El cannabis es una planta repleta de componentes químicos, algunos de los cuales se conocen como cannabinoides, pues se acoplan con los receptores endocannabinoides en nuestro cuerpo provocando un amplio espectro de efectos físicos y mentales. El THC o delta-9-tetrahidrocannabinol (Δ9-THC) es, con mucho, el más conocido de estos cannabinoides, pero ciertamente no es el único. Su primo el delta-8-THC (Δ8-THC) es también uno de los cuatro cannabinoides más comunes en una planta de marihuana, pero con varias diferencias clave.

Hoy en día, cada vez es más común encontrar en extractos o concentrados un compuesto llamado delta-8-tetrahidrocannabinol (Δ8-THC), sobre todo en los estados norteamericanos que permiten la venta médica o recreativa de productos de cannabis. Pero, ¿Cómo apareció repentinamente este pariente perdido del delta-9-THC? El delta-8-THC tiene casi exactamente la misma estructura atómica que el delta-9-THC: la única diferencia entre ellos es la posición de un enlace atómico. Por supuesto, esta pequeña diferencia puede significar que el compuesto produzca efectos diferentes.

Pero mientras el delta-9-THC existe en porcentajes totales que pueden llegar al 30% según la variedad, el delta-8-THC solo existe de forma natural en fracciones ínfimas menores del 1%, por lo que su principal valor se obtiene cuando se produce en forma refinada, en concentrados o extracciones.

¿Cuáles son los efectos del delta-8-THC?

Por un lado, el delta-8-tetrahidrocannabinol tiene una potencia psicotrópica menor que el delta-9-THC. Por otro lado, se sabe que el delta-8-THC es muy eficaz como antiemético (es decir, como inhibidor del vómito o las náuseas) y también tiene propiedades ansiolíticas, estimulantes del apetito, analgésicas y neuroprotectoras, gracias a que se conecta a los receptores CB1 y CB2.

Aprovechando la menor psicoactividad de esta sustancia, el Dr. Raphael Mechoulam realizó un estudio en 1995 en conjunto con el Hospital Shaare Zedek y la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde se administró delta-8 THC a ocho niños de entre 3 y 13 años de edad con varios cánceres hematológicos. Estos niños habían sido tratados con quimioterapia durante ocho meses antes de administrarles delta-8-THC.

Con este tratamiento, se eliminaron los vómitos por completo y los efectos secundarios fueron insignificantes. Los investigadores israelíes también descubrieron que podían administrar dosis altas de delta-8 para aprovechar al máximo sus efectos antieméticos sin los aspectos incómodos de la psicoactividad provocada por el delta-9.

¿Cómo se obtiene el delta-8-THC?

Es casi seguro que Mechoulam y su equipo debieron enfrentarse a un dilema con la elección de delta-8 para su investigación: dada su bajo porcentaje en la composición natural de la planta de cannabis, ¿cómo podrían obtener el material necesario para el uso terapéutico? La respuesta se encontró en una patente de EE. UU. que mostraba un método para convertir el cannabinoide CBD, uno de los más comunes, en delta-8 y delta-9. El método se llama isomerización y utiliza procesos químicos para romper los enlaces atómicos en una molécula (en este caso, la de CDB) y, debido a que comparte los mismos átomos, aunque en una disposición diferente, la transforma en otra molécula (delta-8 o delta-9).

Los avances actuales de la tecnología solo han facilitado el método de isomerización del CBD en las dos formas de THC durante la última década. Pero la aparición actual de delta-8 en el mercado de cannabis medicinal y recreativo es el resultado de una generación moderna de pioneros de los concentrados de cannabis, que se basan ​​en otros métodos de extracción como la destilación, que permite obtener este ingrediente en cartuchos de vaporizador o en comestibles.

Así, el delta-8-THC se obtiene actualmente empleando una destilación de película delgada (destilación fraccionada) de flores de cannabis. El aislamiento del compuesto en este proceso se logra a través de variaciones de temperatura, aspiración y equipo científico, lo que permite purificar y aislar cannabinoides específicos eliminando cualquier solvente residual, impureza y cualquier otro compuesto no deseado.

Pero un factor que seguramente ayudará al ascenso del delta-8 en el mercado del cannabis es la disponibilidad del ingrediente principal necesario para obtener este THC convertido: el CBD.

Actualmente se está cultivando en varios países cáñamo industrial con un alto contenido de CDB (legalmente definido como cualquier planta de cannabis con menos del 0,3% de delta-9-THC) y, cuando se recolecta, se puede convertir en extractos de CDB cristalino puro (con un 99% de pureza), que luego puede ser relativamente fácil de convertir en delta-8 o delta-9. Por tanto no es exagerado pensar que la proliferación de nuevos cannabinoides listos para la venta y destilados en el laboratorio, como el delta-8, está ya muy avanzada.

La eficacia y estabilidad del delta-8-THC lo convierten en un compuesto químico derivado de la marihuana extremadamente valioso. Los beneficios y efectos de este cannabinoide sirven tanto a los consumidores terapéuticos como a los recreativos, e ilustran el poder de los componentes químicos minoritarios dentro del cannabis.

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