Como dijo aquel, "querer es poder". ¿Que tu balcón o terraza no es demasiado grande? No te preocupes. Aquí tienes unos consejos para convertir ese pequeño espacio en un frondoso jardín donde tus plantas crezcan sanas y fuertes, sin despertar demasiadas sospechas entre los vecinos, que, por lo general, no albergan buenas intenciones.

Si viviéramos apartados del mundanal ruido de la ciudad, de la dichosa polución urbana y del continuo estrés que todo ello nos insufla, no tendríamos el más mínimo problema. Plantaríamos a nuestro antojo en el jardín o en el patio de casa. No tendríamos que preocuparnos de si el vecino alcanza o no a mangarnos algún cogollo o de si el dichoso gato, que campa a sus anchas por las ventanas, pudiera chafarnos la cosecha con sus orines.

Pero no. A la mayoría nos ha tocado vivir en la urbe y, queramos o no, debemos adaptarnos a ella cuando de hacer crecer, cuidar y mimar nuestras plantas se trata. Además, si no disponemos del presupuesto necesario ni de una habitación extra en casa para una plantación hidropónica, solo nos queda una opción: el balcón o la terraza. En ese pequeño espacio, tendremos que actuar con mucha pericia para que nada falle y, más pronto que tarde, poder disfrutar de los frutos de nuestras plantas. Por eso, aquí van algunos consejos para que todo salga a pedir de boca.

1. No fallar en los cálculos. Tal y como dictan las leyes de la física, las macetas tienen la capacidad que tienen. Si no acertamos y nos pasamos a la hora de calcular la dimensión que pueden alcanzar nuestras plantas y sus raíces, veremos como el empuje de estas puede acabar incluso por destrozar el recipiente que las contiene. O que la planta no se desarrolle correctamente. Tendremos que tener muy en cuenta el tamaño que pueden lograr nuestras plantas, en función de las dimensiones del balcón, para así optar por macetas de 7, 11, 25 o más litros. Se trata de sacar el máximo partido al espacio del que dispongamos, pero sin que el ansia se apodere de nosotros o sin que despertemos las sospechas de todo el mundo.

 

2. En la tierra hallarás la clave. La mezcla que hagamos en la superficie en la que crecerán nuestras plantas es de vital importancia, pues será su sustento durante todo el periodo de crecimiento y floración. Como norma general, una sustrato base muy efectivo es mezclar un 80% de tierra recomendada con alrededor de un 20% de humus de lombriz, añadir en torno a medio kilo de guano de murciélago y acabar de sazonar el terreno con algún fertilizante que ayude al crecimiento.

3. La elección de las semillas, un paso fundamental. Para ello, debemos atender a cuatro características principales: el tamaño que puedan alcanzar, la producción, la calidad de la cosecha y la resistencia al moho o las enfermedades. Atendiendo a estos requisitos, que nos darán más seguridad en nuestra cosecha, os sugerimos apostar por semillas autoflorecientes feminizadas, cuya estatura es más recogida y su floración más rápida que el resto, ya que depende menos de que la incidencia de la luz sea mayor o menor. Además, pueden florecer en presencia de farolas e iluminación urbana nocturna, un problema muy común en las grandes concentraciones de casas. También escoge una variedad con predominio de Índica, tienden a ser más compactas y a crecer menos en altura que las Sativas.

4. Pódala cuando sea necesario para favorecer que crezca a lo ancho. Así es, una buena poda apical permitirá el crecimiento en horizontal de nuestra planta, sacrificando el porte en altura, algo muy importante si queremos que nuestras niñas no sobresalgan por encima del límite de la terraza. Cuando la planta vaya por su séptimo u octavo par de hojas reales, cortale el ápice o el brote superior, justo por encima del quinto par real de hojas, lo que favorecerá que se formen nuevas ramas principales. Estas ramas luego pueden guiarse con un enmallado tipo SCROG para crear una formación de plantas planas que disparen muchos cogollos de buen porte, obteniendo un mar de colas secundarias muy discretas.

5. ¡Agua va! Uno de los requisitos fundamentales, una vez que pongamos en marcha nuestro cultivo en el balcón, es que no escatimemos en agua para nuestras plantas. Es muy importante mantener este sustrato siempre húmedo durante el periodo de germinación, para que las raíces agarren bien y evitar posibles complicaciones a posteriori. Luego, según la variedad elegida, habrá que ir regulando el riego para que tampoco se produzcan podredumbres en las raíces por causa de la humedad excesiva. Como norma general, es recomendable dejar secar el sustrato entre riego y riego. Y siempre regar mucho pero con pocas cantidades de agua, mejor que someter a estrés hídrico a nuestras pequeñas, con grandes periodos de sequía o humedad. Además, siempre procuraremos regar de mañana si la temperatura es baja y de noche durante los meses de mucho calor.

