Al igual que sol, las plantas necesitan dióxido de carbono para alimentarse y desarrollarse. Algunos cultivadores optan por incrementar la cantidad de este gas en el aire para ayudar al cannabis a crecer más fuerte y deprisa, lo que incrementará la calidad y cantidad de la cosecha. Te damos una serie de consejos y pautas para que puedas aportar un ambiente enriquecido y muy beneficioso a tu cultivo de marihuana. 

Es probable que recuerdes el concepto de la fotosíntesis: las plantas absorben la luz del sol y logran transformarla en energía química. A partir de esta luz solar y del dióxido de carbono, son capaces de fabricar su propio alimento. Como es lógico, este proceso también se da en las plantas de marihuana y por ello es esencial no solo tener muy en cuenta la iluminación de nuestro cultivo, sino también ser conscientes de la importancia del CO₂, es decir, el dióxido de carbono.

Este gas se encuentra en el aire y no tiene color ni olor. Tampoco es inflamable. Durante la fotosíntesis, las hojas de las plantas expulsan oxígeno, justo al contrario que las personas, que absorbemos el oxígeno y exhalamos dióxido de carbono. En el mundo vegetal, el proceso cambia por la noche: cuando se oculta el sol, los árboles y las plantas con clorofila absorben oxígeno.

El CO₂ se encuentra de forma natural en el aire, con una concentración aproximada que oscila en torno al 0,03 % y el 0,04 %. Aunque parezca una cantidad muy pequeña, es la suficiente y necesaria para que las plantas sean capaces de sobrevivir y crezcan sanas y fuertes. Como cultivador de marihuana en interiores, es imprescindible medir el nivel de CO₂ del armario o la sala donde esté creciendo el cannabis. Si las plantas no cuentan con el suficiente gas, pueden crecer más lentamente o incluso llegar a morir.

Beneficios del dióxido de carbono

Un truco que utilizan muchos cultivadores de marihuana es incrementar los niveles de dióxido de carbono para enriquecer el ambiente y así ‘echar una mano’ a las plantas, que nacerán más vigorosas y fuertes. Es lo que se conoce como fertilización carbónica o abonado con CO₂. 

Que los cultivadores se tomen tantas molestias con este gas no es casual: el dióxido de carbono tiene una influencia muy positiva en las plantas. Como favorece su alimentación, consigue que sean más resistentes ante el estrés y a factores negativos del ambiente. El incremento en la concentración aumentará su metabolismo, por lo que crecerán más rápido y más fuertes. También disminuye las consecuencias de que haya contaminantes en el aire. Todo esto se traduce en que el cultivo llevará menos tiempo y, sobre todo, se incrementará la producción.

Para tener en cuenta

Con el fin de aumentar la concentración de este gas hay varios sistemas. Lo ideal es alcanzar unos niveles entre el 0,12% y el 0,14% y nunca superar estas cantidades. El gas en abundancia puede ser tóxico para el ser humano, concretamente, si la concentración supera el 2 %. Cuando se trata de cantidades muy elevadas, puede llegar a ser mortal. Así, si optas por enriquecer el aire con más dióxido de carbono, es necesario conocer los niveles para no correr ningún riesgo. Hay medidores de CO₂ profesionales que, aunque requieran una pequeña inversión, son esenciales para garantizar la seguridad.

Antes de intentar aumentar la cantidad de CO₂ en la plantación, es necesario aprender a conservar el nivel correcto de este gas. Aparte del medidor, deberás mantener una adecuada ventilación del armario o la sala del cultivo. Hay sistemas que sirven para renovar el aire, como los aparatos de intracción y extracción que se encargan de suministrar aire fresco y de expulsar el caliente y húmedo. También es conveniente contar con ventiladores que puedes colocar por la sala.

Una vez que ya tienes controlado tu cultivo, puedes intentar aumentar la concentración de CO₂ para sacar más provecho de tus plantas. Recuerda hacerlo por el día, ya que por la noche el proceso de fotosíntesis no tiene lugar y, en muchos casos, sería una pérdida de tiempo.

¿Cómo incremento los niveles de CO₂? 

