Nada de alfombras y mejor elegir papel Mylar que de aluminio. Y si hace falta, levantar un tabique para separar espacios. Además, hablando de espacios, será importante que lo haya entre las macetas, para que cuando crezcan no tengan problemas para captar la luz. Para el lugar que albergará nuestra plantación de marihuana, antes de que las semillas germinen, deberemos dibujar un plano y saber en qué lugar irá cada sitio. Te explicamos todo lo que tienes que hacer para que tu cultivo en interior sea un éxito.

No tienes un buen clima exterior, quieres cultivar de forma discreta o controlar todos los factores… Los argumentos para montar una plantación de cannabis en interior son variados. Un armario de cultivo ayuda a todos los productores, novatos y expertos, a conseguir una cosecha de calidad. Pero no basta con tener esas cuatro paredes bien colocadas y sentarse a esperar los cogollos: su interior debe estar acondicionado a la perfección, es decir, las macetas, las lámparas o el sistema de ventilación no se pueden colocar al buen tuntún. 

Pero no te preocupes: tenemos todo lo que necesitas saber para que tu espacio de cultivo interior sea armónico y esté equilibrado con el fin de producir la marihuana de mayor calidad. Esto implica saber, por ejemplo, qué elementos ha de haber dentro del espacio o a qué temperatura debe estar el ambiente, por poner unos ejemplos. Estos trucos se aplican tanto en un armario o tienda de cultivo como a una habitación o un sótano. Te lo explicamos paso a paso.

Paredes y cables

Cuatro paredes, un techo y un suelo que pisar. Acceso a agua y luz. Un espacio de cultivo comienza con algo tan sencillo, pero a veces hay que tunearlo un poco para comenzar a plantar marihuana. En primer lugar, tendremos que colgar unos cables de los que pendan las luces con las que iluminar las macetas. También, si cuentas con poco espacio en el resto de la casa para los productos de cultivos o necesitas más discreción, será conveniente levantar un tabique (una cosa simple, con contrachapado, por ejemplo) con el que separar el recinto y habilitar un espacio como almacén. Dicho lugar también puede servir como cuarto para cambiarse de ropa antes de entrar en el cultivo y así no transportar posibles plagas del exterior.

Para ayudarte en esta planificación, hay quien aconseja dibujar un plano del área y dar a cada espacio una función. El plano también sirve para saber dónde se sitúan las tomas de corrientes y de agua o los espacios donde irían los aparatos de ventilación. Conocer todo esto de antemano ayudará a saber con cuánto espacio útil contamos para cultivar o a no mover las macetas cuando están plantadas porque no se les puede aportar el alimento.

En caso de que el suelo tenga alfombra o moqueta, hemos de retirarlas, porque serán difíciles de barrer y limpiar si algo cae en ellas. Es más, para proteger el suelo es recomendable colocar bandejas debajo de las macetas, en las que se recojan los restos del riego que podrían manchar aquel. Si en el lugar hay elementos como sillas, mesas o cortinas, habrá que retirarlas también, ya que son buenos lugares para que el moho o los ácaros campen a sus anchas. Tras ello, será necesario desinfectar la zona.

Una vez realizado todo esto, habría que forrar el espacio de cultivo con Rollo Plateado Mylar, un material ligero y resistente que refleja la luz que se proyecta sobre él y permite así aprovechar todo el potencial de las bombillas para el crecimiento de las plantas. Otra posibilidad es usar papel de aluminio, pero es más frágil y se desgarra con mayor facilidad. Si no te gusta ninguna de estas alternativas, te queda la opción de pintar las paredes de blanco mate, que no absorbe la luz y sí la refleja.

Luces, cámara… ¡y acción!

Las lámparas para controlar los ciclos de luz y hacer crecer a nuestras pequeñas no son un asunto baladí, es decir, que no se puede poner un número cualquiera. Dependerá de la cantidad de plantas que haya y de la longitud del espacio. Esto es importante para ahorrar dinero comprándolas, pero sin pasarse de tacaños: si bien una luz puede estar encima de varias plantas, lo ideal es que haya las menos posibles debajo de una con el fin de que no tengamos problemas de espacio conforme crezcan. 

Las luces ledes son las perfectas para el cultivo de interior, ya que ofrecen un alto rendimiento (pueden durar un mínimo de 50.000 horas), ayudan a la productividad de las plantas y no generan mucho calor, algo muy importante como mencionaremos más adelante. Elijas estas, las de sodio o los halogenuros metálicos, escoge sistemas que permitan cambiar las bombillas con facilidad para las diferentes fases de crecimiento. También, con sistemas de balastro regulable, con el objetivo de limitar la potencia que corresponda a cada una de ellas.

Los especialistas recomiendan tener algún tipo de protección para evitar sobrecargas de voltaje. Lo ideal es que las luces cuelguen del techo y que la altura y la potencia sean regulables en todo momento. El techo es el mejor lugar para calcular la distancia a la que estas tienen que estar de las plantas para evitar que se quemen o que crezcan.

En cuanto a los ciclos de oscuridad, para evitar que se filtre luz de cualquier rendija hay que inspeccionar todos los posibles huecos antes de comenzar a plantar y taparlos con cinta opaca. Si la habitación cuenta con una ventana, se tapa con alguna persiana o tabla (también selladas estas últimas). Si antes de cultivar sabes que no te quedará otro remedio que entrar en tu cultivo durante el ciclo de oscuridad, recuerda incluir en el diseño una bombilla verde, que no afecta al descanso y desarrollo de las plantas en esos momentos mientras a ti te permite operar con visibilidad.

Pensando en la ventilación

A la hora de diseñar el espacio, también hay que recordar que la ventilación es imprescindible. Con ella se controla la temperatura interior y la circulación y calidad del aire. Por ello, has de colocar estratégicamente uno o varios ventiladores, que renueven este. Junto a los ventiladores debe haber extractores de aire que expulsen el aire viciado fuera del recinto y hagan descender la temperatura. Si todo esto se cumple, las plantas no sufrirán en su desarrollo.

Como la temperatura va ligada a la ventilación, el termómetro debe ser vigilado. Una temperatura recomendada es entre 22,2 y 24,4 grados Celsius, aproximadamente. Es la única forma de no matar a las plantas por calor, en caso de un exceso, o de evitar algunas enfermedades si han descendido. Por si acaso, reserva un espacio en tu plano para cerciorarte de dónde colocar un termómetro y un higómetro que te informe en todo momento de estos valores y de los de humedad, respectivamente.

Diseñar el sistema de temperatura correcto es difícil, ya que depende de muchos factores: el calor de las luces (recuerda que los ledes emiten menos), la cantidad de aire que circula entre las plantas… Por ello, lo ideal en este caso es comprobar la temperatura a menudo y añadir aparatos como ventiladores u otros sistemas de aire si es necesario. En definitiva, hagas lo que hagas tu espacio de cultivo interior tiende a calentarse, pero hay formas de evitarlo.

A la vez, renovar el aire implica tener filtros antiolor con los que evitar visitas indiscretas. Instalar algún filtro de carbón activo se convierte en la opción más atractiva, aunque los ozonizadores, que transforman los aromas en sustancias sin olor, también están muy bien considerados.

Da igual que tu espacio de cultivo interior sea bello, digno de revista de decoración: lo importante es que sea funcional. Con estos consejos podrás conseguirlo y cosecharás marihuana sin problemas. Que el calor, la humedad o una mala ventilación no se conviertan en una pesadilla.