Presentes en frutas como el plátano, la fresa o la piña, estos componentes orgánicos también se pueden reproducir artificialmente para aromatizar alimentos o fragancias. Incluso, algunos laboratorios de cannabis exploran las formas de potenciar ciertos ésteres presentes en la hierba para aportar más intensidad en los olores y sabores ya existentes.

El mundo de los sabores y los olores de las diferentes variedades de marihuana es muy amplio. Sin embargo, cuando creíamos que todo era responsabilidad de los terpenos, entra en juego un nuevo término: los ésteres. Estos compuestos, formados principalmente a partir de alcoholes y ácidos, pueden encontrarse tanto de manera natural en determinadas frutas y plantas (también en el cannabis) como artificialmente, a través de la sustitución del hidrógeno de un ácido orgánico por un radical alcohólico. 

Estos ésteres artificiales se utilizan en alimentos que no llevan ni un ápice de estas frutas pero sí todo su sabor y olor. Su nombre proviene de las dos moléculas originales que la forman: por ejemplo, el etanoato de isopentilo da sabor a plátano, el octanoato de heptilo a frambuesa y el etanoato de octilo a naranja. Dadas sus características también se usan en perfumería para conseguir las fragancias más dulces.

Un estudio realizado en 1995 por la Universidad de Misisipi a los componentes volátiles (convertibles fácilmente en vapores o gases) del cannabis encontró un total de 68 terpenos, entre los que se encontraban el beta-mirceno (con base de hierba y sabor entre dulce y picante), el terpinoleno (con cierto regusto a limón) o el alfa-pineno (más fresco y como el aroma de pino). Estos formaban la mayor parte de los componentes volátiles, y el resto de la complejidad de los aromas se encontraba en ésteres, cetonas, alcoholes y éteres.

A los laboratorios aún les queda mucho que investigar sobre las posibilidades de los éteres en el cannabis. Por ejemplo, el aroma del plátano presente gracias a los ésteres 2-metil-4-heptanona y acetato de hexilo no es muy abundante en las flores del cannabis. Incluso a veces es 200 veces menor que el terpeno más abundante, el beta-mirceno.

¿Cómo funciona nuestro olfato?

De igual modo que se consiguen sabores y aromas artificiales, puede que una determinada mezcla de varios compuestos provoque que el aroma de la fresa, la piña o los arándanos esté presente en el cannabis sin que contenga ni uno solo de los químicos de la fruta. Esto se debe a la peculiar forma de actuar de nuestro olfato

Cuando una molécula olorosa entra por la nariz, se une a una extensa variedad de diferentes receptores olfativos que crean un ‘código’ para definir el aroma. Las combinaciones son casi ilimitadas, por lo que es casi imposible predecir cómo olerá una molécula con solo mirar su estructura. Aún queda mucho que explorar sobre el olfato, ya que existen relaciones complejas que todavía no se han descubierto. Sin embargo, sí podemos indagar un poco más en cómo potenciar esos sabores y olores comunes en los ésteres de la fruta y el cannabis.

¿Cómo potenciar estos sabores y olores?

De la lista de los 68 terpenos cannábicos aportados por la investigación estadounidense, solo el 2-metil-4-heptanona, el 2-metil-3-heptanona y el acetato de hexilo pueden aportar un verdadero aroma afrutado. Al ser componentes volátiles lo mejor para potenciarlos será llevarlos hasta la ebullición.

Como ya hemos dicho, los científicos han concluido que los dos compuestos del plátano que se encuentran en el cannabis y aportan el peculiar sabor de la fruta son el 2-metil-4-heptanona y acetato de hexilo. Ambos se producen a muy bajos niveles, pero también tienen puntos bajos de ebullición. El 2-metil-4-heptanona hierve a unos 155 °C, mientras que el acetato de hexilo lo hace a 171 °C. De este modo, los terpenos del plátano se volatizan rápidamente, aunque las temperaturas demasiado altas pueden provocar que se conviertan en sabores más desagradables, por lo que será imprescindible controlar el punto exacto.

Por tanto, la mejor forma de conseguir y disfrutar de los sabores afrutados es con un vaporizador en temperaturas que ronden los 160-170 °C o incluso menos. Para las personas que utilizan este método, significa que tendrán que esperar a que el aparato se enfríe lo suficiente para que haya siempre un charco de aceite sin vaporizar. En cambio, si prefieres fumarlas, ten en cuenta que desperdiciarás gran parte del sabor afrutado, si bien también lo notarás lo suficiente siempre y cuando mantengas la temperatura baja.