La aeroponía es la técnica de cultivar en un entorno aéreo o de niebla sin necesidad de utilizar el suelo ni la tierra como sustrato. Un sistema de agricultura avanzada que garantiza rendimientos muy altos para el cannabis. Sin embargo, para llevarlo a cabo es necesario una serie de conocimientos y materiales imprescindibles para garantizar el éxito en la cosecha. ¡Toma buena nota!

Cuando pensamos en preparar nuestro cultivo inmediatamente creemos que es necesario un espacio con tierra para dar vida a nuestras plantas. Sin embargo, existen otros métodos en los que no es necesario este medio. Es el caso de la aeroponía, un sistema parecido al hidropónico, basado en el cultivo sin tierra. Bien es cierto que este tipo de cultivos precisa de materiales y conocimientos avanzados. Incluso hay quien dice que contar con un cultivo aeropónico es la prueba de ser un experto en la botánica en todas sus variantes. Sea como sea, merece la pena conocer este sistema por los excelentes resultados que ofrece: puede ser un 60 % más eficiente que un sistema hidropónico estándar.

Antes de nada será necesario saber de qué se trata. En la aeroponía las raíces de las plantas se suspenden en el aire y se pulverizan con una solución de agua y nutrientes por una serie de boquillas finas a intervalos regulares. Así, estas raíces se encuentran en un ambiente rico en oxígeno mientras se alimentan, lo que permite que los nutrientes se distribuyan con rapidez por el sistema circulatorio de la planta.

¿Cómo funciona un sistema aeropónico?

Lo primero será conocer los materiales necesarios. Podremos utilizar desde cestas con aberturas hasta macetas con rejillas que sean capaces de generar un sistema estanco. También serán necesarias bombas de agua para hacer circular los nutrientes y un sistema de nebulización que sea quien suministre a nuestras plantas el alimento necesario. Por lo general se deberá contar con dos depósitos, uno para pulverizar las raíces y otro para recoger el exceso de agua.

Así, colocaremos las raíces de las plantas en el recipiente elegido y conectaremos el sistema de pulverización al que debemos prestar especial atención. En él incorporaremos la mezcla de agua y nutrientes necesaria para nuestra planta. Conocer la cantidad exacta dependerá del número de plantas que tengamos, así como del tamaño de nuestro pulverizador. Lo más correcto es añadir un tercio de nutrientes y el resto de agua, aunque esto deberemos controlarlo también, según el tipo de nutrientes y su potencia.

En este proceso, lo más importante es controlar los intervalos de pulverización de la mezcla a la planta. Su frecuencia nos asegurará que las raíces no se sequen y conserven los niveles de nutrientes necesarios para su crecimiento. Lo más adecuado es rociar la planta de 1 a 5 segundos y luego dejarla descansar de 3 a 5 minutos. Esa corta ráfaga de nutrientes combinada con el tiempo de inactividad creará una red de raíces que permitirá la máxima colonización de microorganismos para desarrollar la planta. Así pues, tan importante será respetar el tiempo de rociado como el de inactividad.

Aunque estos no serán los únicos compuestos que garantizarán el crecimiento: otros factores, como el CO₂ y la luz, también serán de gran ayuda para optimizar el rendimiento. El entorno cerrado que se generará en estos sistemas servirá para aprovechar las condiciones más óptimas y alentar así al crecimiento de las raíces. 

Las técnicas de aeroponía más utilizadas

Conocida como la NFT (por sus siglas en inglés, ‘Nutrient Film Technique’), es una de las vertientes más comunes de la aeroponía y genera, además, cierta controversia: algunos expertos la enmarcan dentro de la hidroponía, aunque con un pulverizador adecuado la convierten en la más utilizada dentro de la aeroponía. Se trata de una irrigación por película de nutrientes, aunque consiguiendo que el agua caiga gracias a la gravedad terrestre. Este método, con gran éxito en los cultivos de marihuana de Estados Unidos y Holanda, evita la utilización de más de una bomba para hacer circular el agua. 

Para diseñarlo será necesario colocar unos tubos de un grosor de 10 o 12 centímetros, a los que se harán unos pequeños agujeros para insertar en ellos las plantas. Incluso, algunos expertos aconsejan que estas plantas vayan en macetas de rejilla; así, las raíces crecen dentro de los tubos y se ponen en contacto con la mezcla nutritiva cuando caiga a través del depósito colocado en la parte superior. En este caso, solo será necesario contar con un pulverizador y una bomba que sea capaz de impulsar ese agua nutrida al inicio del circuito.

Ahora bien, a la hora de colocar el sistema de pulverización, también puede ser de diferentes formas: de alta o de baja presión. El más recomendado por los expertos es el llamado de alta presión. Este da lugar a gotas microscópicas, a veces más pequeñas que el grosor de un pelo. Con esta metodología se consigue que se absorban mejor los nutrientes a la vez que se mejora el paso de oxígeno a las raíces.

Por su parte, el sistema de baja presión produce gotas más grandes y visibles al ojo humano que mojan las raíces de forma irregular. Es el más utilizado de forma casera a través de aspersores, pero no es el que garantiza los mejores resultados. Incluso hay expertos que consideran este método a medio camino entre la hidroponía y la aeroponía. 

¿Por qué elegir la aeroponía?

Además de la principal razón del aumento del rendimiento de las plantas de marihuana, existen otros muchos motivos que hacen que este método sea elogiado por los cultivadores más avanzados.

Por ejemplo, el continuo movimiento de la solución nutritiva reduce los riesgos de salinidad, muy común cuando el agua utilizada es de mala calidad. Además, permite una rotación de cultivo mucho más rápida para obtener hasta 13 especies diferentes en un solo año. Incluso, al no contar con tierra, se reducen las probabilidades de que nuestras plantas padezcan algún tipo de enfermedad o plaga. Esto también se debe a que es un sistema de cultivo estable en el que una vez ajustado el pH se mantendrá en las mismas condiciones durante todo el periodo de cultivo. 

También supone un coste menor para el cultivador. Al hacer un consumo tan eficiente de los nutrientes, la cantidad que se ha de utilizar es mucho menor que en otro tipo de cultivos. Además, se puede transportar fácilmente y supone un método más higiénico. 

Ahora bien, no todo son ventajas en el sistema de aeroponía. Como en todo cultivo que depende de energía externa, si la electricidad deja de funcionar por alguna razón, el cultivo estará en grave peligro. Las plantas comenzarán a marchitarse y se morirán porque no hay agua en sus raíces. Además, estos sistemas precisan de una intensiva vigilancia para verificar cada cierto tiempo que ninguna parte de la planta permanece seca. Esto será muy necesario cuando se desarrolle el sistema radicular.

Sin duda, la aeroponía es un método de cultivo de cannabis al que hay que prestar especial atención. Incluso, muchos cultivadores aseguran que solo es apto para expertos. Aun así, sus excelentes resultados, con un rendimiento que no se iguala con ninguna otra técnica, bien merecen el esfuerzo para disfrutar de una buena cosecha de nuestra hierba favorita.