Para crecer sano y fuerte, tu cultivo de cannabis necesita sol, fertilizantes y el elemento esencial de la vida: el agua. Sin embargo, hay que tener cuidado con el riego, ya que un exceso de hidratación puede afectar negativamente a la marihuana, estropeando sus raíces y sus hojas. En esta guía te enseñamos la mejor forma de evitar que esto suceda, para que obtengas siempre la mejor calidad en tus cogollos.

Cuidar de las plantas de cannabis implica que tengas que estar al tanto de la cantidad de líquido que reciben a diario. El agua es un elemento indispensable para la marihuana, pero en abundancia puede provocar que las hojas crezcan torcidas y caídas y que adopten un tono amarillento debido a la ausencia de nutrientes.

El exceso de riego es una complicación más común de lo que parece. Hasta a los cultivadores más expertos puede pasarles: después de controlar hasta el mínimo detalle del cuidado de la planta, te encuentras con que su crecimiento no es el adecuado y que su aspecto final no es el que buscabas. Las causas pueden ser muy diversas: la fase de crecimiento de la planta, la variedad, el tamaño de la maceta y el estado del sustrato.

Salvo que se cultive de manera hidropónica, la sobreabundancia de agua puede ser un problema tan grave como la sequía. De hecho, nada en exceso es bueno, y el primer paso para asegurar el crecimiento del cannabis es aprender a distinguir los síntomas de estos dos problemas del riego. Si la planta tiene las hojas secas y marchitas, debes incluir más agua en su dieta, mientras que si su aspecto es más pálido de lo habitual es necesario que revises la cantidad y la frecuencia de líquido que le aportas a diario.

De acuerdo con esto, lo primero que debes tener en cuenta en el cultivo es que es siempre mejor regar poca cantidad y varias veces que pasarse con el agua. Si el error ya está hecho y el cannabis presenta algunos de los síntomas por exceso de H2O, aún puedes tomar medidas para atajar los efectos.

El tamaño de la maceta importa

Recuerda que al regar la marihuana estamos haciendo dos cosas por ella. Por un lado, estamos hidratándola para asegurar su crecimiento. Por otro, estamos lavando la tierra para eliminar las sales sobrantes que el cultivo no necesita en su crecimiento y para que esté oxigenada. 

A través de sus raíces, el cannabis absorbe el oxígeno disuelto en el agua. En consecuencia, cuando recibe demasiado líquido en periodos de tiempo muy cortos este termina asentándose en agua estancada y en tierra embarrada poco oxigenada. Al igual que nosotros necesitamos aire limpio y no contaminado, nuestra marihuana necesita respirar y alimentarse de la manera adecuada para no ‘sofocarse’.

¿Qué pasa si la maceta es muy grande y el agua se acumula? Si esto ocurre, la planta se acostumbra a este medio de vida y deja de desarrollar sus raíces para buscar la humedad, ya que la tiene siempre disponible. Además, la parte exterior del cannabis también frena su crecimiento o crece muy poco. Esta anomalía en el desarrollo se agrava cuando la planta se ve expuesta durante un largo periodo de tiempo a esta inundación de su territorio: no puede absorber el alimento del sustrato y sus raíces se pudren poco a poco, pasando de su color blanco característico a un marrón más oscuro. Ante los primeros síntomas de podredumbre, es recomendable que dejes secar la maceta y que en el siguiente riego añadas una pequeña cantidad de agua oxigenada (entre un 3 y un 5 %) al líquido normal. 

Con tiestos más pequeños es más sencillo vigilar si la tierra de la plantación está demasiado empapada: puedes tocar el sustrato y comprobar con el dedo si el agua llega hasta el fondo de la maceta; así sabrás si necesitas regar ese día o debes esperar un poco más. El objetivo es que la tierra esté húmeda, no que la planta se ahogue.

Ahora bien, la solución no es siempre escoger los recipientes más pequeños. Las plantas necesitan un tamaño u otro de tiesto dependiendo de su fase de crecimiento. Si bien puedes plantar las semillas de marihuana en uno más pequeño para vigilar con mayor facilidad el cultivo en una edad temprana, quizá tengas que trasplantarlas a uno mayor conforme crezcan. Eso sí, mudar a una hembra cuando está floreciendo podría causar a esta un estrés que nos haría perder todo el trabajo realizado con ella, así que hazlo con sumo cuidado.

Pon mayor atención al drenaje

Aunque parezca que evitar o solventar la sobreabundancia de agua requiere un gran esfuerzo, a veces es tan sencillo como comprobar el estado de los maceteros. Para que el drenaje sea correcto, el tiesto de nuestra planta debe tener agujeros que permitan que salga el agua extra y que la tierra se airee. Si no los tiene puedes hacerlos tú mismo y colocar una bandeja o un plato debajo del macetero para que caiga el líquido sobrante. 

A veces ocurre que, aun teniendo orificios, el agua no sale a ritmo constante, lo que es un indicio de que la planta no drena como debería. Normalmente, la causa es que la tierra está apelmazada y tapona las vías de escape. A fin de solucionarlo, puedes colocar una fina capa de canicas o piedras redondeadas que hagan que la tierra no se comprima. También puedes optar por un sustrato que esté pensado específicamente para el cultivo de cannabis.

Frenar los efectos cuando ya se ha producido el daño

Lo mejor que puedes hacer por las plantas que han sufrido un exceso de riego es darles tiempo y empezar de nuevo su riego, de manera más cuidadosa y pautada para volver a sacar lo mejor de ellas. 

Aunque lo normal es hidratarlas cada dos o tres días, si ves que la variedad de tu cultivo necesita más tiempo para absorber la humedad no cortes de raíz el riego: sigue aportándole líquido con la misma frecuencia, pero en menor cantidad, y asegúrate de que un 20 por ciento del agua de la anterior toma ha escapado por los agujeros del drenaje.

Aunque si quieres seguir una regla general, los más experimentados cultivadores apuntan que la mejor forma de saber cuándo se necesita agua es a partir del peso de la maceta, tomando como referencia si necesitamos emplear más o menos fuerza para levantar el tiesto. Si el sustrato está muy húmedo, la maceta pesará más, por lo que la planta tendrá agua suficiente para soportar algo más de tiempo. Si por el contrario está seca, comprobaremos que será mucho más liviana, por lo que necesitará que la reguemos. Debemos aprender a sentir la necesidad de agua de la planta con sólo levantar la maceta. Intuitivamente y con el tiempo no tardaremos en notar las diferencias de peso del sustrato, esté más o menos húmedo.