Cuando tomamos marihuana a través de la combustión o de la vaporización, la quema de la hierba desencadena una reacción química que termina generando el efecto psicoactivo de la planta. En eso consiste la descarboxilación, pero no hace falta quemar el cannabis para obtener todas sus propiedades. Si queremos usarlo en comidas o bebidas con todo su potencial, bastará con seguir unos sencillos pasos en el horno. Te explicamos cómo hacer para disfrutar de los mejores efectos de unos buenos cogollos de marihuana.

¿Qué es la descarboxilación de la marihuana? La descarboxilación es una reacción química por la que se genera la psicoactividad de la marihuana. Es un proceso esencial para disfrutar de nuestra planta favorita con todas sus cualidades. Aunque el nombre no te suene, no te agobies, porque se trata de algo que sucede de forma natural e instantánea cuando tomamos hierba fumada o vaporizada. Sin embargo, si vamos a aplicar otros usos, hay que realizar el proceso para explotar las mejores cualidades de nuestros cogollos.

¿Marihuana descarboxilada o no?

Durante la descarboxilación, el THCA, una enzima del cannabis, pierde su grupo carbónico, el CCOH, y suelta agua y dióxido de carbono. Ese CO2 liberado durante la reacción química es el que la planta ha tomado durante el proceso de fotosíntesis y que, combinado con el hidrógeno, da lugar a ácidos carboxílicos como los presentes en el THCA. Una vez desaparecido el CCOH, el THCA se convierte en el THC, o lo que es lo mismo, en los tricomas se ha activado el componente psicoactivo del cannabis. Para obtener este u otros cannabinoides (como el CBD, el componente medicinal de la marihuana y que vendría del CBDA), el proceso necesita de calor, como el que se obtiene precisamente con la combustión o la vaporización. Por otra parte, el THCA suele ser el componente mayoritario en algunos productos cannábicos que no han pasado por la descarboxilación, como es el caso de los concentrados.

La descarboxilación, por tanto, es necesaria, ya que el THCA por sí solo no genera psicoactividad. Se hace una vez que los cogollos están curados y secados; de hecho, cuando se encuentran en esta fases ya hay una pequeña descarboxilación, provocada por el calor del ambiente. Es más, demasiado tiempo de secado puede provocar que el THC se convierta en el cannabinoide CBN, que provoca menos psicoactividad que el tetrahidrocannabinol y también un efecto más sedante. 

Sin embargo, si no vamos a consumir marihuana fumada o vaporizada y queremos obtener efectos psicoactivos, también es necesario proceder a la descarboxilación. De hecho, esta reacción química es un paso indispensable a la hora de preparar alimentos con base de marihuana por lo que tendremos que tenerla muy en cuenta a la hora de cocinar o de consumir productos comestibles. 

Además, descarboxilar el cannabis sin recurrir a la vaporización o el fumado es ideal para aquellos a los que nos les gusta el humo o los cigarrillos, respectivamente, y que, a pesar de ello, quieren disfrutar de las propiedades de la marihuana. Por suerte para ellos, al absorber el THC a través del aparato digestivo en vez de por los pulmones, el componente psicoactivo llega con más intensidad al cerebro. 

Cómo realizar la descarboxilación del cannabis

A la hora de plantearse la descarboxilación, se deben tener en cuenta el tiempo que vamos a dedicar al proceso y la temperatura que tendrá la hierba durante el mismo. De esto dependerán las reacciones químicas de la marihuana y las propiedades de la planta cuando termine. Normalmente, este proceso se realiza a través de un horno de cocina pero también se puede hacer de forma natural. En este caso se realizaría durante el proceso de secado, con el calor del ambiente y mucho tiempo, pero nunca tendrá los mismos efectos que cuando se fuma, se vaporiza o se pasa por el horno.

A la hora de hacerlo en un horno, en internet se encuentran varias variables sobre el tiempo que debemos dejar la planta para descarboxilar. Según unos, tras colocarla en una bandeja, la temperatura debe estar entre los 100 y los 120 grados Celsius, durante un tiempo que ronde los 30 o 60 minutos. Otros apuntan más y afirman que son 116 grados Celsius hasta un máximo de 90 minutos. 

En cualquier caso, la opción preferida por muchos cultivadores de marihuana es una temperatura baja y un tiempo de ‘horneado’ mayor. De esta forma se evitan quemaduras y, por otra parte, no se pierden más cannabinoides o terpenos. Una temperatura por encima de los 200 grados Celsius quemaría estos últimos, lo que afectaría al sabor y al aroma de la marihuana. Además, y como punto positivo, una baja temperatura también mantiene las propiedades medicinales de la planta. 

En vez de colocar los cogollos (también se pueden usar tallos) en una bandeja, la opción más recomendable es cortar la marihuana previamente en un ‘grinder’ o desmenuzarla con las manos. Cuanto más picadita esté, mejor, aunque no ha de quedar muy fina. Preparada de esta manera, el calor se distribuirá de manera más equitativa por toda ella, siempre y cuando la marihuana también esté distribuida de manera uniforme. Además, es recomendable colocar la hierba sobre un papel de horno y luego sobre la bandeja con el objetivo de evitar el contacto directo con el calor. 

Una vez introducida la bandeja debidamente preparada en el horno, hay que echar un vistazo cada diez minutos, con el fin de comprobar que todo el cannabis se está tostando por igual. Un color ligeramente marrón es señal de que la marihuana se encuentra en el estado óptimo. Completado el tiempo de horneado, solo queda guardar el cannabis en un recipiente hermético y disfrutarlo de la forma que desee el consumidor.

También hay que tener en cuenta que el contacto con el aire puede hacer que la psicoactividad de la hierba varíe y que el THCA se convierta en CBNA. Una mayor exposición permitirá que obtengamos un cannabis con menos THC y más CBD, algo ideal para quienes no buscan un ‘colocón’ muy fuerte o que emplean la hierba para conseguir algún tipo de efecto terapéutico. 

Qué comidas cocinar con el cannabis descarboxilado

Es prácticamente obligatorio descarboxilar el cannabis antes de usarlo con comestibles, para obtener todas sus propiedades psicoactivas. De no hacerlo, no se disfrutará de la misma manera una galleta, una sopa o un bizcocho. Una vez descarboxilado (y dejado enfriar), el cannabis es ideal para preparar alimentos como el aceite de cannabis o la mantequilla de marihuana. 

También es posible descarboxilar en una olla a fuego lento, utilizando disolventes como aceite o lecitina. Con ello se genera un líquido que se puede usar para otras recetas o incluso para soluciones tópicas y cápsulas cannábicas.

En cambio, si se ingiere la marihuana a través de los alimentos para obtener propiedades medicinales, lo mejor es no practicar la descarboxilación: el THCA nos beneficiará en enfermedades como la depresión o la ansiedad, sin aportar un efecto psicoactivo. Además, también se podrán disfrutar de sus efectos antiinflamatorios y neuroprotectores.

Con todas estas recomendaciones, la descarboxilación dejará de parecerte un proceso desconocido o raro y sabrás sacarle todo el partido para aprovechar al máximo los beneficios de la marihuana. Es algo muy simple y, al fin y al cabo, necesario para disfrutar de varias cualidades de la planta. Ahora solo queda ponerla en práctica y que la disfrutes en todo su esplendor.