Los distintos elementos y compuestos químicos presentes en el agua y el suelo son muy importantes para que nuestras plantas crezcan en las mejores condiciones. Entre los valores que tienes que controlar hay dos básicos: la acidez, medida en términos de pH, y la concentración de sales minerales. Ambos parámetros afectan a la capacidad de todos los vegetales para absorber los nutrientes y alimentarse. ¿Sabes cómo?

La primera lección que debe aprender toda persona dispuesta a cuidar, mimar y ver crecer a sus plantas de cannabis es que en el factor clave en todo este proceso es el agua. Al margen de las variedades por las que apostemos, del tipo de cultivo que más se adapte a nuestras posibilidades, del sistema de riego o de los accesorios de los que dispongamos, el agua siempre estará de por medio, por lo que es básico saber determinar si el estado en que se encuentra es el adecuado.

Unos dos tercios de una planta están compuestos de agua, una reserva que no puede faltarles para sobrevivir. Al igual que nuestro cuerpo necesita una importante cantidad de líquido elemento, y sobre todo ahora que llega el calor, nuestras plantas tampoco pueden vivir sin él. En su caso es aún más importante, ya que les sirve además para absorber todos los nutrientes que les permiten crecer sanas y fuertes.

Claro que no todo el agua resulta igual de beneficiosa para ellas. Para explicarlo, recurrimos de nuevo a una comparación con las personas: no todos los alimentos nos sientan igual de bien ni tienen la misma proporción de vitaminas. De la misma manera, el agua puede presentar diferentes características que la hacen más o menos idónea para regar tu cosecha de marihuana.

Una de estas propiedades a tener muy en cuenta es el pH, una medida de la acidez o alcalinidad del agua. El indicador expresa en realidad la proporción de iones de hidrógeno (representados H+), que dan acidez, frente a la de iones hidroxilo (representados OH-), responsables de la alcalinidad. La forma más simple de obtener una medición precisa es el uso de un medidor de pH electrónico.

Los valores de pH pueden ir de 1 a 14, siendo las cifras más bajas las de mayor acidez y los valores intermedios los más neutrales. Puede que te recuerde al dato que indican muchos jabones o cremas corporales que tienen un pH neutro, porque tu piel necesita una loción que no resulte agresiva, pero cuando hablamos de vegetales las condiciones difieren. Ninguno de los dos extremos es bueno para las plantas, aunque el punto medio tampoco es por fuerza el mejor o el más adecuado según la fase en la que se encuentre la planta.

Esto es así porque los distintos valores de pH modifican la capacidad de las plantas para absorber los nutrientes. Para que realicen su función con normalidad, el rango más adecuado se encuentra aproximadamente entre los 5,5 y los 6,2 de máximo, aunque su efecto depende del sistema de cultivo que utilicemos.

Si hemos elegido la tierra, el suelo actúa como un amortiguador, capaz de equilibrar la acidez y mitigar posibles daños que puedan sufrir nuestras plantas. Para comprobar su pH, hay que mezclar una pequeña muestra con agua destilada y después aplicar un medidor, como los que puedes encontrar en las tiendas de jardinería. Es aconsejable que el pH oscile en este caso entre los 5,8 y los 6,2.

En los sistemas de cultivo hidropónicos - esto es, que no utilizan tierra agrícola como sustrato, sino una disolución de nutrientes -, no podemos contar con el potencial amortiguador del suelo. En el caso de usar fibra de coco o lana mineral de roca como medio, estos elementos sí proporcionan cierto efecto atenuante, pero no tanto como la tierra, y por tanto habrá que compensar sus niveles con los de la solución de nutrientes que estemos aplicando. Se aconseja que esta tenga un pH entre 5.5 y 6.3.

Cuando el cultivo se mantiene en aeroponía, es decir, cuando no plantamos en ningún sustrato y las plantas tienen las raíces al aire, estas reciben la solución acuosa con los nutrientes directamente. Por eso hay que controlar aún más el pH para que no supere los límites idóneos.

Si quieres zambullirte de lleno en el mundo del cultivo de cannabis también tendrás que familiarizarte con otros dos términos que constituyen las dos formas de expresar la concentración de sales en el agua, otro factor importante para la nutrición de las plantas. Se puede medir como sólidos disueltos totales (TDS), expresados en partes por millón (PPM) o como valores de conductividad eléctrica (CE).

Las raíces absorben los nutrientes por ósmosis, un proceso físicoquímico que se basa en el equilibrio entre los compuestos y elementos que existen dentro y fuera de la planta. Si su concentración es demasiado grande en el agua (y por tanto los valores de CE y TDS son muy elevados), el vegetal no podrá absorberlos y puede que hasta expulse algunos de su interior, lo que resulta perjudicial. Si, por el contrario, es muy baja, absorberá demasiados y también podría verse dañada.

En pocas palabras, la EC es una unidad para medir fertilizante aportado a las plantas, pero actúa también como un mecanismo de control del entorno de la planta directamente relacionado con la absorción de agua. Así las plantas deberían comenzar su crecimiento con una EC baja, para después ser aumentada tan rápidamente como sea posible, para cubrir las necesidades nutricionales de un crecimiento vigoroso a la vez que para elevar el valor osmótico interno y así conseguir una planta más fuerte.

El cannabis no requiere casi ninguna nutrición adicional en las últimas semanas de cultivo. Esto generalmente da como resultado que se reduzca la EC o también puede llevar a la necesidad de un filtrado semanal de las raíces, para limpiar las sales acumuladas y obtener una mejor calidad del producto final en cuestiones de gusto o aroma.

Estos factores son también muy importantes si plantamos en tierra, por eso existen medidores para poder controlar la cantidad de nutrientes del líquido y así evitar que nuestras cosechas se echen a perder, sobre todo si hemos cultivado directamente en un medio acuoso o con las raíces al aire, donde hay que tener más cuidado.

No vamos a negar que todo este control de estos importantes parámetros necesita de un poco de esfuerzo y de constancia, pero una vez aprendamos a manejarlos nuestras plantas nos lo agradecerán. Y mucho.