Alcoy, Manresa, Barcelona y Capellades eran, posiblemente, los lugares españoles más conocidos a nivel mundial allá por el siglo XVI. Y no solo porque los españoles habían conseguido desembarcar en América hacía no mucho tiempo, sino porque lo que allí vieron – y luego importaron a España – tuvo un éxito histórico sin precedentes.

De sobra son conocidos el cacao, las patatas y hasta el tabaco que se hicieron tan relevantes en la Península. Pero, claro, una vez descubierta la planta que después casi todo el mundo consumiría, los españoles se veían en la obligación de sacarle todo el partido posible.

Y no había mejor forma para ello que haciendo uso del papel de fumar que desde las costumbres moras – tomadas de las chinas - se fabricaba en ciudades españolas y que llevaría a España a convertirse en el principal fabricante del papel con el que se inhalaba el tabaco.

Y así es como España comenzó a coger al mundo con papel de fumar - con especial importancia hacia el siglo XVIII, cuando el producto era conocido sobre todo como "papel de ensigarrar" o "papel Barcelona". Bambú, Marfil, Carabela, Gol, Papel Lanuza, El Cazador, El Barco, Habano, y Miquel y Costas resaltaban con nombre propio. Algunas de las marcas llegan hasta nuestros días.

Fue Alcoy el lugar elegido en 1154 para iniciar la fabricación del 'papel de tina' – de ahí que sea el lugar donde más empresas decidieron dedicarse a esta tarea. Nacía principalmente de fibra y celulosa, muchas veces obtenidas del cáñamo, arroz, de trapos, sábanas y todo tipo de ropa; y podía ser utilizado para diversas producciones, no solo tabaco.

No es que, antes que los españoles, otros no hubieran intentado la fabricación del material. Lo habían hecho, aunque el resultado no era del todo favorable: gruesos papeles formados a partir de plomo y cadmio muy poco saludables. Por ello en Alcoy pensaron que era necesario crear un papel especial de combustión limpia, blanco y con unas propiedades higiénicas que no dudaron en promocionar.

En el último tercio del siglo XVIII, el crecimiento de la manufactura papelera en España fue exponencial. Algo que, además, se vio favorecido por las exportaciones gracias al comercio entre América y la Nueva España. También porque América carecía de empresas papeleras propias, lo que hizo que proliferaran los pedidos del "papel de ensigarrar". La situación era tal que, entre 1760 y 1790, los molinos españoles donde se fabricaba el papel aumentaron su número en un 30%. Los valencianos se centraban únicamente en el papel de fumar, mientras que los catalanes también fabricaban los utilizados para la escritura.

Demanda interna

A mediados de 1880, los papeleros de Capellades y de Alcoy decidieron adoptar diferentes estrategias productivas. Los primeros decidieron continuar fabricando a mano – como lo hace desde 1725 Miquel y Costas - , mientras que los segundos lo hicieron con máquinas. Aunque, finalmente, ambos acabaron mecanizándose en mayor o menor medida para abastecer la masiva demanda, tanto interna como externa. En 1908 esa demanda era tal que la producción del papel de fumar suponía el 1.79% del total de la producción española.

Los españoles se acostumbraron pronto a eso de fumar cigarrillos. El mercado de trabajo se frotaba las manos gracias a la creación de una sólida estructura empresarial que nació en torno a la industria del tabaco, tal y como documenta una investigación de la Universidad de Barcelona.

De esta forma, el mercado español del papel de fumar se dividía en dos sectores. Por un lado las fábricas de tabaco y por otro los consumidores gustosos de liar cigarrillos. En el de las fábricas, se creaban los cigarrillos que después se comercializaban y fabricaban bajo monopolio estatal, primero, y bajo la Compañía Arrendataria de Tabacos, después.

El otro sector del papel de fumar era el que se había asentado en torno a quienes necesitaban papel para liar, lo que ayudó bastante al surgimiento de pequeñas empresas que alimentaron la competencia. Pero también daba el surgimiento de 62 talleres de "libritos de papel de fumar", 43 en Alicante y 12 en Barcelona. Las pequeñas empresas compraban el papel a los fabricantes originales para luego vender sus productos con marca propia.

Aunque el monopolio y la imagen se los llevaron ya comenzado el siglo XX marcas como Bambú (alcoyana) y Smoking (catalana), dedicadas al papel de fumar, que algunos consideran el salvador del papel de tina puesto que la producción de este último se sustentaba gracias al tabaco.

