por las grandes farmacéuticas que, sin embargo, lo echaron a un lado cuando otros productos (más peligros y mucho más rentables para el bolsillo de las empresas) salieron a la luz.

Quienes investigan sobre las propiedades medicinales de la marihuana siempre han estado convencidos de que este producto debe incluirse entre los tratamiento para determinadas dolencias y enfermedades. Sus argumentos se basan en evidencias científicas e históricas, pues hace unos cuantos años (concretamente, a principios de siglo) ya hubo quien lo puso en marcha: ni más ni menos que algunas de las principales (y más poderosas) farmacéuticas estadounidenses de la actualidad.

Para crear sus medicamentos cannábicos, estas compañías utilizaban semillas originales de muy diversa procedencia (aunque la mayor parte venían de India) que después, allá por 1913, lograron cultivar en territorio estadounidense. Llegada la Primera Guerra Mundial, el país era autosuficiente en sus cultivos de marihuana dedicados al ámbito terapéutico. 

Pero, antes de que ellas pusieran sus productos a la venta, en 1850 la 'Pharmacopeia' de Estados Unidos, un libro oficial que establecía las normas para los medicamentos recetados y de venta libre, ya había incluido la marihuana como tratamiento para muchas dolencias (desde el tétanos al tifus pasando por la rabia, la disentería, la adicción a opiáceos, la lepra, la incontinencia o el sangrado uterino). 

Al menos el 6% de los medicamentos creados en torno a 1919 contenían extractos de cannabis de una u otra forma. Aunque no era algo extraño, puesto que la mayor parte de las medicinas de la época contenían los mismos ingredientes activos (lo que exigía un potente 'marketing' entre unas empresas y otras para diferenciarse) y todos basaban su composición en diversas plantas. 

"Estamos comercializando un extracto fluido de cannabis sativa cultivado en Estados Unidos. Ha sido probado por médicos experimentados y obtenido del mejor cannabis indio". La descripción de 'Fluid Extract Cannabis Americana', es un claro ejemplo de la naturalidad con la que se vendían los productos. Cannabis Americana, concretamente, fue creado y puesto a la venta por Parke, Davis & Company, un laboratorio estadounidense que actualmente es filial de Pfizer, compañía lider en investigación biomédica que nació en Brooklyn en 1849. 

Bristol-Myers Squibb fue otra de las compañías que dedicieron comercializar productos basados en marihuana. Apareció en 1858 y comenzó su andadura de la mano de Edward Robinson Squibb, un médico conocido por la producción de medicamentos puros y de buena calidad (muchos de ellos, hierbas), que utilizó con los marines que combatían en la guerra y que viajaban en barcos insalubres. 

Squibb vendía cannabis en polvo, en tabletas, en extractos fluídos y en tinturas, y sólo en sus primeros años contaba con 15 productos cannábicos en el mercado, un número que se quedaba muy corto al lado del de Parke Davis, con 27 productos a la venta; o el de Eli Lilly (que también contribuyó a la creación de 'Cannabis Americana'), con 23. Esta última empresa, nacida en 1876, es actualmente una de las grandes multinacionales farmacéuticas.

Allá por 1930, la demanda de medicamentos basados en cannabis se aceleró, y estas compañías quisieron aumentar su trabajo para hacer productos más potentes y fiables. Parke Davis y Eli Lilly los convirtieron en existosos analgésicos, antiespasmódicos y sedantes. 

Mientras tanto, Grimault & Company comenzó a vender cigarrillos de marihuana como un remedio contra el asma. Eran "cigarrillos indios", completamente legales en los Estados Unidos de la época, que incluso llegaron hasta Francia, tal vez ayudados por la investigación de un psiquiátra de la década de 1840, Jacques Joseph Moreau, que encontró en la marihuana el mejor aliado para suprimir los dolores de cabeza y aumentar el sueño y el apetito. Los cigarrillos de cannabis indica se consideraban eficaces para el tratamiento de órganos de la respiracion y la circulación, así como para combatir afecciones del sistema nervioso. 

Estas compañías utilizaban el cannabis para tratar la epilepsia, diversos problemas asociados a las mujeres, migrañas, gusanos en el estómago, enfermedades mentales y hasta diversas adicciones. Al mismo tiempo que se utilizaba como afrodisiaco, también se usaba para tratar enfermedades de transmisión sexual. 

Incluso había quien creaba productos cannábicos para uso veterinario, especialmente pensados para los animales de compañía. Concretamente, Parke Davis vendía extractos de marihuana para que los veterinarios pudieran utilizarlos como analgésicos y sedantes.

De las empresas que se iniciaron en el arte de la creación de medicinas basadas en cannabis, solo la farmacéutica Abbott – que comercializaba cuatro medicamentos basados en la planta allá por 1935 – tiene actualmente una división, AbbVie, que produce una píldora basada en THC sintético. Pfizer ha asegurado que hace años abandonó esta línea de investigación. Lo mismo ocurre con Eli Lilly y Bristol-Mers Squibb que, por el momento, prefieren no pronunciarse sobre si volverán a trabajar este sector. Otras farmacéuticas han ganado terreno en este ámbito, como GW Pharmaceutical o Insys Theraputics, que trabajan activamente en la investigación del cannabis. 

¿Por qué quienes abrieron el camino ahora dan de lado a la marihuana? Según los expertos, porque prefieren vender otros productos mucho más rentables (e incluso aprovechar la inexistencia de algunos). También por esta razón las farmacéuticas se han convertido en uno de los principales actores del movimiento antilegalización de la marihuana, junto con las compañías que venden alcohol y no quieren competir con empresas cannábicas legales.

Que muchas de ellas dejaran de vender cannabis está estrechamente relacionado con el desarrollo acelerado de productos médicos (especialmente a partir de 1942) mucho más rentables, mucho más caros (y con efectos mucho más perjudiciales) como la aspirina o la morfina, así como de drogas derivadas del opio que comenzaron a reemplazar a la marihuana en el tratamiento del dolor y de otros problemas (apoyadas, también, por políticas gubernamentales, sobre todo en Estados Unidos).

Sin embargo, los antecedentes históricos de las propiedades curativas del cannabis son un argumento más para aquellos que apuestan hoy por una investigación en profundidad, convencidos de que sus exigencias terminarán siendo escuchadas. Sobre todo porque cada vez son más los ciudadanos que prefieren evitar productos químicos farmacéuticos y tratarse con derivados cannábicos naturales. 

----------------------

Con información de Pfizer.com, Lilly.com, Forbes.com, Elciudadano.cl, ibtimes.com, Healthimpactnews.com, Mjnewsnetwork.com, Antiquecannabisbook.com y medicalmarijuana.procon.org