En los últimos meses las malas prácticas parecen haberse extendido entre algunas de las asociaciones cannábicas de Barcelona, que han comenzado a aceptar la entrada de turistas a pesar de ir contra las reglas. Las consecuencias no se han hecho esperar: casi medio centenar de clubes sociales han recibido la notificación de cese de actividades y hasta una asociación se ha querellado contra el Ayuntamiento por prevaricación. Los activistas consideran que esta situación puede afectar negativamente a los que actúan de forma correcta.  

Este verano casi medio centenar de asociaciones cannábicas de Barcelona han recibido una notificación de cierre desde el Ayuntamiento. A mediados de agosto treinta de ellas se vieron obligadas a cesar su actividad y otra veintena se preparaba para hacerlo en las semanas próximas. La situación se ha visto precipitada por el mal uso que algunos asociados han hecho de estos clubes sociales, algo que, sin embargo, no comparten la mayoría de los activistas cannábicos barceloneses pero que les afecta directamente. Ahora pagan justos por pecadores.

Algunas de las asociaciones afectadas han mostrado su rechazo a las decisiones del Ayuntamiento. Por eso a principios de agosto el club social 420 se querelló contra tres altos cargos del Ayuntamiento de Barcelona al considerar que cometieron delitos de prevaricación, coacciones y atentado contra el derecho de asociación al emitir la orden del cierre de este club. La 420 consideró que esa orden era injusta, arbitraria e ilegal y que no se habían demostrado ninguno de los hechos denunciados. Entre otras cosas, fueron acusados de emitir contaminantes. La asociación explicó que las autoridades no llevaron a cabo ningún tipo de medición del aire expulsado de su local. La entidad defendía que cuenta con un sistema homologado de extracción de filtros que impide la salida del aire contaminado.

Todo comenzó hace apenas dos meses, cuando la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona acordó suspender la apertura y ampliación de clubes cannábicos durante un año, al menos hasta que el consistorio los regule.

Según el teniente alcalde, Joaquim Forn, se habrían detectado situaciones que “se alejan del autoconsumo permitido”. Algunos de los clubes sociales se han convertido en lugares con ánimo de lucro que promueven el consumo de cannabis, captan clientes e incluso aceptan el paso de extranjeros que utilizan este tipo de asociaciones para hacer turismo cannábico.

José Afuera, presidente de CatFac (Federación de Asociaciones Cannábicas de Barcelona), asegura a LaMota que esta situación ha ocurrido porque mucha gente estaba mal asesorada desde el principio en lo referente a estos clubes. Muchos pensaban que las 'coffee shops' eran legales en España.

“La mayoría no lo han hecho malintencionadamente, sino que estaban mal asesorados por abogados que tenían fines poco éticos”, explica. Y afirma que hasta el momento se han cerrado varios clubes sociales por orden judicial y la policía ha intervenido cerca de 150.

Padrinos para personas ajenas a la asociación

En estos clubes es posible que los socios avalen a otras personas para que accedan en momentos puntuales, pero las condiciones son claras: para que eso suceda, el “padrino” tiene que conocer bien y personalmente a la persona. “Esto puede hacerse aunque la persona no sea residente, pero quiera entrar en la asociación porque va a pasar por aquí una temporada. Y esto es muy distinto a que la asociación deje entrar a cualquiera que venga de fuera”, explica a este medio Jaume Xaus, portavoz de CatFac.

Lo que actualmente está pasando en Barcelona es que esta situación se está descontrolando, y muchos asociados han empezado a “apadrinar” a personas que no conocen de nada y cuya única intención es el narcoturismo.

Xaus explica que, por el momento, la Federación no conoce a ninguno de estos “padrinos” de forma directa. “Nos llegan rumores”, dice, e incluso han visto a gente en las Ramblas repartiendo panfletos a turistas para invitarlos a visitar asociaciones. 

A pesar de esto, dice que actualmente no se puede “hacer nada contra este hecho hasta que algún socio de alguna asociación acuda a la federación y dé nombres y apellidos de quien esté haciéndolo”, explica.

Si esta situación persiste, ¿existe la posibilidad de que Barcelona llegue a convertirse en una ciudad de narcoturismo? “Tal y como está la cosa hoy, si no se hiciera nada, eso no solo sería una posibilidad, sino que ocurriría de forma segura. Acabaríamos teniendo una nueva Ámsterdam”, explica Xaus. Por suerte para los demás socios, la Generalitat ha comenzado a poner orden.

Situación contradictoria

Esto genera una situación compleja. Por un lado, la administración da pasos firmes camino a la regulación. Por otro, la mala actuación de algunos clubes arroja una muy mala imagen sobre todo el colectivo social cannábico y puede generar consecuencias para el mismo, explica Xaus.

Según el activista, deberían tomarse medidas para concienciar a los usuarios de cannabis y hacerles entender que las asociaciones deben actuar como tal, que no son tiendas. Pero “hay asociaciones que intentan convencer a esos socios de todo lo contrario”. Y asegura que desde la Federación están llevando a cabo tareas dirigidas a la regulación y al autocontrol. Sin embargo, aún hay muchas asociaciones que no están registradas en la Federación y con las que no existe contacto. El control ahí es inexistente.

Escuchados por el sector político

Según Afuera, desde el ámbito político se están escuchando las propuestas del movimiento cannábico. Eso hace que, de alguna forma, la situación negativa se transforme en positiva. Aunque algunas asociaciones lleven a cabo malas prácticas, desde los poderes políticos tienen en cuenta que no es una situación generalizada y que, ni mucho menos, todos los activistas cannábicos de Cataluña lo apoyan.

En la actualidad existe una brigada formada por cuerpos de seguridad e inspectores que están visitando todas las asociaciones de Barcelona para ver cómo funcionan. Esto, según Jaume Xaus, es un gran avance. “Parece que hay una intención de poner orden”. Incluso desde el Gobierno de la Generalitat parece que la regulación de estos clubes y de su forma de funcionar llegará pronto.

De momento está previsto que este mes se ponga sobre la mesa una propuesta firme que tendrá que ser debatida, “y esperamos que para antes de finales de año la regulación de las asociaciones esté aprobada de forma íntegra”, dice Afuera. Sin embargo la reacción del consistorio está comenzando a ser desproporcionada, por lo que los intereses de toda la comunidad cannábica se ven afectados.

Sea como sea, parece que las malas prácticas en este sector han podido cambiar el panorama de cierta libertad que existía en Barcelona. Los usuarios habituales esperan que todo vuelva a la normalidad para que quienes estaban ejerciendo de forma correcta su derecho a frecuentar estos espacios puedan seguir haciéndolo sin problemas. Las autoridades, por el momento, prefieren tomar medidas ante el miedo de que lo ocurrido degenere en un escenario no deseado.

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Con información de Elperiódico.com, Fac, Vice, El País y fuentes propias.