La competencia entre las empresas que iban surgiendo en los dos espacios españoles fomentaba la necesidad de diferenciarse por los productos que utilizaban – algodón, cáñamo, arroz -, por el color y aroma y por las marcas que distribuían, que se convertían en un signo de distinción (tanto que incluso algunas eran falsificadas por los incipientes fabricantes extranjeros).

Por supuesto, cada fabricante dividía su producto en varias de esas marcas diferenciadas y destinadas a sectores diferentes. Allá por 1703, la empresa Pay-Pay de Alcoy decidió exportar el papel español. Pero la fabricación se quedaba en casa. Josh Kesselman, fundador de 'RAW' – una marca que aún existe a día de hoy - y empresario que comenzó a hacer negocios en este ámbito allá por 1995, lo tenía claro. ¿Para qué descentralizar la producción si todo lo que se necesitaba estaba en España?

Los que hicieron historia

La investigación de la Universidad de Barcelona documenta cómo los cigarrillos también fueron generalizados en Europa gracias al impulso español, después de la invasión de las tropas napoleónicas. Algo que ayudó aún más, si cabe, al consumo del papel peninsular. De ahí a que hasta la década de 1820 España tuviera el monopolio en los mercados europeos. Eso hasta que fueron apareciendo competidores en Francia, Alemania, Austria-Hungría e Italia, y hasta Japón, Turquía o Egipto, que también entraron a competir en Europa. En ese momento, a mediados de 1923, España tuvo que centrarse en América Latina – aparte del mercado interno.

A mediados del siglo XIII se empezaron a consolidar importantes empresas tanto en Cataluña como en Alcoy. Compañías que hacían consolidar el mercado interno de papel – especialmente el papel de fumar. Así nacieron Miquel y Costas (en la localidad de Capellades), Pablo Miquel Barral e Hijo, Bartolomé Costas, José Vilaseca y Doménec o Antonio Serra y Sobrino, que competían entre ellas por hacerse líderes en el sector aunque, sin duda, su producción se fue concentrando cada vez más en manos de Miquel y Costas Hnos – catalana - que comercializaba bajo la marca "El Pino".

Su andadura comenzó en 1725 con la fabricación de papel a mano, un ámbito en el que consiguió especial éxito a nivel internacional, sobre todo cuando creó su primera filial en Latinoamérica en 1879, aunque la guerra civil española afectó gravemente a su salud económica.

Sin embargo, varios años antes - en 1929 – dio a luz a la marca 'Smoking', que se convertiría en uno de los símbolos de la empresa y que ayudó a su éxito nacional. Sobre todo a partir de 1982, con el librito rojo 'Smoking Arroz' que se convirtió en un icono durante varias generaciones y que se consolidó gracias a la gama 'King Size'. Pero también destacó por sus papeles 'Pure Hemp', elaborados con fibra de cáñamo en su totalidad. 

Alcoy destacaba sobre todo con la exportación del papel gracias a su marca José Laporta Valor, que cuidó con especial mimo los mercados de Brasil y Centroamérica. Otras empresas como R. Abad Santonja también lo hicieron con su marca de libritos de la marca 'Bambú' y a sus fábricas – una filial que, sin embargo, acabó cerrando en 1984.

'Bambú' también tenía una presencia significativa en los mercados de América Latina, que se hizo notable en Alcoy gracias a Papeleras Reunidas, que había impulsado gran parte de los molinos locales desde 1935 y empleado a más de 1.500 trabajadores. Pero el éxito alcoyano empezaría pronto a desinflarse por deudas y crisis.

En un intento de salvar la situación, incluso la Generalitat Valenciana apoyó la creación de Papelera Alcoyana, un proyecto que se hundió seis meses después aplastado por las grandes deudas. Poco después, la única esperanza del sector, la Papelera Raduán, también tuvo que cesar su trabajo por su incapacidad de competir en el mercado. Una situación de inestabilidad que se extendió en el tiempo entre todos los lugares productores de papel de fumar en España.

Ya desde 2007 también la empresa Miquel y Costas pasa por malos momentos por el descenso de ventas después de que en sus productos se encontraran sustancias cancerígenas. Hoy, sin embargo, Smoking sigue siendo la marca líder de libritos de papel de fumar en el mercado español y una de las marcas más exportadas que se comercializa en los cinco continentes, a pesar de las dificultades.

No se sabe con certeza si el sector sigue en decadencia por la habitual tendencia de los usuarios a comprar tabaco empaquetado, aunque la moda de volver a liar los cigarrillos ha vuelto, tal vez, con ayuda de la propia crisis que lleva a los consumidores a querer reducir sus gastos. Sea como sea, España siempre fue – y sigue siendo – una referencia y una marca por sí misma en la fabricación de papel de fumar.