El cannabis siempre fue una excelente fuente de inspiración en el universo del arte. Hoy, también es una magnífica materia prima: un artista norteamericano ha revolucionado la comunidad cannábica con una serie de obras esculpidas con resina sobre un cogollo. A este genio le han precedido otros entusiastas que han elaborado arte de lo más sofisticado a partir de cogollos, canutos, ‘dabs’ (extracciones), colillas e incluso humo. 

La marihuana ha estado ligada a la creatividad desde sus orígenes. La realidad no vuelve a ser la misma después de un par de caladas, y el artista, en un acto de introspección o de hipersensibilidad estética, encuentra matices y sentidos que no había sido capaz de percibir antes de su inmersión cannábica. Por ello la marihuana siempre ha ocupado un lugar privilegiado en el imaginario del arte, por ser la llave de muchas puertas de la percepción. Hoy, una nueva hornada de artistas rinden homenaje a esta inspiradora planta sirviéndose de ella para elaborar cuadros y esculturas. Y los resultados son una delicia.

Uno de los últimos creadores en irrumpir en esta escena es James Oleson, un artista callejero de Florida, Estados Unidos, que esculpe rostros con absoluta maestría sobre la superficie de un cogollo. Este artesano del verde se vale de la resina del cannabis para dar forma a los retratos en los cogollos, un trabajo minucioso pero volátil, puesto que el cliente se lo puede fumar cuando quiera.

El escultor se esfuerza en crear nuevas experiencias con su público, “por eso mi arte explora la expresión; dar vida a animales y criaturas humanas revela mucha magia”, explica. En realidad esto puede resultar incluso un tanto espeluznante, ya que el propio artista se ofrece a retratar a sus clientes en los cogollos, lo que supone verte a ti mismo o a un colega siendo consumido por el fuego en una pipa.

Pero ese trabajo está tan bien logrado que da pena fumárselo. Oleson ha lanzado una primera línea de tótems cannábicos bautizada como The Incredibuds, un grupo de cabezones en cogollos que recuerdan a las esculturas de la isla de Pascua. Sin embargo, los Incredibuds cuentan con una historia detrás, un mundo mágico lleno de luz y oscuridad. Oleson cuenta en su web que estos seres de otro universo se hallan en un largo viaje en busca de “cristales poderosos” para llegar al cénit de su existencia con la mayor magia posible. Este culmen vital al que se refieren es cuando vayan a ser fumados.

Según la mitología de Oleson, cuando sean prendidos podrán transformarse en mariposas de humo y ser los amos del cielo. Pero toda buena historia heroica necesita de villanos… y en este universo eso son los malvados Skunk Brothers, una panda de secuaces que trabajan para un mafioso jefe llamado Don Santo, que desea robarle las semillas a los Incredibuds. No sabemos con seguridad si el malo de la historia de Oleson hace una sutil alegoría a Monsanto, la corporación agrícola multinacional de semillas genéticamente modificadas, acusada de secuestrar las ganancias de los agricultores y de querer hacerse con la industria cannábica.

Desde luego, la obra de Oleson lo tiene todo para transportar al público a nuevos universos y estados de ánimo. Los Incredibuds miden entre 6 y 8 centímetros y se pueden comprar por unos 20 o 30 dólares (entre 15 y 25 euros aproximadamente). Oleson tiene la técnica; el cliente solo ha de proponer qué tipo de tótem quiere para su cogollo, e incluso si quiere que este brille en la oscuridad.

Otros artistas del cannabis

Antes que Oleson, otros artesanos del verde ya han maravillado a la comunidad cannábica con sus creaciones vanguardistas hechas de marihuana. Una de las que más popularidad ha ganado en las redes sociales es Vivi Mac, que empezó haciendo retratos dentro del llamado arte efímero. Utilizaba muy poco tiempo, y materiales perecederos, por ejemplo un Winnie the Pooh hecho de miel en un plato, un Chuck Norris dibujado con hebras de tabaco, el coronel del Kentucky Fried Chicken esbozado con chorros de kétchup… Y el retrato de Bob Marley, ¿con qué?

Siguiendo la filosofía del arte efímero entendemos que toda esa marihuana hubo de volatilizarse por la vía rápida. De hecho, las obras de Vivi Mac que más popularidad han obtenido han tenido que ver con su maestría retratando con cannabis; por eso, la artista ha realizado bastantes más obras con este material psicoactivo que con cualquier salsa de hamburguesa.

Otro de los jóvenes talentos que más fama ha obtenido por sus obras cannábicas es Fernando De la Rocque, un brasileño que solo necesita de un lienzo en blanco y un poco de marihuana para crear. Su técnica consiste en soplar el humo del canuto y darle una coloración amarillenta a la hoja para sombrear las partes deseadas. Este diestro artista ha llamado la atención del mundo retratando a políticos y poderosos a través de caladas.

El arte cannábico se ha vuelto tendencia en los últimos años, y el ‘dab’ una de las corrientes más populares para realizar creaciones de todo tipo. Con el gran auge de estas extracciones de cannabis, el éxito de las figuritas de 'dab' está más que justificado en internet. Los amantes del BHO suben a las redes diminutas esculturas talladas en extracciones de marihuana antes de ser consumidas. Una forma divertida y artística de consumir cannabis que se ha convertido en un auténtico fervor en los Estados Unidos.

Pero no todo en el mundo del arte marihuanero va a ser contemplar la obra antes de lanzarnos a consumirla: artistas como Cliff Maynard lo hacen precisamente a la inversa. Este entusiasta norteamericano le da una segunda vida a la colilla de sus canutos, creando con ellas impresionantes obras de arte. Cada cuadro le lleva de media unas 10 horas en total y se esmera en crear efectos de sombra con la ceniza y delinear figuras con lo sobrante del papel. Una forma de trabajar la inspiración y reciclar lo que te sobra en tu propia obra.

Las redes sociales albergan muchos más artistas anónimos que hacen absolutas maravillas liando canutos o podando sus plantas. Desde luego, ver tu cara en un cogollo era algo que seguramente no esperarías presenciar nunca, pero cuando el arte y el cannabis se dan la mano parece no haber límites ni fronteras creativas.