Una opción muy común entre los cultivadores consiste en emplear aparatos dosificadores y de medida para que se distribuya correctamente el gas por toda la habitación. Es un sistema muy sencillo y, además, su efecto es inmediato y no supone un riesgo añadido, pues no produce calor ni gases tóxicos. Lo recomendable es solo elegir esta alternativa si eres un cultivador experimentado, porque aunque sea sencillo de usar, la instalación es bastante complicada y requiere conocer con exactitud los niveles de dióxido de carbono.

Un sistema mucho más común son las estufas o calefacciones que se sirven de los gases de combustión. Los llamados generadores de CO₂ queman combustibles fósiles como el gas natural de tal manera que extraen dióxido de carbono y lo expulsan al aire. Además de gas natural, los puedes encontrar de propano. Son muy fáciles de usar y muy eficaces, pero esta calidad pasa por pagar un coste un poco elevado y superar un proceso de montaje complicado. Además, hay que tener en cuenta que desprenden calor; por eso no se recomienda usarlos en verano.

Si te estás iniciando en el cultivo de la marihuana, aconsejamos optar por sistemas simples de producción como el uso de la levadura, el hielo seco, la mezcla de vinagre y bicarbonato o el compost. En cuanto a las levaduras, se trata de usar hongos para fermentar los hidratos de carbono y así producir el gas. Para el cannabis, se recomienda utilizar la misma levadura que la usada en la elaboración del pan. Para que te hagas una idea, la transformación de 1 kilo de azúcar puede llegar a producir 500 gramos de CO₂. Lo ideal es establecer en la sala una temperatura aproximada de 26 ºC y no superar los 31 ºC.

El sistema de las levaduras lo puedes llevar a cabo en tu propia casa. Para ello, mezcla en una garrafa o recipiente similar un paquete de levadura (que puedes comprar en cualquier supermercado), tres litros de agua del tiempo y un vaso de azúcar. Una vez que has juntado todos los ingredientes, agujerea el tapón del botellón para que el gas vaya saliendo. Una pequeña desventaja es que requiere constancia, porque hay que cambiar el agua tres veces al día. 

Otra manera sencilla es utilizar hielo seco, que en realidad se trata de CO₂ congelado. Se recomienda para cultivos pequeños, ya que es muy difícil de determinar la velocidad a la que se derretirá el hielo. Simplemente hay que colocarlos en el armario o la habitación y se irán deshaciendo gracias a la temperatura ambiente. Para que se reparta por toda la habitación, es aconsejable utilizar ventiladores.

La fusión de bicarbonato y vinagre también es idónea para zonas pequeñas. Es muy barato y también muy accesible, pues los dos ingredientes se compran en el supermercado. Sobre una bandeja, colocamos el bicarbonato. Cogemos una botella vacía y la rellenamos de vinagre, la cerramos con su tapón y perforamos un pequeño agujero en este. También podemos optar por hacer un agujero en la garrafa y colocar un pequeño tubo que baje hasta la bandeja. De esta manera, el vinagre gotea poco a poco sobre el bicarbonato, por lo que tendrás que encontrar una manera de que la botella alcance la bandeja. Al igual que el hielo seco, presenta la dificultad de que no se sabe cuánto CO₂ está produciendo, pero sirve como un método sencillo y ocasional para plantaciones pequeñas.

Por último, siempre puedes optar por comprar bolsas de compost que cuentan con un material orgánico que genera el gas. La principal ventaja es que no produce calor ni otro tipo de gases tóxicos. Como desventaja, se trata de un proceso que no se puede interrumpir. Una vez que el cultivador distribuye la materia, no se puede cortar el efecto. Aunque, visto desde el otro lado, esta cualidad se puede convertir en una ventaja, ya que indica que no necesita mantenimiento.

Ahora que conoces todo el proceso, tienes información suficiente para decidir qué método es el idóneo para tu cultivo. Recuerda que el CO₂ puede ser peligroso en cantidades abundantes y toma todas las precauciones necesarias. Siendo cuidadosos, incrementar la concentración de este gas puede ser muy beneficioso para tus plantas y ayudarte a producir una cosecha más abundante.