Elegir la localización más adecuada y asegurarnos de preparar la tierra son dos de las claves del cultivo de guerrilla, el que se realiza en espacios ocultos dentro de la madre naturaleza. Te contamos todos los secretos para que puedas tener tu propia plantación escondida y conseguir la mejor marihuana. 

El cultivo de guerrilla es aquel que se realiza en la naturaleza, en un espacio secreto lo más oculto posible. Empleado durante muchísimos años y muy anterior a otros tipos como el de interior, esta forma de plantación tiene muchas ventajas, pero también unos cuantos riesgos y claves para tener en cuenta antes de ponerse manos a la obra. 

En primer lugar, lo más importante: la localización. Para elegir dónde vamos a situar nuestro cultivo de guerrilla hay que valorar varios factores. Lo mejor es escoger un espacio boscoso o con mucha vegetación que se encuentre alejado de los núcleos de población y que esté poco transitado. De esta forma, las plantas estarán protegidas de miradas indiscretas. Así que toca descartar algunos lugares que, aunque inspiradores, podrían darnos problemas: nada de sendas que sean frecuentadas por amantes de las caminatas, nada de territorios pertenecientes a parques naturales en los que se hagan muchas excursiones, nada de propiedad privada y nada de zonas en las que los aficionados a la micología vayan a por setas. 

Además de situar el cultivo en un lugar poco frecuentado, como medida de seguridad extra quizá queramos camuflarlo. Para ello podemos ponerlo en medio de arbustos, entre los que haya que abrirse paso para tener acceso, o en algún lugar con cañas o zarzas, siempre que nos aseguremos de hacerle el espacio suficiente. Las plantas necesitan al menos seis horas de luz directa al día, así que también hay que asegurarse, a pesar de la necesidad de ocultación, de que reciben la suficiente. Además, tendremos que controlar que no estén excesivamente expuestas al viento, ya que pueden deshidratarse o verse dañadas o polinizadas. Y un extra: aquellos lugares que se encuentren cerca de una fuente de agua serán también especialmente adecuados, porque evitaremos cargar así con una cantidad sospechosa de bidones para regar nuestras plantas de marihuana

Una vez localizado el lugar, ¿cómo y cuándo plantar? La primavera es el mejor momento para comenzar nuestro cultivo guerrillero. Para ello, en primer lugar hay que cavar un agujero cuyo tamaño variará en función de la cantidad de cannabis que queramos cultivar. Como referencia, la profundidad deberá ser de unos 40 centímetros, para que la base de la planta parta de un lugar más profundo. Una vez hecho el agujero hay que preparar la tierra añadiendo sustrato, compost y fertilizantes. 

Cuando la tierra esté lista hay que trasladar las plantas. Aunque la opción de poner semillas directamente en el terreno es factible, no es la decisión más adecuada: en un entorno silvestre no podemos controlar el clima, ni podemos prestarles a las plantas toda la atención que necesitan en esos primeros momentos de crecimiento. Por ello, lo que se recomienda para que el cultivo de guerrilla tenga éxito es empezar en interior con luces artificiales y luego trasladar las matas al refugio secreto, cuando ya cuenten con algunos centímetros. Pero cuidado, nada de cambios bruscos. Las plantas necesitan pasar por un proceso de adaptación, así que unos días antes hay que exponerlas a la luz de sol. 

Respecto a las variedades más apropiadas, lo más adecuado es optar por las más resistentes: Skunk AutomaticWhite Widow XXL Autoflowering o Northern Lights Auto son tres buenas opciones. Que sean autoflorecientes también es una buena idea, ya que mantienen los tiempos de cultivo lo más cortos posibles y suelen aguantar bien en el cultivo de exterior.

Protege tu cultivo

Una vez trasladadas las plantas, toca protegerlas. Ya que no podemos luchar contra los elementos, intentemos asegurarnos de que los animales no destruirán la plantación. Si nuestra marihuana se encuentra lo suficientemente escondida, puede que sea inteligente rodearla de una valla metálica que impida el acceso de animalitos curiosos. Si esto no es posible, se puede usar la orina o las heces de algún depredador, con el fin de mantener alejados a conejos y similares. Respecto a los insectos, aunque hay que evitar los compuestos artificiales, hay pesticidas de origen vegetalcomo el aceite de neem, el aceite de cítricos, la pimienta de cayena y el aceite de ajo, que pueden ayudarnos a proteger nuestras plantas de posibles plagas. 

Aunque no lo tengamos cerca, y al igual que con todo cultivo, hay que mimarlo. Pero, cuidado, no te pases con las visitas. Puede que los cultivadores más novatos sientan la necesidad de ir muy a menudo para comprobar que todo avanza adecuadamente, pero con un chequeo cada diez días es suficiente. Las plantas de marihuana son más resistentes de lo que parecen, especialmente si hemos elegido la variedad adecuada, y no hay que exponerse a ser atrapados. Eso sí, en cada visita comprueba cuidadosamente el estado en el que se encuentra el cannabis: mira el tallo para ver si tiene algún tipo de plaga y comprueba si tus plantas muestran signos de deficiencias, en cuyo caso tendrás que añadir fertilización adicional. 

En verano, asegúrate de que reciben el agua suficiente y, cuando comience el otoño, y de la misma forma que hemos luchado contra el calor en los meses anteriores, hay que intentar controlar que las plantas no sufran un exceso de humedad. Si todo ha ido según lo previsto, cuando las hojas de los árboles empiecen a caerse será el momento de recoger el amado cannabis.

Finalmente, un consejo para todo el proceso: hay que ser muy cuidadoso. No hables con nadie de dónde tienes tu cultivo de guerrilla; a la gente se le puede ir la lengua muy fácilmente, así que tienes que guardarte la información sobre tu plantación y tus avances exclusivamente para ti. Además, invéntate una excusa para tus escapadas a la naturaleza que te pueda sacar de un apuro tanto si te preguntan como si te descubren por la zona: quizá una afición por el campo, por los paseos o incluso por la ornitología; no está de más que lleves un par de prismáticos. Y por último, asegúrate siempre de tapar tus huellas: comprueba que nadie te sigue e intenta no dejar ningún rastro que pueda conducir hasta tu jardín secreto. Ahora, solo te queda poner estos consejos en práctica y, si todo sale bien, disfrutar de tu cosecha guerrillera.