6. El riego automático puede ser tu mejor aliado. Muchos recomiendan el riego automático, con el fin de impedir que un descuido acabe por dar al traste con alguna planta. Otros apuestan por hacerlo manualmente para así tener un seguimiento más pormenorizado del crecimiento de sus 'pequeñas'. Sea como sea, que no les falte agua a tus plantas en ningún momento. Ni que tampoco les sobre.

Si optas por un riego automático, te vendrá muy bien tener un grifo cerca donde hacer la toma de agua. Pero también se puede hacer un riego por goteo en circuito cerrado con un recipiente, una bomba de acuario y un programador. Sin embargo, existen varios sistemas de riego comerciales que por su simplicidad y efectividad evitarán que tires de bricolaje improvisado, con resultados totalmente profesionales.

7. Cuidado con las plagas. Un gran peligro al que están expuestas nuestras plantas en el exterior es a caer víctimas de algún parásito que estropee todos nuestros esfuerzos y que provenga de otras plantas vecinas, de los árboles del barrio o de cualquier otro sitio. Por ello, te recomendamos realizar tratamientos biológicos de forma preventiva para combatir a las plagas con recursos naturales. Así podrás evitar que, ya con las plantas contagiadas, no tengas otro remedio que recurrir a productos como insecticidas químicos que son más tóxicos y nocivos para las personas que viven en casa y que pueden afectar al sabor y calidad de la cosecha.

8. Controla la incidencia de los rayos del sol en tus plantas. Al contrario de lo que ocurre en las plantaciones de interior, en nuestro balcón no podemos controlar la intensidad y el ángulo con que incide la luz en las hojas de nuestras plantas con solo apretar un botón o regular una lámpara. Queremos que nuestras plantas tengan tanto sol como sea posible, pero si los rayos del astro inciden de forma muy directa sobre nuestras 'pequeñas', sobre todo en los primeros meses de vida, podemos intentar cubrirlas con otras plantas que tengamos en nuestro balcón (o que plantemos con este propósito) para aminorar su impacto y evitar que las raíces alcancen temperaturas demasiado altas. Otra opción a la que también podemos recurrir es comprar macetas blancas que retienen el calor menos que las de color negro. No obstante, existen alternativas mucho más sencillas. Bastaría con meter las plantas en casa cuando estimemos que una ola de calor puede hacer más mal que bien a nuestras plantas.

Una buena observación de la orientación de tu terraza y la meteorología de tu ciudad te dará la clave para el perfecto crecimiento, aunque con entre 6 y 9 horas de sol directo (insolación) tendrás unos resultados excelentes. Basta con mover las plantas a la posición adecuada dentro del balcón para lograrlo. Como mínimo, la luz del sol directa debe llegar a la planta durante al menos 3 horas al día. Pero no es lo mismo 3 horas de sol directo en Alemania que 3 horas en Australia. En el norte de Europa posiblemente no será suficiente, pero en las antípodas, debido a la inclinación del eje de la tierra, serán posible obtener unos resultados más que decentes.

9. Cuidado con el viento en altura

Si te has decidido a plantar en una terraza elevada o en un pequeño balcón, mucho ojo con el viento, sobre todo en esas tormentas de primavera o verano, pues puede dar al traste con muchos meses de trabajo, rompiendo los tallos de las plantas. Si en tu casa sopla mucho el viento o está en un corredor muy ventoso, durante el periodo de crecimiento puedes poner tutores que refuercen la planta frente a las adversidades. También colocar paramentos cortavientos plásticos que frenen las corrientes o mover los tiestos para que estén más protegidas cerca de las paredes. Se dice que la marihuana ama el viento, que se hace más fuerte. Pero un mal día de viento puede hacerte una jugada imposible de arreglar, así que mantén tus ojos bien abiertos y presta atención a los grandes cambios de presión atmosférica de las previsiones meteorológicas.

10. Controla el olor, para evitar que los vecinos sepan de la existencia de tus plantas. Además del aspecto visual del asunto, y con el fin de no despertar hostilidades en el vecindario o esquivar a aquellos que no albergan buenas intenciones, tendremos que mantener a raya el perfume que desprenden nuestras plantas. Esto es bastante difícil en exterior, ya que no tenemos sistemas de aireación, filtros de carbón o ionizadotes. Aunque podéis recurrir al método tradicional y colocar en el balcón algunas plantas aromáticas que, además de repeler las plagas y camuflar a las pequeñas de los ojos indiscretos, harán que el delicioso olor de los cogollos no haga que alguien quiera meter las narices donde no le llaman. La albahaca, la lavanda o las tomateras dan muy bien el pego, ayudan a ocultar el olor y, al final, podrás hacerte una ensalada aliñada con marihuana para celebrar el éxito de tu cosecha. ¿Qué más se puede pedir?